La flor de Pascua no es la única planta que rompe con la idea de que las flores son exclusivas de la primavera y que el invierno es un páramo sin color. Otro buen ejemplo es el cactus de Navidad, del que ya te contamos todos los secretos para que nos dure todo el año. Aunque hoy os vamos a hablar del ciclamen, que pinta los meses de frío con vibrantes tonos rosas, morados, naranjas y blancos.
El ciclamen, con su raíz en forma de tubérculo, es una planta que pertenece a la familia de las primuláceas. Al ser originaria del Mediterráneo oriental, puede soportar climas fríos y esta resistencia, sumada a los pocos cuidados que demanda, la convierte en una excelente opción para darle vida al hogar o al jardín en pleno invierno.
Si recibe el cuidado adecuado, el ciclamen puede alcanzar una altura de entre 30 y 40 centímetros, además de alegrar con sus coloridas flores las semanas más grises, frías y tristes del año. Para ello, es esencial colocarlo en un lugar adecuado. De este modo, en interiores es mejor que reciba luz indirecta y que esté alejado de fuentes de calor (como radiadores o chimeneas) porque pueden deshidratarlo rápidamente.
Además, hay que proporcionarle el fresco que necesita. Por otro lado, si se cultiva en exterior (siempre y cuando sea una zona de clima estable), el ciclamen también puede soportar bien las bajas temperaturas. En lo que respecta al riego, se trata de otro aspecto clave para que florezca en su máximo esplendor.
El ciclamen es una planta que necesita agua, aunque en su justa medida, porque un exceso puede pudrir sus raíces. Un riego semanal suele ser suficiente, pero esperando siempre a que el sustrato esté completamente seco antes de volver a regar.
No obstante, el método más recomendable es la inmersión. Es decir, colocar la maceta en un recipiente con agua durante unos minutos y dejar que escurra bien, evitando así que se quede el agua estancada en el plato. Además, para nutrir la planta y estimular la floración, es conveniente añadirle al agua de riego un abono líquido rico en potasio cada dos semanas. Este nutriente ayudará a mantener sus flores coloridas y sus hojas saludables.
Con lo que hay que tener cuidado es con las plagas. Una de las que puede afectar a esta planta es un hongo que aparece con el exceso de humedad o una ventilación deficiente. Así que, para prevenir, lo ideal es mantener la planta en una zona aireada y no demasiado cerca de otras plantas. De este modo, evitamos que sus hojas y flores se mojen y reducimos el riesgo de que aparezca este hongo.
Foto de portada | Pxhere
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