Si tu hijo hace esto, tiene más inteligencia emocional que el resto de niños según una experta en crianza

Si vemos estos comportamientos en los pequeños de la casa, es que vamos por el buen camino en cuanto a su desarrollo y gestión de sus emociones

Si Tu Hijo Hace Esto Tiene Mas Inteligencia Emocional Que El Resto De Ninos Segun Una Experta En Crianza
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Ser padres es posiblemente la tarea vital más importante y compleja a la que un ser humano se enfrenta en la vida. La vida de los hijos y su futuro dependen de nuestros actos como padres y eso es, cuanto menos, abrumador.

No solo nos preocupa su salud, también que cuando crezcan se conviertan en adultos felices, que tengan éxito (y lo entiendan correctamente) y que sean capaces de relacionarse de una forma sana. Nos preocupa su futuro tanto como su presente y para asegurarnos de que ambos son buenos es imprescindible que les enseñemos a desarrollar habilidades relacionadas con la inteligencia emocional. Al menos eso dice la experta en crianza Reem Raouda.

Raouda es madre pero también formadora certificada por el Conscious Parenting Coaching Institute del Dr. Shefali Tsabary. Es una de las expertas que colabora en el programa de Oprah, y ha fundado The Connected Discipline Method, un programa de entrenamiento para padres en el que enseña cómo practicar la llamada crianza consciente. Como investigadora, y después de estudiar el comportamiento de más de 200 niños a lo largo de su carrera profesional, ha desgranado cuáles son las cosas que hacen los niños con alta inteligencia emocional, y que son un indicador de que nuestro trabajo como padres va por el buen camino.

Es capaz de nombrar sus emociones

Identificar y nombrar las emociones es algo complejo hasta para un adulto, especialmente si tenemos en cuenta que pensamos que existen emociones negativas y positivas que nos dificultan la tarea. Como bien explicaba la psicóloga y directora de Trendencias Iria Reguera, todas las emociones son válidas y “lo que realmente importa es cómo las gestionas y lo que haces con ellas”.

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El primer paso para aprender a gestionar las emociones es identificarlas, de hecho es imprescindible para la educación emocional como explica la psicóloga María Jesús Campos Osa. Y la manera de conseguirlo empieza en nosotros. Como adultos debemos ser capaces de nombrar las emociones delante de los niños. Usar frases como “estoy feliz porque hemos pasado un día en familia muy divertido” o “me siento frustrada en el trabajo” deben estar presentes en las conversaciones que mantenemos en casa para que los niños aprendan a reconocer y comunicar sus emociones y normalicen expresarlas.

Si son muy pequeños podemos usar algún juego con ellos y enseñarles herramientas y narrativa para que las comprendan con dibujos, cuentos o poniéndole una palabra a la emoción como propone el psicólogo y Doctor en Educación Rafael Guerrero en su libro ‘Educación emocional y apego’.

Puede reconocer señales no verbales

A través del lenguaje corporal y las expresiones faciales, los niños con una inteligencia emocional desarrollada son capaces de captar los sentimientos de otras personas e identificar por ejemplo si están tristes.

Reem Raouda explicaba a la CNBC que para desarrollar esta habilidad es bueno “tener conversaciones reflexivas con ellos sobre su día y analizar las emociones que observaron en las personas con las que interactuaron”. Si nos hablan de uno de sus amigos del cole, podemos preguntarles “¿cómo crees que eso hizo sentir a tu amiga?” para comenzar una conversación sobre esas emociones que vieron.

Muestra empatía

Una de las características vinculadas a la inteligencia emocional es la empatía, que nos permite entender las emociones y sentimientos de otras personas. Es una habilidad que va más allá de ponernos en el lugar de otra persona, porque entendemos lo que le ocurre aunque no pensemos igual o no estemos de acuerdo con ellas.

Esta habilidad social nos permite, como nos explicaba Iria Reguera, “tener mejores relaciones sociales, reduce los prejuicios, el bullying, las discriminaciones y el racismo y nos hace sentir personalmente mejor”. En los más pequeños, la mejor forma de desarrollarla es que la vean en nosotros y que se la mostremos con actos reales ayudando a los demás. Que aprendan a escuchar y preguntar a otras personas viendo cómo lo hacemos nosotros. No es magia, solo requiere un poquito de trabajo.

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Es capaz de escuchar

Puede parecernos que los niños no nos escuchan, pero en muchas ocasiones lo hacen, son capaces de captar tus emociones, de hacerte preguntas y de mostrarse curiosos con lo que les cuentas. Esto es gracias a que han aprendido a practicar la escucha activa y la escucha reflexiva, dos imprescindibles en lo que a comunicación se refiere.

De nuevo la mejor fórmula para desarrollarla, tal y como explica Raouda, es que lo hagan por imitación. “Cuando tu hijo tenga una historia que contar, préstale toda tu atención. Haz contacto visual, deja todo lo que estés haciendo y ponte a su nivel. Reflexiona y repite lo que te están diciendo para demostrarle que realmente estás escuchando”, asegura la experta.

Se adapta

La capacidad para adaptarnos a los cambios es innata en los seres humanos. Iria Reguera nos explica que “Las personas no solo debemos adaptarnos a las circunstancias, sino que somos extremadamente capaces de hacerlo”.  En el caso de los niños, si ven en nosotros que un cambio de planes no es algo malo, sino la oportunidad de hacer algo diferente, estaremos fomentando su capacidad de adaptación, algo que luego les servirá para desarrollar resiliencia.

Si nos mostramos flexibles y tranquilos en nuestras propias reacciones ante cualquier cambio, el niño podrá emular nuestro comportamiento. Además, podemos aprovechar esos cambios para que el niño aprenda también a buscar soluciones preguntándole qué podemos hacer cuando se produzca ese cambio de planes. Un ejemplo, pensabais pasar la tarde en el parque, pero llueve a mares. Pregúntale qué podemos hacer en casa y que sea él mismo quién solucione el problema.

Es capaz de autorregularse

Dentro de la gestión de las emociones entra la competencia de autorregularse. Por ejemplo, aprender a gestionar la frustración cuando pierde una partida en un juego de mesa. “Los niños emocionalmente inteligentes pueden manejar sentimientos importantes, mantener la calma cuando las cosas se ponen difíciles y tomar decisiones inteligentes”, explica la experta en crianza.

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Según Raouda, la mejor forma de desarrollar esta habilidad empieza en nosotros y en nuestra autorregulación. Evitar reaccionar de forma exagerada para que los niños aprendan que las emociones pueden gestionarse. Un ejemplo, conducir al colegio y pitar y gritar a otros conductores es un mal ejemplo. Si nos ven mantener la calma en esos momentos, aprenderán muchísimo más.

La experta nos invita también a usar la técnica de “pausa y respiración” en la que le enseñas a tu hijo a respirar profundamente o a contar hasta 10 en momentos difíciles. La verdad, es algo que los adultos deberíamos practicar más a menudo.

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Fotos | Xavier Mouton Photographie, Charlein Gracia, Patty Brito y Sai De Silva en Unsplash

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