Normalmente, el envejecimiento se asocia a un empeoramiento de las capacidades cognitivas, es decir, se suele dar un pérdida significativa de a memoria, la atención, la comprensión, el razonamiento... a medida que pasan los años ,debido al deterioro de los tejidos cognitivos del cerebro. Pero, ¿y si te decimos que no siempre ocurre esto? Desde hace algo más de una década la ciencia lleva estudiando a un subgrupo de la población que se denominan como los superancianos (en inglés, Super Agers), que son individuos a partir de 80 años que poseen una capacidad de memoria semejante a la de una persona de 20 o 30 años más joven. En estos estudios lo que se ha valorado es por qué estos octogenarios tienen una memoria tan excepcional, lejos de todas aquellas investigaciones que, normalmente, estudian lo contrario, el deterioro mental en estas edades.
En un artículo publicado recientemente por la revista Journal of Neuroscience, se ayuda a comprender un poco mejor cómo es el funcionamiento de las mentes tan especiales de estos ancianos. Parece que una de las conclusiones es que su cerebro presenta menos atrofias que las de otras personas a su misma edad. Al menos, esto fue lo que se observó mediante un estudio en el que se hizo una comparativa entre 119 octogenarios españoles, entre los cuáles había 64 superancianos y 55 adultos mayores con capacidades de memoria dentro de los estándares para su edad.
Después de realizarles una serie de pruebas mentales, motrices y verbales para evaluar su memoria, estos también fueron sometidos a escáneres cerebrales, análisis de sangre y a una serie de preguntas sobre su comportamiento y estilo de vida. Las conclusiones fueron que los superancianos tenían unas zonas del cerebro más voluminosas que estaban relacionadas con la memoria, el hipocampo y la corteza entorrinal. Asimismo, entre todos los resultados, los científicos también vieron que estos conservaban una mejor conectividad entre las regiones de la parte frontal del cerebro, dedicadas a la cognición, y, además, los dos grupos de individuos mostraron señales mínimas de Alzhéimer.
“Al tener dos grupos con niveles bajos de marcadores de Alzhéimer, pero con diferencias cognitivas y cerebrales sorprendentes, estamos hablando realmente de una resistencia al declive relacionado con la edad”, dijo Bryan Strange, profesor de neurociencia clínica de la Universidad Politécnica de Madrid, quien dirigió el estudio, según recoge este artículo.
Esta investigación, está estrechamente relacionada con la realizada por Emily Rogalski, profesora de neurología en la Universidad de Chicago y una de las primeras científicas en publicar estudios sobre superancianos, que mostró que los cerebros de esto tenían más similitudes con los de personas de entre 50 y 60 años, que a los de sus coetáneos. Según se investigó a lo largo de los años, se concluyó que el deterioro de estos cerebros era mucho más lento que el de la media.
¿Cómo llegar a ser un superanciano?
Algo importante que revela este estudio es que sus autores, no son capaces de saber cómo se llega a ser un “superancianos” pero que son mucho menos del 10% de la población, señala Rogalski, y los define como “personas realmente enérgicas, se nota. Personas mayores, motivadas y alertas”. Asimismo, en el estudio español se observa que estos superancianos tenían algunas diferencias en sus hábitos de salud y de estilo de vida con respecto a los otros: su presión arterial, su metabolismo de la glucosa y su movilidad física eran mejores.
También decían haber tenido una mayor actividad en su edad mediana, sin embargo, no había diferencias significativas entre sus dietas, su descanso, su actividad laboral o en el consumo de alcohol y tabaco... Eso sí, un rasgo común a todos es que sus relaciones sociales eran sólidas. Una buena alimentación, practicar ejercicio y en general, llevar unos hábitos de vida saludables son siempre sinónimo de un envejecimiento saludable, pero para poder definir qué tienen los superancianos que les diferencien de los demás, los científicos dicen que tiene que estar relacionado, probablemente, con “algún tipo de predisposición afortunada o algún mecanismo de resistencia en el cerebro a nivel molecular que aún no comprendemos, y que posiblemente esté relacionado con sus genes”, dice Tessa Harrison, científica adjunta del proyecto en la Universidad de California en Berkeley, quien colaboró con Rogalski en el primer estudio sobre superancianos de Chicago, en el mismo artículo.
Fotos | T Leish Andrea Piacquadio de Pexels
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