Existe una verdadera relación entre el apetito y las emociones que explica por qué te enfadas cuando tienes hambre

No soy un bebé pero también me mosqueo si no puedo comer y la culpa está en mi cerebro

Por Que Me Enfado Cuando Tengo Hambre Segun La Ciencia
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail
ana-palomares

Anabel Palomares

Editor

Hay un capítulo de ‘Cómo conocía a vuestra madre’ en el que Ted da a Barney un curso básico sobre Robin. Al analizar las expresiones faciales de Robin la primera indica que tiene hambre. Mi expresión facial cuando tengo hambre es la misma que cuando estoy enfadada. Hasta ahora no entendía por qué me enfado cuando tengo hambre, pero la ciencia tiene la respuesta.

Sentir "hangry", un término que combina la palabra "hungry" (hambriento) y "angry" (enfadado) y que se utilizó por primera vez en la literatura científica en 2018. Después ha sido usado en numerosas ocasiones y se ha descubierto que, a medida que transcurre el día y cuanto más hambre tenemos, más irritables nos sentimos. Más “hangry”. Existe una verdadera relación entre el apetito y las emociones. “Cuanto más hambre tengas, más probable es que también sientas irritabilidad e ira, y experimentas menos placer”, afirmaba el autor principal del estudio, Viren Swami, de la Universidad Anglia Ruskin de Cambridge en Reino Unido. “Es un efecto sólido y válido”, explicaba en New Scientist.

La razón detrás de que nos enfademos cuando tenemos hambre

Me pasa que cuando tengo hambre contesto mal a quien me rodea sin darme ni cuenta. Me enfado, estoy irritable. Una de las razones por las que nos enfadamos cuando tenemos hambre es porque nuestro nivel de glucosa en sangre baja y eso reduce nuestra concentración y nos hace más propensos a reaccionar bruscamente con quienes nos rodean. Esa bajada de la glucosa en sangre provoca que se libere una sustancia química llamada neuropéptido, culpable de nuestra agresividad. Además, y según el estudio de Swami, un nivel bajo de azúcar en sangre desencadena una liberación de adrenalina que desencadena la respuesta de lucha o huida, y una liberación de cortisol que aumenta los niveles de estrés. Por desgracia, podemos ser muy sensibles a las hormonas del estrés y sentirlo con más intensidad.

Según explicaba la neurocientífica Camila Nord en su libro ‘El cerebro en equilibrio’, el hambre no evoca otras emociones como el asco, solo la ira o irritabilidad, porque revela algo esencial sobre la naturaleza de la salud mental, la conexión de cuerpo y mente. El hambre o la sed se transmiten al cerebro desde nuestro entorno corporal interno junto con información de nuestros vasos sanguíneos, corazón, pulmones o sistema inmunitario, explica la experta en Psychology Today, y “esas mismas señales de supervivencia del cuerpo desempeñan un papel crucial en nuestra experiencia emocional”.

Lo que ocurre es que nuestro cerebro “mapea las señales corporales entrantes y, según sus patrones y contexto, las interpreta como diferentes sentimientos”. Por eso hay estados fisiológicos similares que el cerebro identifica como emociones. “Tu cerebro se encarga de interpretar las señales de tu cuerpo: detectar, predecir e incluso modificar la información que envía”, explica. Por eso el hambre, una señal corporal, puede sentirse tan parecida a una emoción como la ira.

Nota: algunos de los enlaces de este artículo son afiliados y pueden reportar un beneficio a Trendencias.

Fotos | El Menu (2022)

En Trendencias | Las 33 mejores series de Netflix que puedes ver ahora mismo

En Trendencias | Amigos con derechos: todo lo que debes hacer para que salga bien

En Trendencias | Sónar 2025: todos los conciertos, entradas y horarios confirmados.

Inicio