La inteligencia es un término ligeramente escurridizo. Si hacemos caso a la RAE, inteligencia es la capacidad de entender o razonar, pero el concepto se queda algo corto. A nivel psicológico, no existe una definición estándar de inteligencia, pero los expertos generalmente coinciden en que implica capacidades mentales como la lógica, el razonamiento, la resolución de problemas y la planificación. Las definiciones más actuales sugieren que la inteligencia es la capacidad de aprender de la experiencia, reconocer los problemas y resolverlos.
Con esto en mente, podemos entender que la inteligencia no es la capacidad para resolver un problema matemático, sino algo que nos distingue en la forma de afrontar los desafíos, comunicarnos y tomar decisiones. Si muestras algunos de estos rasgos, es porque eres verdaderamente inteligente.
Hacen grandes preguntas
Pensar que ser inteligente es tener todas las respuestas, es estar equivocado. Una persona inteligente es aquella con humildad intelectual que sabe eso que decía tanto Sócrates: solo sé que no sé nada. Una persona realmente inteligente hará preguntas para intentar comprender lo que le rodea. En general, buscarán respuesta con preguntas reflexivas y abiertas que generen conversaciones significativas. No se centran en querer demostrar todo lo que saben, sino en aquello que no conocen porque tienen curiosidad genuina. Según el psicólogo Scott Shigeoka planteaba en su libro ‘Seek: How Curiosity Can Transform Your Life and Change the World’, la curiosidad es por sí sola un signo de inteligencia porque al hacer preguntas, intentamos comprender el por qué de las cosas y cómo suceden.
Admiten cuando no saben algo
En relación con el punto anterior, una persona verdaderamente inteligente siempre admite que no sabe algo. Francesca Gino y Alison Wood Brooks, de la Escuela de Negocios de Harvard, aseguran que pedir consejo, admitiendo que no sabemos algo, afecta a la percepción que otros tienen de nuestra competencia. Preguntar y admitir que no sabemos, nos hace parecer más inteligentes y de hecho nos hace más inteligentes porque alimenta nuestra capacidad de aprendizaje. Albert Einstein afirmaba “Cuanto más aprendo, más me doy cuenta de lo mucho que no sé”, y las personas inteligentes ven como oportunidades para aprender esas lagunas de conocimiento.
Cambian de opinión sin temer hacerlo
La inteligencia no consiste en tener siempre la razón, sino en estar dispuesto a evolucionar. Keith M. Bellizzi, profesor de desarrollo humano de la Universidad de Connecticut, explica que “en un mundo ideal, las personas racionales que se encontraran con nueva evidencia que contradijera sus creencias evaluarían los hechos y cambiarían su perspectiva en consecuencia”, pero esto solo ocurre si hablamos de alguien realmente inteligente y con un pensamiento crítico desarrollado. El cambio de opinión no es un signo de debilidad, sino una muestra de crecimiento.
Pueden simplificar ideas complejas
En psicología la inteligencia lingüística es la capacidad para expresarnos mediante el lenguaje, y las personas verdaderamente inteligentes usan esta capacidad para explicar ideas complejas de forma que cualquiera pueda entenderlas. No eres más inteligente por hablar con una terminología técnica. Eres inteligente cuando adaptas tu lenguaje al interlocutor que tienes delante. Si no eres capaz de explicarlo de forma clara y accesible es que no eras tan inteligente como creías o que no dominas tanto el tema, porque como decía Einstein, “si no puedes explicarlo de forma sencilla, no lo entiendes lo suficientemente bien”.
Son muy adaptables
Stephen Hawking afirmaba que “la inteligencia es la habilidad para adaptarse al cambio” y es una representación de lo que en psicología se conoce como flexibilidad cognitiva. La gente inteligente sabe cómo adaptarse a los cambios y cuando se enfrentan a un desafío y las cosas no salen como habían planeado, buscan nuevas soluciones. Esta flexibilidad les permite aceptar ese cambio en lugar de resistirse.
Son profundamente conscientes de sí mismos
La inteligencia no consiste sólo en comprender el mundo, también en comprenderse a uno mismo. Reflexionar sobre lo que piensan, sienten y hacen les permite reconocer sus fortalezas y debilidades identificando mejor qué aspectos son los que necesitan un mayor trabajo. Este autoconocimiento les permite construir relaciones más sólidas y tomar mejores decisiones y es una muestra de inteligencia emocional. Además, existe una correlación positiva y significativa entre tener una mayor inteligencia emocional y mostrar una mayor autoeficacia y confianza. Es decir, conocernos nos permite ser más eficientes al actuar con una mayor inteligencia.
Mantienen la calma bajo presión
Aunque la capacidad para mantener la calma bajo presión no es inteligencia en sí misma, sí es una habilidad influenciada por la inteligencia emocional y relacionada con nuestra capacidad para gestionar el estrés y nuestro autocontrol. Tener un buen autocontrol nos permite afrontar situaciones difíciles con mayor eficiencia, mejorar la comunicación y tener una mayor claridad de pensamiento como explica el Instituto Europeo de Psicología Positiva. En lugar de reaccionar impulsivamente a las emociones, alguien con autocontrol es capaz de dar un paso atrás, evaluar la situación y reaccionar después y con calma gracias a su inteligencia emocional.
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