Que la modernidad no nos estropee una buena comedia romántica o qué ha pasado con el género últimamente

Que la modernidad no nos estropee una buena comedia romántica o qué ha pasado con el género últimamente

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Que la modernidad no nos estropee una buena comedia romántica o qué ha pasado con el género últimamente

¡La comedia romántica ha muerto! ¡DEP! ¡Al público ya no le interesan las comedias románticas!

No he dejado de escuchar estas y otras frases relacionadas con la comedia romántica en los últimos años. Y leído sesudos ensayos en diferentes publicaciones sobre el poco sentido que tienen hoy en día este tipo de historias con el amor como protagonista absoluto.

Y no puedo evitar preguntarme si tanto han cambiado las comedias románticas para que al mundo entero haya dejado de interesarle este género. Un género que no sólo dio a luz películas tan brillantes como Historias de Filadelfia, Annie Hall -considerado el mejor guión de comedia de la historia- o Cuando Harry encontró a Sally, verdaderas piezas maestras del séptimo arte.

Sí, hubo un tiempo en el que las comedias románticas fueron increíbles. Tan increíbles que no sólo eran un éxito comercial sino que también eran respetadas por la crítica. Como los Globos de Oro y los Oscar que ganaron Hechizo de luna y Armas de mujer, por poner algunos ejemplos.

Ahora las hay buenas, como La ciudad perdida que es uno de los mejores estrenos de 2022. Pero son pocas y no tan especiales. ¿Por qué ahora se hacen tan pocas entonces? ¿Qué es lo que ha cambiado para que Hollywood no haga tantas y las que vemos no nos marquen para siempre como sí hizo Sabrina?

Rara vez soy partidaria del "cualquier tiempo pasado es mejor", pero el otro día di con un libro y no pude resistir la tentación de llevármelo a casa y bebérmelo antes de llegar.

El libro se titula The Time of my life y es un maravilloso ensayo de la periodista de The Guardian y escritora Hadley Freeman sobre cómo el cine de los años ochenta nos enseñó a ser más feministas, más valientes y más humanos. Un repaso muy divertido por las grandes películas de la década, que nos enseña a valorar la calidad de ese cine hasta ahora considerado sólo puro entretenimiento.

The Time of My Life: Sobre cómo el cine de los ochenta nos enseñó a ser feministas

Una de las cosas de las que Hadley habla largo y tendido es de que ya no se hacen comedias románticas como las de antes. Y aunque, como he dicho ya, no soy partidaria de abusar de la nostalgia, no tuve otro remedio que estar de acuerdo con ella. Mis comedias románticas favoritas de todos los tiempos tienen todas años de antigüedad, algunas incluso décadas de antigüedad y hace mucho tiempo que ninguna me ha enganchado tanto como para querer verla una segunda vez.

Así que, mientras iba leyendo The Time of my life, cogí papel y lápiz y me puse a apuntar las diferencias entre las comedias de antes y las de ahora, para tratar de averiguar qué había cambiado exactamente.

Las comedias románticas ya no son muy taquilleras

Según un artículo de Amy Nicholson para LAWeekly, en el año 1997, había dos comedias románticas en el Top 20 de las películas más taquilleras. En 1998 y 1999, tres y cada una de ellas recaudó hasta cien millones de dólares en beneficios. Y de repente, en 2013 ya no nos encontramos con ninguna. Ni en tampoco en el Top 50. Ni el Top 100.

En un mundo cada vez más globalizado en el que hay que acertar con un único tiro, los estudios de Hollywood han dejado de apostar por las películas medianas para centrar todos sus esfuerzos en grandes producciones y traernos una revisión de la revisión de la nueva versión de Batman (que es fantástica, ojo, no decimos lo contrario).

Este tipo de cine sí revienta récords y recauda en taquilla cifras millonarias (algo que vimos con la última película de Robert Pattinson, por ejemplo), y mientras Cásate conmigo pasa desapercibida en la cartelera.

Hoy en día, en un negocio cada vez más competitivo y cuyo éxito depende de la taquilla que se haga el primer fin de semana, nunca ha sido más difícil hacer películas originales, diferentes, con buenos argumentos y que arriesguen de verdad. Los resultados económicos están por encima de los creativos.

