Las biscotti al cuchiaio son unas pastas tremendamente fáciles de hacer, para las que no se necesita ningún utensilio especial. Su nombre viene precisamente del método con el que se da forma a la masa: formando pegotes con una cuchara. Aquí no importa la estética sino la sencillez y velocidad de preparación. Con su aspecto irregular y textura rústica, recuerdan un poco a esos dulces de antaño, como las galletas de pueblo o los riquísimos bollinos de nata gallegos. Desde luego, son perfectas para esos días en los que nos levantamos con el paladar más goloso.
Precalentamos el horno a 180 ºC con calor arriba y abajo y preparamos dos o tres bandejas con papel de hornear. Procuramos que la mantequilla esté blanda y los huevos a temperatura ambiente.
Batimos la mantequilla con unas varillas eléctricas o batidora en un recipiente amplio junto con el azúcar moreno. Añadimos los huevos y batimos más hasta tener una mezcla cremosa homogénea. Incorporamos el resto de ingredientes y mezclamos hasta obtener una masa sin grumos, bastante húmeda pero espesa.
Distribuimos la masa con una cuchara en las bandejas, dejando algo de separación entre ellas. Se les puede dar forma al gusto, formando pegotes más gruesos si se prefieren galletas más tiernas, y del tamaño que se prefiera. Para darles un mejor acabado, alisaremos cada porción con la cuchara o los dedos humedecidos.
Horneamos una bandeja, cada vez, durante unos 15-18 minutos hasta que estén doradas. Las dejamos reposar un poco fuera del horno antes de llevar a una rejilla y dejar que se enfríen por completo.
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