Hace unos años sufrí de ansiedad. Los motivos no vienen al caso, pero me di cuenta de que la ansiedad era algo con lo que tendría que vivir toda mi vida, y que sin las herramientas adecuadas terminaría por controlar mi vida.
Una de las herramientas que mejor me vienen y que más me ayudan con mi salud mental es la cerámica. Otra son las plantas, cuidar de ellas y conectarme con la naturaleza y de hecho este último hobby, la jardinería, es el mejor para cuidar de nuestra salud física y mental según la ciencia, y te explico por qué.
Los beneficios de la jardinería según la ciencia
El método noruego koselig nos explicaba que ponerse en contacto con la naturaleza y buscar actividades fuera de casa, era el secreto para llevar una vida más activa. De hecho, tener un huerto, por ejemplo, es uno de los hábitos inspirados en los países más longevos para vivir una vida saludable.
Visitar espacios verdes disminuye el nivel de cortisol y tiene un impacto positivo en aspectos como la memoria y la creatividad, tal y como explican en Cruz Roja, y en este estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology ya veíamos que las experiencias de naturaleza urbana reducen el estrés en el contexto de la vida diaria.
Pero la ciencia nos explica mucho más. Un estudio de la Universidad de Colorado descubrió que existe una bacteria no patógena (la Mycobacterium vaccae), que en el cerebro de ratones aumenta los niveles de serotonina y norepinefrina con un efecto equivalente a fármacos como el Prozac. Es decir, actúa como un antidepresivo. Según este estudio mejora el estado de ánimo, aumenta la autoestima y previene y alivia la depresión.
Y seguimos con sus efectos en el cerebro con este otro estudio que afirma que 20 minutos al día practicando jardinería, propicia el crecimiento de los nervios cerebrales asociados con la memoria. Este ensayo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) decía que la jardinería puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer y mejorar la salud mental, ya que las personas con huerto cambian su estilo de vida: comen más fibra, tienen más actividad física y por lo tanto, reducen sus niveles de estrés y ansiedad. Además, tener un huerto o un jardín al aire libre es un remedio estupendo para conseguir vitamina D, esa cuya falta nos hace sentirnos cansadas y provoca que hasta se nos caiga el pelo.
Un extra: según este estudio de la Universidad de Pensilvania, cultivando un huerto utilizas todos los grupos musculares principales del cuerpo, lo que previene la obesidad y nos ayuda a un mejor descanso.
Mi experiencia personal dice que hundir las manos en la tierra es mano de santo si estoy estresada. Dedicar tiempo a cuidar de mis plantas y concentrarme en ellas, es un alivio al estrés diario. Pero, en mi caso, las clases de cerámica son el bálsamo que mejor le viene a mi salud mental.
Manualidades para un cerebro sano y feliz
El doctor Juan Carlos Portilla, de la Sociedad Española de Neurología explicaba en una entrevista a El País que durante la experiencia artística “son múltiples las áreas cerebrales que interaccionan”. No solo al ver arte, también al practicarlo.
Realizar manualidades también tiene un efecto visible en el cerebro. Este estudio presentado en el Congreso de la American Academy of Neurology afirma que las actividades manuales estimulan la mente, lo que puede disminuir el riesgo de deterioro cognitivo leve a una edad avanzada. Según Nodromar, sirven para estimular la confianza personal, fortalecer la autoestima y favorecer el envejecimiento activo.
Si hablamos de actividades artísticas como podría ser la cerámica, vemos que se trata de una actividad relajante que libera dopamina y genera bienestar. Pero no solo cerámica. Actividades como tejer y bordar, por ejemplo, alivian la carga mental. Hasta Albert Einstein tejía entre proyectos para “calmar su mente y aclarar su pensamiento”, según el libro Tejiendo Salud: Crea una mente flexible y ayuda a mantener tu bienestar de Betsan Corkhill.
Proceso de modelado de una pieza en barro en clases de escultura
Además, según explica David A. Souza en su libro How the brain learns “El cerebro de las personas que desarrollan alguna actividad artística es estructuralmente distinto y manifiestan un mejor control motriz y una mejor “memoria procesal”, que aquellas que no lo practican”. De hecho, las artes plásticas mejoran la capacidad de concentración, la plasticidad cerebral y el coeficiente intelectual. Además, aumentan la estimulación cognitiva, la psico-motricidad y fomentan la socialización si acudimos a clases.
Cuando termino las clases me siento menos estresada, más relajada y con la autoestima más alta. Me ayuda a explorar mi creatividad, a experimentar, a trabajar la paciencia y a aprender a gestionar la frustración. Me enseña que fracasar es solo un paso del camino, y me ayuda a ver la belleza en las imperfecciones, como el método japonés wabi-sabi. En definitiva tanto la cerámica como las plantas me hacen feliz.
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