La técnica 3-3-3 ha conseguido que diga adiós a la procrastinación y aumente mi productividad teletrabajando

Este método utiliza la gestión del tiempo, la priorización de tareas y el deep work en una única solución basada en el número tres

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Dicen que el número tres es la clave del universo. Son tres las leyes de Newton, tres los lados de un triángulo sobre los que descansa el teorema de Pitágoras. En la cultura medieval cristiana se consideraba un número perfecto, que simbolizaba el movimiento continuo y la perfección de lo acabado. Y también el tres es el responsable de aumentar nuestra productividad.

Aunque existe la técnica del 3-3-3 para controlar la ansiedad que se hizo viral en redes sociales, hoy te vamos a hablar de un método destinado al trabajo y que lleva el mismo nombre y que se popularizó gracias a Oliver Burkeman, autor del famoso libro ‘Cuatro mil semanas: Gestión del tiempo para mortales’.

En qué consiste la técnica del 3-3-3

La técnica o método del 3-3-3 busca lo mismo que la técnica Pomodoro, aumentar la productividad, pero usando la priorización como la matriz de Eisenhower y apoyándose en las horas más productivas de nuestro día, como en la técnica del reloj biológico. Un mix de todas.

Tal y como el experto explica en su libro, consiste en repartir el trabajo en tres escalones o etapas. La primera es dedicar tres horas a tres tareas importantes que requieren concentración máxima. Las tres primeras horas de la jornada suelen ser las más productivas en general, porque estamos más despiertas y concentradas. En esas tres horas haremos deep work para aumentar aún más la concentración con el objetivo de priorizar las tareas, evitar la procrastinación y aumentar la productividad.

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Como solo tenemos tres horas para esas tres primeras tareas, aplicaremos la ley de Parkinson y estas se reducirán en tiempo. Es importante que si el proyecto es muy grande, dividamos el mismo en fases o tareas más pequeñas para asegurar su ejecución. Y una cosa: vital que aprendamos a priorizar de manera efectiva y para eso lo que mejor funciona es la matriz de Eisenhower.

La segunda etapa consiste en hacer tres tareas urgentes, pero para las que no necesitemos tanta concentración. Evidentemente no es posible que la productividad esté al máximo durante 24 horas todos los días a la semana, por eso después del sobreesfuerzo de la primera hora, el experto recomienda que en esta segunda fase se hagan tres pequeñas tareas como pueden ser una reunión o un análisis de datos. Estas tareas exigen concentración pero mucho menos que las anteriores. En mi caso, y siguiendo el consejo de Jeff Bezos, las reuniones siempre las acoplo a esta parte del día y evito ponerlas a primera hora de la jornada.

La tercera etapa es hacer tres tareas de mantenimiento a última hora del día, como contestar emails, hacer una llamada a un cliente o planificar el próximo día de trabajo. Así, nuestro cerebro termina la jornada con una menor intensidad, y te puedo asegurar que a esas horas te sientes más ligera porque lo importante y lo urgente ya está hecho.

Y si teletrabajas como yo y quieres rematar el día, lo mejor es que hagas un descanso activo justo después de la jornada. Solo te llevará 15 minutos y consigue que separemos mejor la vida laboral y personal. Tu salud mental te lo agradecerá.

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Fotos | Alexa Williams y Carl Heyerdahl en Unsplash

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