Y las comedias románticas han sido las grandes perjudicadas.

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Uno de los problemas es que existe la creencia de que a los hombres no les gustan las comedias románticas. Es más, en el libro y según Nancy Meyers, directora y productora de Cuando menos te lo esperas y No es tan fácil, el 51% de las películas no sólo no tienen a una protagonista femenina, tampoco contemplan su punto de vista de la historia por temor a que no le interese al sector masculino del público. Algo que ni siquiera la saga entera de Los Juegos del Hambre y Katniss Everdeen pueden compensar.

Y es que es un dicho conocido en la industria que "las mujeres van a ver películas sobre hombres, pero los hombres no van a ver películas sobre mujeres". Y eso hay que compensarlo de alguna manera: se producen con cuentagotas y se pulen a conciencia para que ningún sector del público tenga reticencias de ir a verlas.

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En resumen, hay muchas menos comedias románticas que nunca y se han vuelto menos interesantes porque han perdido toda su singularidad y diferencia durante el proceso de convertirse en algo que le guste a todo, todo, todo el mundo (sí, también a todo el planeta). Están tan explicadas y masticadas para que se adapten a todos los públicos que han perdido la chispa y la magia. Hasta estrellas como Julia Roberts ha explicado por qué no protagoniza comedias románticas ya, y la razón es la falta de buenas historias.

Pero yo soy de la opinión de que la magia y las buenas películas le gustan a todo el mundo, a hombres y a mujeres. Sólo que cuesta más hacerlas. Pero eso lo que hace que años después todavía podemos decir sin dudar "cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible" y "tengo una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado. ¿Hay algo de malo en eso?".

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En las comedias románticas de antes las chicas no parecían salidas de un anuncio

O directamente eran Molly Ringwald. O Jennifer Warner antes de cambiarse la nariz.

No sólo a John Hughes le gustaba escribir sobre jóvenes diferentes y extravagantes en comedias románticas de los 80 como La chica de rosa o Una maravilla con clase. Hace años era normal que una protagonista de una comedia romántica no fuera una chica perfecta y guapísima, como sacada de un anuncio, con menos de una talla 36. Y por supuesto, no respondía a ningún prototipo.

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El aspecto de las actrices que protagonizan las comedias románticas ha cambiado tanto, todas parecen sacadas de la editorial de una revista de moda, que son heroínas demasiado increíbles para identificarse con ellas.

La propia Hadley Freeman hace en el libro The Time of my Life una comparación entre el reparto original de Sensación de vivir (1990-2000) y el de la nueva versión 90210 (2008-2013) y la conclusión es que le chirría tanto que le lloran los ojos porque las actrices originales parecen regordetas comparadas con las actuales.

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Pero no todo es un tema de delgadez. También de personalidad.

Las heroínas románticas de nuestras comedias clásicas favoritas son tremendamente fieles a su estilo y salvo excepciones (Audrey Hepburn en My Fair Lady) no necesitan una transformación radical para convertirse en una mujer mucho más interesante. Las escenas de transformaciones que tan populares se han hecho en el cine, el Efecto Cenicienta al que le dedicamos un artículo, no es más que una forma de acabar con las rarezas y la personalidad única de esas heroínas.

diez razones para odiarte

Resulta imposible que me imagine ahora mismo a la protagonista de una comedia que no sea una mujer joven de pelo perfecto, con la talla 34 y con un armario digno de una revista de moda. Los ideales de belleza, atractivo y madurez actuales son tan increíbles que me es imposible ponerme en su lugar. Algo que no me pasaba con Elisabeth Sue o con Katharine Hepburn.

En la actualidad el amor es demasiado fácil. O demasiado complicado

Chico conoce a chica.

Chico pierde a chica.

Chico recupera a chica.

He aquí el esquema básico de la comedia romántica. Un esquema que ha funcionado desde el principio de los tiempos.

Aunque hoy en día las cosas han cambiado bastante: las mujeres somos personas activas que pueden salir a la calle a conocer, perder a alguien (con todo lo que conlleva superar una ruptura y recuperar chicos también; han entrado en el juego las parejas del mismo sexo y los finales felices no siempre tienen por qué significar el principio de una relación estable. Aun así, el esquema de la comedia romántica sigue siendo una pequeña evolución del que os he mostrado arriba.

