El Oscar al mejor maquillaje a La Ballena o por qué está mal que en pleno 2023 se sigan utilizando (y premiando) los fatsuit

Laballena
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Una de las mayores ventajas que tiene el trabajo de editora es que a veces, puedes utilizar tu voz para opinar sobre lo que consideras una injusticia o un error garrafal y hoy, para mí, es uno de esos días, porque voy a tocar un tema que lleva en mi cabeza desde el momento en que vi en la gran pantalla una de las películas más aclamadas de este año: La Ballena.

Una pequeña advertencia antes de entrar en materia: si tienes algún tipo de trastorno alimenticio, te recomiendo encarecidamente que evites ver esta película y dado el contenido de este artículo, puede que tampoco debas seguir leyendo.

Esta cinta dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada Brendan Fraser ha conseguido colarse entre las favoritas de la gala de los Oscars, ganando finalmente dos estatuillas: un merecido premio para el rescatado del olvido Fraser y otro al mejor maquillaje. Precisamente aquí es donde me han saltado todas las alarmas, porque en líneas generales, estamos hablando de premiar el uso de un fatsuit en pleno 2023.

Por supuesto, no queremos quitarle mérito a los artífices de esta caracterización tan realista, es un gran trabajo (objetivamente hablando) pero si ya de por sí el mensaje de esta película es tremendamente gordofóbico -como analizaré más adelante- incluir este tipo de trajes es en primer lugar, discriminatorio. Estoy segura de que existen infinidad de actores gordos esperando una oportunidad en una industria donde prácticamente no tienen hueco, que podrían interpretar ese papel sin necesidad de recurrir a un disfraz.

Estoy segura de que existen infinidad de actores gordos esperando una oportunidad en una industria donde prácticamente no tienen hueco, que podrían interpretar ese papel sin necesidad de recurrir a un disfraz.

Pero principalmente es un acto de gordofobia, ya que el fatsuit se ha utilizado a lo largo de la historia del cine y la televisión con motivo de mofa o incluso con violencia, ridiculizando y poniendo el foco en todas las personas gordas como un blanco fácil. Algo que se ha incrementado desde que las redes sociales forman parte de nuestras vidas, afectando directamente a la salud mental de muchas personas de este colectivo ya de por sí castigado durante años.

Por qué debemos dejar atrás el uso del fatsuit

La triste realidad es que hemos visto muchísimas veces el traje de gordo, especialmente en películas y series de comedia. Ejemplos de hace años que siguen en nuestra retina, como el de Mónica Geller en Friends - al que se le asociaba esa imagen de glotonería incontrolable y a la que Chandler rechazaba únicamente por su físico - o aún más reciente en el polémico caso de La que se avecina con una humillante representación de las personas gordas, que viralizó protestas de todo tipo en twitter.

La propia actriz y el equipo justificaron este uso del fatsuit con el embarazo de Miren, pero la verdad es que hay mil y una formas de disimularlo, sin necesidad de recurrir a este disfraz. Especialmente si se utiliza para crear escenas tan humillantes como la de el personaje llorando en el suelo sin poder levantarse, perpetuando el tópico capacitista que considera a las personas gordas vagas y débiles.

Precisamente este argumento es el que hemos visto en La Ballena, una película que pretendía concienciarnos sobre la vida de las personas con obesidad, pero que finalmente ha resultado ser un relato violento, con poco tacto y con una imagen bastante reduccionista de un trastorno alimenticio tan grave como el que sufre Charlie. En lugar de poner el foco en su salud mental, se centra en culpabilizar al enfermo, sin tener en cuenta el factor psicológico.

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Es algo que vemos claramente en el uso de los planos cortos cuando come, el sudor, las caras de terror su amiga -o incluso de asco- de su hija cuando lo ven engullir, son ejemplos que confirman que lo que pretendía el director no era concienciar sobre la realidad, si no más bien crear repulsión. No nos imaginamos este tipo de caras o comportamientos con otros trastornos, ni esa carga de culpabilidad hacia la persona que lo sufre, sin la más mínima compasión.

La opinión de expertas y activistas sobre el tema

Cuando terminó la película no era capaz de verbalizar por qué o qué estaba mal, pero sabía que algo fallaba. Me sentí triste, aterrorizada y muy atacada, como si de alguna manera me estuvieran insultando - ni me paré a comentarla con con mis amigos a la salida del cine -; no fue hasta unos días después, cuando Andrea Compton describió en su perfil de Instagram lo mismo que yo sentía que pude poner palabras a mis sentimientos.

 

La youtuber y creadora de podcast quedó tan sensibilizada con el tema que acudió  a los propios premios Idolo con una falda que denunciaba precisamente el uso de este tipo de trajes. Al igual que yo, ella en su momento no pudo expresar que sintió al ver la película y lo hizo compartiendo una publicación de la psicóloga experta en gordofobia, Ana Pau Molina donde deja bastante claro por qué debemos dejar de usar este tipo de trajes en televisión.

 

Ana, entre otras reflexiones, tacha a la película (y al director, al que la inspiración le llegó tras sufrir una ''mala racha'' en la que ganó algo de peso) de poca empatía. Afirma que más que concienciar sobre la vida de personas como el protagonista de la película, lo que persigue es generar desagrado y miedo (a engordar por supuesto).

No busca tener una mirada nueva sobre las personas gordas, al contrario, lo que consigue es perpetuar el mito de que la gente gorda lo está por pura debilidad y justificar -una vez más- la violencia contra ellos, por falta de autocontrol. Ya la propia elección del nombre de la película nos da pista, poniendo el foco en uno de los insultos que más hemos recibido a lo largo de los años las personas gordas: ballena.

 

Precisamente en esta línea una de las activistas anti-gordofobia más importantes del panorama nacional se apuntó también al ''vestido protesta'' con esa palabra -entre otras- en su vestido. Hablamos de Croquetamente, nominada a los premios Ídolo que acudió con este diseño reivindicativo a la gala.

Visto lo visto, aunque gracias a activistas como Mara, a psicólogas especializadas como Ana y a algunos especialistas en nutrición que promueven una alimentación sin culpa aportando un poco de esperanza, queda mucho por hacer parra acabar con la discriminación a las personas gordas y su representación en el mundo del cine, la televisión y la vida en general...

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Fotos | La ballena

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