Siete comportamientos que demuestran que estás enamorada pero la otra persona no siente lo mismo

Le has escrito por la mañana y son las nueve de la noche y aún no ha contestado. No pasa nada, quizá está ocupado. aunque ahora que lo piensas, siempre que quedáis es porque tú le dices que quieres verle. Y cuando no le escribes, no sale de él darte los buenos días. Piensas constantemente en tu relación con esa persona pero cuando lo habláis, él se muestra ambiguo. Tú estás enamorada pero la verdadera pregunta es si él lo está. Para averiguarlo vamos a recurrir a la psicología y descifrar algunas de las señales que te indican que eso que sientes es amor, pero no es lo mismo en su caso.

Evidentemente ninguna de estas señales es una prueba irrefutable de que estés viviendo un amor correspondido, pero si te suenan varias y las sientes cercanas, es posible que sea el momento de hablar con sinceridad con esa persona y tomar algo de distancia para quererte más.

Sientes que  solo te esfuerzas tú

La sensación de que estás en una relación unilateral puede ser descorazonadora. Tú comienzas la mayoría de las conversaciones, haces los planes, piensas en el futuro. Eres tú quien busca mantener la conexión mientras que la otra persona solo te da migajas. Este patrón refleja un comportamiento donde uno muestra más disponibilidad que otro y provoca un desequilibrio en la reciprocidad emocional porque no existen vínculos unilaterales. “Pedir reciprocidad en tus relaciones no es egoísmo, es dignidad emocional. No estás aquí para ser la única que da, la que siempre está disponible, la que entiende y comprende sin recibir lo mismo a cambio”, explicaba el psicólogo Luis Miguel Real.

Cuando sientes que el esfuerzo es completamente o en su mayor parte tuyo, tu cerebro percibe un trato injusto (inequidad) y se activan regiones cerebrales relacionadas con el malestar social, las mismas áreas se activan ante el rechazo social y se generan ansiedad, frustración y sentimientos de insuficiencia. Si te preguntas porqué te mantienes ahí, la respuesta es el modelo de inversión de Rusbult: sentimos que hemos invertido compromiso, energía y sacrificios y hacemos una comparación con alternativas. Este metaanálisis reveló que cuanto más se ha invertido y menos alternativas se perciben, más difícil es abandonar la relación, incluso sabiendo que estamos en una situación desequilibrada.

Te aferras a los “tal vez” y las migajas

A nivel psicológico, que en una relación nuestra pareja solo nos de migajas puede activar el sistema de refuerzo intermitente. Esa incertidumbre además, puede aumentar la atracción. Que la otra persona responda solo de vez en cuando pero cuando lo hace sea la mejor pareja del mundo, refuerza más tu conducta porque activa el circuito dopaminérgico de anticipación, como en las adicciones. El cerebro aprende que “a veces” llega una respuesta, y eso basta para mantener el enganche emocional. Esas pequeñas muestras de amor e interés por su parte, te mantienen con esperanza y terminas invirtiendo más tiempo y energía por así, tal vez, te quiera como mereces. 

Interpretas significados profundos en señales ambiguas

Te pongo un ejemplo para que entiendas esto. Cuando tarda en contestar piensas que se hace el interesante. Cuando es amable tú interpretas que le gustas. En las citas, sobreestimar el interés romántico o sexual de otras personas en situaciones ambiguas es más común de lo que parece. Cuando estamos enamoradas tendemos a reinterpretar conductas ambiguas como señales de amor o reciprocidad por lo que se conoce como sesgo cognitivo de atribución: asignamos intenciones positivas a conductas ambiguas porque deseamos que sean reales. Esto también está relacionado con el sistema dopaminérgico de recompensa porque cualquier pequeño gesto que pueda interpretarse como una “esperanza”, activa la misma vía que una recompensa real.

Tienes sentimientos obsesivos hacia la otra persona

Piensas en la otra persona constantemente, pero en realidad, no pasas mucho tiempo con ella de forma constante. Es como si la relación solo estuviera en tu cabeza. Analiza la famosa bachata de Aventura que hasta Rosalía lo cantó juntos a Romeo Santos. “Son las cinco en la mañana y yo no he dormido nada…”. Esta es la definición musical de la limerencia o enfermedad del amor, un estado mental involuntario fruto de la atracción romántica hacia alguien en el que sentimos una necesidad obsesiva de ser correspondido que explicaba la psicóloga Dorothy Tennov. 

Es una especie de apego involuntario que se asemeja a un comportamiento compulsivo, con pensamientos intrusivos y un fuerte miedo al rechazo. Si la relación está más en tu mente que en la vida real, puede que no haya un amor mutuo.

Tu estado de ánimo fluctúa con su atención

La antropóloga Helen Fisher dice que el amor romántico es principalmente un sistema de motivación, más que una emoción, especialmente en las primeras fases del enamoramiento. El amor funciona como un impulso que busca recompensa y cuando no es correspondido, ese mismo impulso puede llevarte a perseguir un resultado que nunca llega, pero te mantiene en una montaña rusa emocional. Si sientes euforia cuando te escribe pero te desanimas cuando no lo hace, en realidad es tu sistema de recompensa el que actúa.

Piensas que el problema está en ti

La otra persona no te contesta pero tú crees que es porque dijiste algo malo. En lugar de reconocer la falta de reciprocidad, te culpas y esfuerzas más para compensar (“debo hacer más para gustarle”). Te atribuyes la culpa de algo que no es cosa tuya (sus sentimientos) y esto se relaciona con el locus de control interno disfuncional: asumes responsabilidades por algo que no depende de ti. En este caso, esta señal también puede relacionarse con patrones de apego ansioso en los que se intenta ganar amor mediante un sobreesfuerzo o complacencia a la otra persona.

Tu autoestima es cambiante

Tu autovaloración depende de cómo te percibe esa persona y se relaciona con lo que se conoce como autoestima contingente, una autoestima frágil que depende de los condicionamientos externos, especialmente en las relaciones interpersonales. Lo que ocurre es que cuestionas constantemente tu valía, te comparas con otras personas que podrían gustarle y sientes ansiedad. Y si llega el rechazo, hasta lo sientes físicamente porque activa regiones cerebrales implicadas también en el dolor físico. 

El amor mutuo se siente y surge por sí solo. Si has pedido que la otra persona sea clara con sus sentimientos uno has recibido una respuesta clara por su parte, piensa que no tienes que perseguirlo, descifrarlo lo que pasa por su mente ni ganártelo. Lo mejor que puedes hacer es alejarte para querer(te) de una forma mucho más sana.

Fotos | The Deep Blue Sea (2011)

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