Anabel Palomares
EditorEl cerebro no saca su mejor versión cuando aprovechamos al máximo nuestro tiempo y llenamos cada hora de nuestro día. Esa obsesión por la productividad extrema, provocada en parte porque vivimos en la cultura del ajetreo, no deja espacio ni para el descanso. Pero ¿y si en lugar de aprovechar al máximo nuestro tiempo, dejáramos que el cerebro descanse y la mente divague? Es lo que explica el neurocientífico Joseph Jebelli en su libro ‘The Brain at Rest’: pasar tiempo a solas y descansar es mucho más beneficioso y uno de los rasgos que tienen en común las personas más inteligentes del mundo.
La soledad no deseaba es un problema, pero cuando elegimos la soledad de forma activa podemos conseguir muchas cosas, desde cultivar una mayor autoconciencia y mejorar nuestra inteligencia emocional, hasta impulsar la creatividad si hablamos de niveles cognitivos. Con dejar descansar al cerebro no hablamos de meditar. O al menos no solo de eso. El experto asegura que cualquier actividad como escribir, tocar un instrumento, pintar o hacer jardinería, si se hace en momentos de aislamiento, provoca que “la red predeterminada esté ocupada forjando nuevas conexiones sinápticas, fortaleciendo nuestras habilidades, aumentando nuestra capacidad para absorber nueva información y nutriendo nuestra creatividad de manera más efectiva”. Y todo esto pasa en soledad.
Como explica en el libro, “muchas de las personas más exitosas e inteligentes del mundo preferían estar solas”. Por ejemplo, desde los años 90, Bill Gates se aísla de forma periódica en sus "semanas para pensar", en las que se va completamente solo a una cabaña delante del mar para leer y pensar en cómo enfocar nuevos proyectos. De una de esas semanas nació Internet Explorer en 1995. La soledad también ayudó a Leonardo Da Vinci que se dice que se quedó mirando ‘La Última Cena' durante horas antes de añadir una pincelada y marcharse.
Según Jebelli “cuanto más tiempo puedas pasar solo, sobre todo cuando realmente te apetece estar solo, mejor será para tu cerebro”. Puedes comenzar por algo sencillo y buscar 10 minutos de soledad al día. “Busca un lugar tranquilo donde no te molesten y aprovecha ese tiempo para sentarte y respirar. Este pequeño paso puede ayudar a que el cerebro entre en un estado de relajación y a iniciar el proceso de activación de la red neuronal”, explica el neurocientífico en el libro.
También recomienda que seamos selectivos con el tiempo que pasamos socializando. “Asegúrate de que, cuando socialices, sea una actividad significativa y de calidad. Muchos pasamos tiempo con personas con las que no deberíamos porque nos sentimos obligados”. Esto aumenta los niveles de cortisol en sangre dejando de ser una hormona saludable para convertirse en una perjudicial para nuestra salud mental y física.
Si te cuesta pasar tiempo a solas, haz actividades que estén diseñadas para hacer en solitario, como pasear (mejor si probamos los paseos silenciosos), escribir un diario o practicar yoga. “Aprovecha tu tiempo de soledad para reflexionar sobre tus experiencias y sentimientos”, y con ello, aprender de nosotros mismos.
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