Joel Calata
EditorLa obesidad es uno de los problemas de salud más graves en México. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018, el 75.2% de los adultos mayores de 20 años presentan sobrepeso u obesidad. En el caso de los niños de 5 a 11 años, el 35.6% muestra esta condición. Estas cifras reflejan una tendencia preocupante que afecta tanto a adultos como a menores.
Sin embargo, México enfrenta una paradoja en materia de salud pública: aunque es el país con mayor número de gimnasios en América Latina, también ocupa uno de los primeros lugares en obesidad a nivel mundial. Esta contradicción revela que la disponibilidad de instalaciones para el ejercicio no se traduce necesariamente en hábitos saludables entre la población.
De acuerdo a un estudio en el que se proyecta que para 2035, el 56% de la niñez mexicana sufrirá de sobrepeso, esto se podría traducir en altos costos para el sistema de salud y una reducción en la esperanza de vida.
En contraparte, México es el país con la mayor cantidad de gimnasios y clubes de ejercicio en América Latina. En 2019, se registraron 12,871 gimnasios en el país, con aproximadamente 4.26 millones de personas inscritas, lo que representa apenas el 3.3% de la población total.
Con una industria del fitness que genera ingresos anuales de aproximadamente 456.5456.5 millones de dólares, se espera que este mercado duplique su tamaño en los próximos cinco años, y una muestra de este éxito es la cadena SmartFit, que opera 318 gimnasios en todo el país, consolidándose como una de las principales redes de centros de entrenamiento.
¿Entonces porqué México es obeso?
La coexistencia de una infraestructura robusta para el desarrollo físico y los altos índices de obesidad entre la población sugieren que factores como la educación nutricional, el acceso a alimentos saludables y la cultura del ejercicio físico juegan un papel crucial, ya que la presencia de gimnasios no garantiza su uso efectivo ni la adopción de hábitos saludables por parte de la población.
El Gobierno de México, antes de la implementación de la eliminación de la comida chatarra de las escuelas, emprendió una iniciativa en donde vialidades y parques públicos se instalaron aparatos de ejercicio que la población podía usar de forma gratuita, sin embargo, estos fueron cayendo en el abandono por múltiples razones, entre ellas, la inseguridad de poder realizar ejercicio al aire libre y la constante mala calidad del aire debido a la contaminación.
Además, si tomamos en cuenta el estilo de vida sedentario que limita la adopción de hábitos de ejercicio regular, el costo de las membresías que puede ser prohibitivo para una parte significativa de la población y el alto índice de deserción por falta de motivación y cultura física, nos topamos con una barrera que impide a la población adoptar hábitos saludables.
Foto de Sam Moghadam en Unsplash
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