Algo Para Recordar

Quizá la diferencia es nos hemos cansado del esquema tradicional de las comedias románticas, lo desgastamos de tanto usarlo.

En la década de los 90 y hasta la mitad de la primera década del siglo XXI los estudios de Hollywood produjeron decenas de comedias de este estilo, pero muchas eran directamente malas, más de lo mismo y aunque durante un tiempo funcionaron en taquilla, poco a poco el público comenzó a cansarse. Muchas de ellas eran bastante superficiales o simplemente cayeron en el sexismo más terrible como En qué piensan las mujeres o la terrible La cruda realidad.

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Según comenta Amy Nicholson en su artículo sobre "Quién asesinó a la comedia romántica", quizá los ejecutivos de los estudios decidieron eliminar el género entero cuando vieron que los beneficios disminuían en sus películas de cada vez peor calidad.

Las mujeres ahora podemos contar también chistes

Para mí hay un antes y un después desde La boda de mi mejor amiga, una comedia romántica protagonizada por mujeres, escrita por mujeres y que fue a ver todo el mundo (sí, también ellos). Una película tremendamente divertida, en la que las heroínas no tenían ningún problema en hacer lo que llevaban haciendo los hombres años: humor.

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Kristen Wiig no es la única comediante que lleva años haciendo un humor irreverente, fresco y tremendamente interesante y que cambió los roles en la comedia romántica clásica. Otras actrices/guionistas/humoristas como Tina Fey llevan años haciéndolo en películas como Chicas malas o series como la maravillosa 30 Rock, una de las mejores comedias de la historia.

Pero es que además, el sexo es divertido. El amor es divertido. La tensión sexual no resuelta es súper divertida. Y esta no es una conclusión nada novedosa. Ya lo era en las primeras comedias románticas de las que hemos hablado. Ya en Sucedió una noche nos encontramos con que el humor es el ingrediente fundamental y en gran parte provocado por la tensión sexual entre Claudette Colbert y Clark Gable. Lo mismo sucede entre Gary Grant y Katharine Hepburn en La fiera de mi niña, entre Jane Fonda y Robert Redford en Descalzos en el parque y entre Alicia Silverstone y Paul Rudd en Fuera de Onda.

Cuál será el camino de las nuevas comedias románticas

Tengo la sensación de que no estamos aprovechando el talento que tenemos para volver a darle un empujón a la comedia romántica. Sólo porque sea una película sobre amor o sexo no tiene por qué ser un pastelón, de chistes dulces y frases manidas. Enamorarse puede ser una de las cosas más divertidas que te pasen en la vida (vale, también puede ser de las más tristes). El humor es fundamental y una manera de limar las diferentes cuestiones sociales o culturales en este mercado tan internacional en el que quieren triunfar los estudios.

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Al igual que el humor, también echo muchísimo de menos la química en las nuevas comedias. Creo que los ejecutivos tienen la impresión de que si los dos actores están buenísimos, entre ellos saltará la chispa, pero eso no tiene por qué suceder. Y además, la tensión sexual no resuelta se tiene que ir creando de una forma creíble, porque sólo de esa manera nos engancha de verdad.

Quizá ha llegado el momento de reinventarla apostando por la total diversidad, y no sólo la racial, sino también la sexual, la de edad, la de género, la de clase y, ¿por qué no?, la estética (¡algunas queremos otra vez heroínas como Molly Ringwald con las que nos sintamos identificadas!) en todos los protagonistas. Nos gusta ver a los chicos más guapos del mundo, pero también nos gusta ver a chicos y chicas que podríamos encontrar en el metro. El body positive del que tanto se habla debe formar también parte del género de las comedias románticas.

Aunque sí hay películas románticas que juegan con nuevos valores, hace falta sumar más en todo ese contenido a nuestra disposición en tantas plataformas como hay.

Vale, quizá hay que reinventar la comedia romántica desde cero. O quizá tenemos que sentarnos a ver todos los films de Frank Capra, George Cukor, Billy Wilder, Nora Ephron o John Hughes, con un lápiz en la mano a tomar notas para descubrir qué se nos ha olvidado por el camino, en lugar de dedicarle tanto tiempo a las mejores series de Netflix.

Foto | Notting Hill

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