Puede que te suene Robert Waldinger como el mayor experto en felicidad del mundo. Es el cuarto y el actual director del Estudio del Desarrollo Adulto que la Universidad de Harvard inició en 1938 y que sigue activo tras más de 85 años. En su libro ‘Una buena vida’, explica que hay un sitio donde seremos realmente felices y no es el que imaginas. No tienes que coger un avión, ni mudarte. Es en la vida sencilla donde nos sentimos realmente realizamos y somos felices.
El experto asegura que desde pequeños nos condicionan a creer que la grandeza está más allá de lo ordinario y que para sentirnos verdaderamente realizados, debemos ser excepcionales. Nos venden que persigamos nuestros sueños, que somos especiales, que tenemos que luchar por conseguirlo, pero ¿realmente lo necesitamos para ser felices? Waldinger lo tiene claro: no.
La felicidad está en una vida sencilla
“En nuestra investigación sobre miles de personas que viven vidas cotidianas, descubrimos que afrontar el desorden, la cotidianidad y las dificultades de la vida nos brinda alivio, pues dejamos de esforzarnos tanto por ser diferentes. El camino hacia la satisfacción duradera es simplemente reconciliarnos con lo cotidiano”, explica. Así, cuando renunciamos a llevar una vida y nos emperramos en buscar la extraordinariedad en todo lo que hacemos, nos convertimos en personas más infelices y por el contrario, cuando prestamos más atención a lo cotidiano y lo ordinario, despojándolo de esa connotación negativa que se ha dado, nos encaminamos hacia una satisfacción y felicidad más duraderas.
Al buscar ese futuro extraordinario, esa vida perfecta, en muchas ocasiones nos frustramos y dejamos de disfrutar de todo lo bueno que nos pasa cada día. “Piensa en tu propia experiencia. ¿Hay algún lugar o actividad donde no pienses en ti mismo, donde no evalúes tu desempeño? Donde simplemente estés presente en la experiencia”, preguntaba el experto. Por ejemplo, buscando los llamados “pequeños secretos de la felicidad”, esos momentos diarios que nos dan alegría y nos aportan bienestar. Desde una llamada a un amigo pasando por tomarnos una taza de té o pasear antes de empezar a trabajar. Para cada uno serán diferentes y el reto es encontrar cuáles son los tuyos y fijarte bien en ellos.
“Nadie quiere descubrir que todos vivimos vidas normales que incluyen enfermedad, envejecimiento y, finalmente, la muerte. Al mismo tiempo, sabemos que es la verdad. Y cualquiera que intente decirnos que no es la verdad nos está vendiendo humo”, afirma Waldinger. Esto no quiere decir que debamos dejar de lado nuestros objetivos vitales. En absoluto, podemos tenerlo y encontrar un propósito, pero siempre siendo realmente conscientes de lo que tenemos y nos rodea. Si te cuesta, siempre puedes empezar un diario de gratitud que te ayude a ser más consciente, y a verlos realmente, consiguiendo además ser más optimista y por lo tanto, un poco más feliz. “Apreciar lo cotidiano hace que la vida cobre vida, la hace vibrar”, explica, y añade que “Se trata de reconocer que la iluminación no es una meta lejana que alcanzar, sino una realidad presente que abrazar en cada momento”.
En esa cotidianidad habrá momentos buenos y malos y a pesar de todo, “hay consuelo en la simple verdad de que no estamos solos, que todos vivimos estas vidas un momento tras otro”. Ser una persona normal y corriente no es algo malo, es la vida en sí misma y esa vida es, a pesar de todo, absolutamente maravillosa.
Fotos | Espacio Fundación Telefónica, KS KYUNG en Unsplash
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