Estas frases hacen que los niños no quieran escuchar. Parecen inofensivas pero son tóxicas

Reem Rouda, experta en crianza consciente, advierte que “usarlas con los niños bloquea la comunicación y enseña obediencia ciega”

Frases Toxicas Que Evitar Para Que Tus Hijos Escuchen
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Anabel Palomares

Editor

Que un hijo se niegue a escucharte es frustrante. Que cualquier persona lo haga, en realidad. Pero si hablamos de los niños a los que estamos intentando criar para que sean adultos resilientes, empáticos y felices, la frustración es mayor aún. Según la coach de crianza consciente Reem Rouda explicaba en la CNBC, después de estudiar a más de 200 niños y sus relaciones con sus padres, ha visto que aquellos con una mayor inteligencia emocional hablan con sus hijos sin recurrir a amenazas ni sobornos. “Usan un lenguaje que incita a los niños a cooperar”, explicaba.

En su vocabulario no existen ninguna de estas cinco frases tóxicas que “hacen que, instantáneamente, los niños no quieran escuchar y suelen desencadenar la reacción de lucha o huida del niño, activando la parte del cerebro centrada en la supervivencia en lugar del aprendizaje”, como asegura la experta. Sin embargo, si usamos un lenguaje más consciente y que respeta la autonomía del niño sin dejar de mantener límites, “la cooperación se vuelve natural”.

“Porque lo digo yo”

Esta frase, “bloquea la comunicación y enseña obediencia ciega”, explica Rouda. No dejamos espacio para réplica, es un punto y final. En cambio, explicar tu razonamiento, aunque sea brevemente, “ayuda a tu hijo a sentirse respetado” como asegura la experta. En lugar de decir ese “porque lo digo yo”, recomienda probar con “Sé que no te gusta esta decisión. Te lo explicaré y luego seguimos adelante”. Lo que haces de esta forma es modelar un liderazgo respetuoso. Sigues siendo quien manda, pero no de una forma autoritaria sino calmada, y sin dar espacio a la negociación pero desde el respeto.

“Si no me escuchas, perderás…”

Las amenazas, como decirle que si no hace X se quedará sin Y, producen un enfrentamiento y provocan, según la experta, que el niño se ponga a la defensiva. En su lugar podemos seguir imponiendo autoridad y manteniendo firmes los límites, pero dando la libertad al niño de decidir cuándo está listo. Rouda recomienda una frase: “Cuando estés listo para hacer [X comportamiento específico], podemos hacer [X actividad deseada]”.

“Deja de llorar. Estás bien”

La invalidación emocional no solo viene de una pareja, corremos el riesgo de hacerlo cualquiera y a cualquiera. Con la frase “Deja de llorar, estás bien”, estamos ignorando las emociones del niño y les enseñamos sin darnos ni cuenta, que “sus sentimientos son incorrectos o demasiado difíciles de manejar”, explica Rouda. En cambio, “cuando un niño se siente escuchado, se calma más rápido y confía más”, asegura la experta, y puede conseguirse con un “Veo que estás enfadado/triste/angustiado/nervioso. Dime qué ocurre”.

“¿Cuántas veces tengo que decírtelo?”

En lugar de esta pregunta, que presupone de alguna forma que el niño nos ignora deliberadamente, podemos probar con la propuesta de Rouda: “Hemos hablado sobre esto varias veces. Ayúdame a entender por qué te está costando”. La experta explica que, aunque en muchas ocasiones parezca que el niño nos está desafiando, en realidad hay confusión, desconexión o simplemente no sabe hacerlo. Evitando la pregunta y usando el otro planteamiento “invitamos a la resolución de problemas en lugar de a la culpa, y eso llega a la raíz del problema”, afirma Rouda.

“Lo sabes mejor que eso”

La frase avergüenza al niño y cuestiona su integridad. En cambio podemos cambiar la mentalidad y buscar la colaboración con un “Algo te impide ser mejor en este momento. Hablemos de ello”. La experta explica que esta frase “fomenta la autorreflexión en lugar de la actitud defensiva”, y transmite el mensaje de que creemos en ellos y estamos para ayudarles.

Sé que es complicado y no siempre podremos evitar decir alguna de estas frases en momentos de estrés, pero si queremos que nos escuchen y cooperen de forma natural, debemos hacer que se sientan respetados, emocionalmente seguros e involucrados en el proceso como explica Rouda. “Cuando respondemos con empatía y liderazgo, en lugar de control y crítica, reducimos las luchas de poder y criamos niños que confían en nosotros, se regulan más fácilmente y se convierten en adultos emocionalmente resilientes”, asegura la experta.

Fotos | Reem Rouda, Foto de Tamara Govedarovic en Unsplash

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