Nacho Viñau
EditorEl atún en lata es ese comodín perfecto que todos tenemos guardado en algún rincón de la cocina. Ese salvavidas para cuando llegas tarde a casa, no tienes ganas de complicarte la vida o simplemente te apetece una ensalada rápida. Es práctico, socorrido y sirve para multitud de platos: desde la ensaladilla rusa a un sándwich vegetal, sin olvidarnos de una sencilla quiche ligera. Y además, el atún está cargado de proteínas y ácidos grasos omega-3.
Pero al margen de sus propiedades beneficiosas, hay algo que muchos no sabemos y que la nutricionista Leticia Zoé acaba de revelar en sus redes sociales: no todas las latas de atún son igual de seguras. Y es que detrás de esa aparente simplicidad se esconde un detalle importante relacionado con el mercurio, un metal pesado que puede acumularse en nuestro organismo si no tenemos cuidado.
El truco está en leer bien la etiqueta
Leticia Zoé, que cuenta con más de 7.000 seguidores en Instagram, ha explicado que el secreto para reducir nuestra exposición al mercurio cuando comemos atún está justo delante de nuestros ojos. En la etiqueta del envase.
Resulta que no es lo mismo una lata que pone simplemente "atún" que otra que especifica "atún claro". Y aquí es donde la cosa se pone interesante. Las latas que solo indican "atún" suelen corresponder a la especie Katsuwonus pelamis, conocido popularmente como atún listado. Este tipo de atún es más pequeño y tiene un ciclo de vida más corto, lo que hace que acumule considerablemente menos mercurio en sus tejidos.
Por otro lado, cuando en el envase aparece la denominación "atún claro", nos estamos llevando a casa Thunnus albacares, también llamado yellowfin. Esta variedad es bastante más grande y longeva que el atún listado, y precisamente por eso tiende a acumular una mayor cantidad de mercurio a lo largo de su vida. Cuanto más tiempo vive un pez y más grande es, más metal pesado va concentrando.
Por qué el mercurio es un problema real
Vale, pero ¿por qué tanto jaleo con el mercurio? Pues porque este metal no es precisamente inofensivo. El mercurio, especialmente en su forma de metilmercurio, puede afectar al sistema nervioso central, especialmente en niños pequeños cuyo cerebro aún está en pleno desarrollo y en mujeres embarazadas, ya que puede atravesar la barrera placentaria.
La contaminación de los mares con metales pesados ha hecho que prácticamente todos los pescados contengan algo de mercurio, pero la cantidad varía enormemente según la especie. Los pescados grandes y depredadores, que están en lo alto de la cadena alimentaria, son los que más mercurio acumulan. De ahí que sea tan importante saber distinguir entre unas variedades y otras.
Eso no significa que tengamos que eliminar el atún de nuestra dieta, ni mucho menos. El pescado sigue siendo una fuente fantástica de nutrientes esenciales: proteínas de alta calidad, vitaminas del grupo B, minerales como el selenio, el fósforo y el magnesio, y esos famosos omega-3 que tanto bien le hacen a nuestro corazón y a nuestro cerebro. Pero como en casi todo, la clave está en la moderación y en tomar decisiones informadas, tal y como indican desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
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Otros consejos para un consumo seguro
Además de elegir atún listado en lugar de atún claro, hay otras recomendaciones que podemos seguir para minimizar nuestra exposición al mercurio sin renunciar al pescado. Una de las más sencillas es variar. No te quedes siempre con el mismo tipo de conserva o pescado fresco.
Alterna el consumo de atún con otras opciones igual de nutritivas pero con menor contenido de mercurio, como las sardinas, la caballa o el salmón. Estos pescados también aportan omega-3 y otros nutrientes esenciales, pero sin el riesgo de acumulación de metales pesados que tienen las especies más grandes.
Fotografías | Facebook de Zoletnutricion, Freepik
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