El sueño es uno de los pilares básicos del bienestar. Dormir bien es esencial para afrontar las jornadas sin cansancio y con energía, además de que el sueño es reparador. La lista de beneficios de esta acción diaria es tan amplia que no sabríamos por donde empezara a nombrarlos y es que a raíz de esto se han ido tejiendo determinadas creencias populares sobre prácticas relacionadas con el sueño que se consideran menos beneficiosas o más para nuestro organismo y que sin embargo no tienen evidencias científicas que las respalden.
Al hablar sobre los mitos del sueño nos topamos con un número de horas que se ha establecido por el boca a boca, así como unos horarios y unas rutinas de las que discrepan ciertos estudios científicos. De ahí que nos hayamos planteado, ¿cuáles son estas prácticas diarias que llevamos a cabo bajo certeza de que son ideales para la salud de nuestro cuerpo y resultan no ser tan beneficiosas?
La hora a la que te durmes sí importa
La hora del día a la que nos dormimos sí que es importante tenerla en cuenta, puesto que nuestro ritmo circadiano, que es el circuito interno que guía la secreción de esa hormona esencial del sueño que es la melatonina, está significativamente influenciado por la luz solar natural. Y es que, según indican los estudios científicos, las personas que normalmente trabajan en horarios nocturnos pueden llegar a experimentar más problemas de salud que las que no.
Son necesarias más de cinco horas de sueño
Aunque en muchas ocasiones se ha repetido que los adultos pueden bastarse con 5 horas de sueño diarias, lo cierto es que necesitan dormir entre 7 y 9 horas por noche, para que su salud no se vea comprometida a la larga. Según las investigaciones científicas, si no se duerme de forma habitual este número de horas, podría asociarse dicha falta de sueño con resultados adversos para la salud, como un aumento de peso, obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, depresión y un mayor riesgo de muerte, además de ayudar a un deterioro de la función inmune, aumento del dolor, deterioro del rendimiento, aumento de errores y mayor riesgo de accidentes.
Hacer ejercicio antes de acostarse no ayuda a conciliar el sueño
Se ha alertado también varias veces de que hacer ejercicio 4 horas previas a acostarse puede llegar a perturbar el sueño. Lejos de esta creencia es importante apuntar que no existen evidencias científicas que corroboren que este dato sea cierto. De hecho, los estudios científicos, apuntan todo lo contrario, que las personas que practican ejercicio de forma habitual podrían llegar a experimentar ciertas mejoras moderadas en el sueño, ya que a través del ejercicio se liberan endorfinas, que mejoran el estado de ánimo y que pueden ayudar a conciliar el sueño.
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