Nuestro cerebro tiene la capacidad de cambiar durante toda nuestra vida gracias a lo que conocemos como plasticidad cerebral, que aunque es mayor cuanta menor edad se tenga, nunca desaparece. Así, se nace con mayores conexiones que favorecen un aprendizaje más rápido, pero a lo largo de nuestra vida, el cerebro no deja de adaptarse y aprender.
Se ha comprobado que el cerebro es moldeable y capaz de generar conexiones interneuronales que faciliten la creación de estructuras cognitivas nuevas. La neuroplasticidad o plasticidad cerebral, hace referencia al modo en el que nuestro sistema nervioso cambia a partir de su interacción con el entorno.
Pero ¿podemos aprovechar esa plasticidad de manera consciente? Por ejemplo, al aprender un nuevo idioma. Lo cierto es que sería ideal poder hacerlo porque cada vez más estudios afirman que la neuroplasticidad favorece el retraso y la prevención de enfermedades cerebrales degenerativas.
Y es ahí donde entra en juego el mindfulness y el experimento que la periodista de la BBC Melissa Hogenboom llevó a cabo y que pretendía averiguar si la atención plena tenía algún efecto físico sobre el cerebro y sobre la neuroplasticidad.
El mindfulness puede cambiar el cerebro
Cuando hablamos de mindfulness lo hacemos de un concepto de la filosofía budista que ganó popularidad a mediados de los 90 gracias a Kabat-Zinn, profesor emérito de Medicina que se hizo famoso por integrar conceptos de otras disciplinas orientales en la medicina occidental. Kabat-Zinn definía el mindfulness como “prestar atención de manera particular, como propósito, en el momento presente y sin juicios morales”.
Ya se ha demostrado que esta práctica tiene numerosos beneficios como que puede mejorar la atención, es capaz de aliviar el dolor y consigue también reducir el estrés, además de que algunos síntomas de depresión y ansiedad pueden aliviarse. Cuidado con esto, porque hablamos de enfermedades mentales graves que conviene tratar de manera independiente, ya que según la investigación de algunos expertos, la meditación o el mindfulness no podrían causar depresión o ansiedad, pero sí podrían provocar que estos trastornos - de estar latentes - acaben manifestándose, tal y como nos explica la psicóloga Iria Reguera.
Pero ¿puede el mindfulness cambiar mi cerebro? Pues al parecer la respuesta es sí. La atención plena puede cambiar el cerebro porque reduce el estrés. Es importante este dato, porque es posible que si el estrés no forma parte de tu vida (cuéntanos tu secreto para no estar estresada, por favor), los cambios no se produzcan.
El estrés es un hábito que puede acelerar el envejecimiento según los expertos de Vitónica, y además, cuando el cortisol (la hormona del estrés), aumenta y se mantiene, puede afectar a tu cerebro, inhibiendo la neuroplasticidad. Así, si conseguimos gestionar el estrés con ayuda del mindfulness, conseguiremos que nuestro cerebro mantenga su plasticidad según este estudio.
La prueba científica de Melissa Hogenboom
Como buena periodista, esto de creer todo a pies juntillas no es lo suyo, así que Melissa Hogenboom probó durante seis semanas un curso con el que daba 30 minutos al día en una o dos sesiones de meditación guiada de mindfulness y una meditación guiada más con Thorsten Barnhofer, profesor de psicología clínica de la Universidad de Surrey en el Reino Unido, y encargado del análisis de los resultados a nivel cerebral mediante un escáner que compararía la estructura de su cerebro antes y después, y midiendo sus niveles de estrés también antes y después de la prueba de seis semanas.
Para llevar a cabo la investigación, se indicó a la periodista que debía ser lo más consciente posible del momento presente y prestar atención a cosas que normalmente ignoraría. Por ejemplo, ver a dónde nos llevan nuestros pensamientos y qué está ocupando tu mente en ese momento. Además, debía ser más “consciente” también en su vida diaria y no solo durante la meditación. Observar su mente cuando hacía deporte, cocinaba o comía para devolver a la mente al tiempo presente y a la tarea que tiene entre manos, y sobre todo, para que fuera consciente de la cantidad de veces al día que divagamos, y reducir esa cifra.
Tras la investigación, el profesor Barnhofer afirma que lo que hace la atención plena o mindfulness “es amortiguar el estrés”, además de que nos ayuda a tomar conciencia de los desafíos y de las respuestas más reflexivas que damos y que tienen mucho que ver con la distracción mental. En palabras de Barnhofer, aunque esa distracción "podría ayudarnos con la creatividad” igual que lo hace el aburrimiento, es algo que puede salir mal si entran en juego el pensamiento repetitivo, el pensamiento reflexivo y la preocupación. “Esos son factores que aumentan el estrés". Por eso, analizar nuestra mente y ver cómo funciona y cuando aparecen esos factores, es el primer paso para dejar a ese estrés de lado.
La periodista habló además con Ori Ossmy, profesor de desarrollo cerebral y cognitivo en Birkbeck, Universidad de Londres en el Reino Unido, que afirma que "la actividad física facilita el proceso de plasticidad y combinado con tareas cognitivas que se usan para mejorar las habilidades que te interesan, el efecto es aún mayor.” Ahí entra de nuevo el mindfulness, porque si estamos concentrados por ejemplo en un asana de Yoga, y evitamos las distracciones cerebrales, los resultados aumentan.
El resultado del estudio: el cerebro de Melissa había cambiado
Al final de las seis semanas y después de otro escáner cerebral, el profesor demostró que la estructura cerebral de Melissa había cambiado. La mitad de su amígdala había reducido su volumen en el lado derecho, lo que concuerda con los estudios que afirmaban que la atención plena puede reducir el tamaño de la amígdala, que aumenta a mayor estrés.
Además, se observó un cambio en su corteza cingulada que forma parte del sistema límbico y actúa en nuestras respuestas emocionales y de comportamiento. Es una región que se activa cuando la mente divaga y reflexiona y había aumentado ligeramente de tamaño, lo que indicaba un mayor control de esa área, de nuevo igual que afirmaba este otro estudio.
A nivel personal, la periodista pudo notar que aumentaba su capacidad para mantener la mente tranquila, y conseguía mejorar sus niveles de estrés. Pero le funcionó a ella. Obviamente y como ocurre con muchas otras cosas en la vida, puede que no sea adecuado para ti. Lo que sí es seguro que practicar mindfulness, cambia la estructura del cerebro. Que te funcione o no, solo podrás saberlo si lo haces. Como Melissa.
Fotos | Nick Page, Priscilla Du Preez 🇨🇦, Conscious Design, Daniel Mingook Kim y Lesly Juarez en Unsplash
En Trendencias | Qué es un mandala: la actividad creativa que nos ayuda a conectar con nosotras mismas y reduce el estrés