La fiebre por 'El juego del calamar' y su violencia sádica con dilemas morales preocupa (especialmente en la educación de los más pequeños)

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Convertida en todo un fenómeno televisivo, 'El juego del calamar' es la serie que más obsesiona desde 'Los Bridgerton'. Se posiciona como un éxito inesperado (y es que ya es oficialmente el estreno más visto de la historia de Netflix); una serie trastornada que se presenta con unos ingredientes complicados: violenta sádica, dilemas morales y mucha crítica social.

El gran boom coreano, con permiso de 'Parásitos', es una lucha de supervivencia, de vida o muerte, que sigue a personajes desesperados y con problemas económicos mientras compiten en una serie de juegos infantiles, con la esperanza de ganar una gran fortuna. El premio: convertirse en millonarios. Pero si pierden, la muerte les espera.

Y todo ello, en medio de una estética infantil inquietante. A pesar de que 'El juego del calamar' no está recomendada para menores de 16 años, muchos adolescentes ya se han enganchado. Parte de este éxito enfrenta un gran riesgo: la réplica de sus escenas más memorables entre adolescentes.

El peligro, advierten los psicólogos, reside en que los más jóvenes podrían estar empezando a imitar un juego que deja de serlo en el momento en que entra la violencia. En concreto, y de acuerdo con 'The Brussels Times', un colegio belga ha levantado las primeras alertas cuando sus estudiantes intentaron recrear la historia de ficción con actos violentos (golpeando a los perdedores). Mediante un post de Facebook, la institución educativa dejaba claro su compromiso para detenerlo.

La historia nos deja una auténtica indignación en redes sociales, dudas sobre cómo gestionarlo, la posibilidad del control parental... la controversia no ha hecho más que empezar.

Una serie para adultos (el papel de los padres)

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Lorena Rodríguez, psicóloga sanitaria, hace un llamamiento a los padres y pide que el peso recaiga en ellos porque al final, explica, son ellos los que determinan los límites. "Son una fuente de autoridad", nos recuerda.

"Los adolescentes, al no procesar la serie como lo podríamos hacer los adultos, y quizá quedarse con el mensaje literal, son propensos a imitar conductas violentas", expone la experta. Y advierte que esa fase de autocontrol de no ver la serie no va a salir de ellos: "Es probable que en su clase sus compañeros estén viendo 'El juego del calamar', que hayan visto memes, que salga en TikTok... al final, es lógico que quieran saber qué es. Pero también influye mucho hasta dónde los padres permitan".

Por eso, Rodríguez propone la opción del control parental (que la propia plataforma tiene instalada para restringir contenido a menores de edad): "Es una serie que tendría que estar censurada para menores de 18 años".

"Al final, el pensamiento del adolescente es mucho más inmaduro. El adulto sí es capaz de extraer ese mensaje entre líneas y ver la serie con otra perspectiva. El adolescente no es capaz por su madurez. Quizá ellos se llevan un mensaje que no corresponde ni les ayuda, ni a nivel personal ni para integrarse en la sociedad", añade.

Nos recuerda que tanto los niños como los adolescentes están expuestos a muchísimo contenido que no son capaces de gestionar (y que se ha reforzado, asegura, durante el confinamiento): "Eso puede dar pie a que conductas agresivas se vean reforzadas porque al final ellos no tienen filtro". Por eso, sostiene que son los padres los que tienen que poner límites.

Un mensaje psicológico y moral muy denso

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"Es notorio que la mayoría de los personajes de la serie muestran comportamientos antisociales, en distintos grados. Los rasgos antisociales involucran un patrón persistente de anti respeto y violación de los derechos de los demás, incluyendo delincuencia, engaños, mentiras, estafas, impulsividad, irritabilidad y agresividad, indiferencia por la seguridad propia y de otros, irresponsabilidad o falta de remordimiento".

"La serie muestra la vulnerabilidad que cada persona puede presentar ante situaciones difíciles y estresantes en la vida"

"Se trata de un juego de supervivencia de carácter sumamente violento. Nos transmite un mensaje psicológico y moral muy denso, nos muestra la vulnerabilidad que cada persona puede presentar ante situaciones difíciles y estresantes en la vida", asegura Luisana González, psicóloga clínica especialista en problemas de ansiedad.

González explica que, cuando nos consumen los problemas y la presión, nos podemos volver esclavos de las circunstancias: "En algunas escenas se muestra a jugadores tomando decisiones equivocadas por la presión y estado económico en el que se encuentran".

La experta se pregunta además si el dinero y el poder social en realidad nos dan la libertad que imaginamos, o si nos alejan en cambio mucho más de nuestra libertad.

Más allá de la violencia, una crítica a la sociedad actual

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Lorena Rodríguez dice que algo que tienen en común todos los participantes es el contexto de desigualdad socioeconómica del que provienen, lo cual refleja la vulnerabilidad social del grupo. Ante dicho contexto, surge una motivación extrínseca, en este caso el dinero, que actúa como símbolo de bienestar ya que con este acabarían la mayoría de los problemas que comparten los participantes.

"Es a partir de las reglas del juego donde comienza a observarse el planteamiento moral que tienen los participantes"

"Para poder ganar el premio, tienen que jugar a una serie de juegos regidos por reglas. Es a partir de dichas reglas donde comienza a observarse el planteamiento moral que tienen los participantes", recoge.

Para entender la moralidad que subyace en la serie, explica que es importante tener en cuenta que nuestro desarrollo moral comienza desde pequeños: "Es un proceso que va evolucionando según vamos aprendiendo que formamos parte de una sociedad, y que dicha sociedad engloba unas normas sociales que nos permite adquirir un sentimiento de pertenencia".

Inicialmente, partimos de una moralidad heterónoma, esto quiere decir que las reglas se consideran dictadas por un agente externo que tiene autoridad (como por ejemplo, los padres) y no pueden cambiarse. "Las reglas son sagradas e inmutables. En la serie esto se ve reflejado con el tipo de juegos que les plantean. Son juegos infantiles que están regidos por unas reglas inamovibles. Vemos a los participantes acatando las reglas del juego. No cuestionan el propósito aunque no les guste seguirlas", advierte.

Desde el punto de vista del observador, se pueden llegar a normalizar todo tipo de atrocidades debido al refuerzo que supone cualquier conducta que permita llegar al premio, dado que para llegar a él "se han seguido unas reglas". Es en este punto en el que se refuerza la supervivencia a cualquier coste.

Por otro lado, no sólo se aprecian reglas dictadas por una autoridad, sino que dentro del grupo se produce una división entre aquellos que son más fuertes y los que son más débiles.

Rodríguez asegura por tanto que la violencia no es el aspecto más llamativo de la serie. Sostiene que lo que capta la atención del espectador es el proceso social que lleva a los participantes, individualmente o en grupo, a conseguir un objetivo utilizando los medios que hagan falta para ello. "Todo esto puede suponer una crítica a la sociedad actual y a que no siempre todos los medios justifican el fin", concluye.

Fotos 'El juego del calamar'

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