Anabel Palomares
EditorEn uno de sus vídeos de divulgación, el doctor de Harvard Arthur C. Brooks exploraba cuáles son las maneras de ser feliz y aseguraba que después de diversas investigaciones, “la gente más feliz a lo largo de la vida tiene este hábito en común: siguen aprendiendo”. Concretamente leen mucho, como explica Brooks, pero el motivo no es otro que la curiosidad innata por aprender porque esa curiosidad, rasgo que comparten las personas inteligentes y aquellas con altas capacidades, tiene una relación directa con la satisfacción personal y por lo tanto, con la felicidad.
Lo que explica Brooks es que la forma de aprender a lo largo de la vida no tiene que ser necesariamente leyendo, porque la clave de esa felicidad duradera es “aprender y mantenerse mentalmente activo y adquirir conocimientos”, y añade que “lo fundamental es aprender sobre cosas que no tienes por qué aprender”. Lo que nos gusta tiene que ver con nuestros genes y entorno según la ciencia, pero mantener cierta curiosidad por temas de cualquier tipo, hasta los que al principio pensarías que no te interesan, estimula nuestro cerebro.
Hay evidencia científica de sobra que respalda la idea de que el aprendizaje continuo está relacionado con mayores niveles de bienestar, y si lo analizamos de cerca vemos que esos beneficios se producen de forma directa e indirecta. Me explico, somos más felices porque aumenta nuestra sensación de competencia y propósito (efectos directos) y también porque es posible que así consigamos un mejor trabajo y un mejor sueldo que nos ofrezca la oportunidad de alcanzar una seguridad financiera (efectos indirectos) y que eso nos permita dedicar más tiempo a aquello que nos gusta y nos hace felices.
El verdadero secreto de la felicidad no es solo de tener amigos inútiles, como explicaba Brooks, “sino de la inutilidad de la información real que simplemente te resulta interesante”. Es decir, no necesitas aprender más para conseguir algo, sino simplemente disfrutar de aprender sobre algo que te interesa de una u otra forma. Te pongo un ejemplo práctico, el mío. Trabajo escribiendo sobre estilo de vida pero me encanta leer y aprender más sobre temas que nada tienen que ver con mi trabajo, como botánica y escultura. Aprender sobre esto no me proporcionará, a priori, nada, pero me encanta aprenderlo igual. Me hace sentir satisfecha.
“Los seres humanos estamos diseñados para aprender. Nos encanta aprender y hay una razón evolutiva para ello”, analiza. Nuestros antepasados vivían mejor si aprendían más porque les daba una ventaja física y de supervivencia sobre el resto. “Por eso recibimos tanta satisfacción y disfrute cuando aprendemos cosas de forma natural”, porque aprender despierta emociones positivas. Concretamente el interés, que el experto define como una de las emociones positivas básicas.
Las personas más felices son las que nunca dejan de aprender. “No lo hacen por obligación, sino por curiosidad”, señalaba Arthur C. Brooks. Para el experto la curiosidad es un motor esencial para la felicidad y cultivarla es tan fácil como abrir un libro y aprender algo nuevo con él.
Fotos | YouTube Dr. Arthur Brooks
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