Hay personas (muchísimas) que están deseando que entre de lleno el otoño para cenar sopita a diario porque les resulta muy reconfortante. No soy una de esas personas, la verdad. Las sopas y cremas no son lo mío, exceptuando dos: la sopa de cocido, porque a quién no le va a gustar un buen cocido madrileño; y la crema de calabacín, pero en una versión mucho más proteica y perfecta para cenar.
Esta receta resulta perfecta si te cuesta incorporar más legumbres en tu dieta y además, con un par de trucos extra, vas a ver cómo cenar una crema de verduras deja de ser aburrido y se convierte en una maravilla. Aunque nos hemos inspirado en esta receta de Vitónica, la que verás ahora es mi versión que he modificado ligeramente para aumentar su aporte de proteínas añadiendo además de los garbanzos cocidos, un yogur, uno de los alimentos con más proteínas.
Si queremos que la crema tenga un sabor potente, es importante que antes de cocer las verduras hagamos un buen sofrito. Comenzamos con una cebolleta que rehogamos en la cazuela con un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal para que sude. Cuando empiece a estar transparente vamos a añadir algunas especias para darle aroma y un toque ligeramente picante: cúrcuma, con un gran efecto antiinflamatorio, y un toque de jengibre molido. Rehogamos y añadimos el calabacín que habremos picado en trozos pequeños. Cuanto más pequeños, menos tardará en estar lista nuestra crema.
El truco de este chef profesional especializado en cocina saludable es de diez si quieres una crema mucho más verde en la que no se pierda la clorofila: lava y pela el calabacín y conserva la piel, que introduciremos solo 15 segundos antes de triturar la crema. De esta forma la clorofila se conserva y no pierde sus beneficios. Podrías no añadirla y que quedase una crema con un color más claro, pero me gusta el toque verde que le aporta.
Es el momento de añadir dos cosas: un poco de tomate concentrado (media cucharadita) y el vino blanco. Dejamos que evapore el alcohol y añadimos caldo de verduras o agua. Cuando la verdura esté tierna, añadimos los garbanzos lavados y escurridos y dejamos que cueza cinco minutos más. Luego añadimos un yogur griego natural y un poco de parmesano rallado y trituramos, rectificando luego el punto de sal. Tan fácil como eso.
El toque del parmesano en platos de cuchara es típico de la cocina italiana y le aporta un sabor muy rico. Podemos acompañar la crema con un topping proteico como un poco de huevo cocido o unos taquitos de jamón y tendremos una cena completísima y muy reconfortante para repetir una y otra vez.
Fotos | Vitónica
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