“El amor de tu vida no existe. Existe el amor que te atreviste a vivir en ese momento de tu vida” Con esta frase comienza el transformador vídeo de Eva Murillo, psicóloga especializada en inteligencia emocional. Y es que con él ha roto uno de los mitos del amor romántico que más nos ha acompañado siempre. El de que solo hay un amor verdadero y cuando se termina, no queda nada. Un amor que lo llenaba todo y del que ahora recuperarse tras la ruptura parece imposible.
Nos vendieron que el ideal de amor era el de Romeo y Julieta, que no podían vivir el uno sin el otro, pero la verdad es que ese amor, además de trágico, tóxico y pasado de moda, es de todo menos cierto. Como bien explica Murillo, las historias de amor no son cosa del destino ni algo mágico. Ni siquiera son algo que pase una sola vez. Y cuando nos creemos esa historia, “cuando se acaba la relación tú también te acabas”, asegura la experta. Si queremos no perdernos en eso, lo ideal es usar la inteligencia emocional y entender que ese final no es el nuestro, sino el de una de las (muchas) relaciones que tenemos en la vida.
El peligro de entender el amor como único
Decía Rocío Jurado en una de sus canciones más famosas que “se nos rompió el amor de tanto usarlo”, porque querida, hasta la ciencia sabe que el amor (al menos ese amor pasional del principio que te hace creer que es el amor de tu vida) tiene fecha de caducidad. Según el doctor en neurobiología José Ángel Morales, el amor está en tu cerebro y te enamoras gracias a 29 áreas cerebrales distintas que dependen de hasta 10 sustancias neuroquímicas. Cuando se producen los cambios en el cerebro, percibimos que nos hemos enamorado y esa fase de enamoramiento que describía María Esclapez en su libro ‘Me quiero, te quiero’, no dura más de cuatro años. Eso no significa que la relación termine ahí, sino que ese enamoramiento intenso cambia si la relación se ha consolidado. En ese momento el apego permanece y encaramos el amor maduro.
La idea del amor de tu vida es solo una idea romántica más fruto de un cóctel de hormonas que nos aleja de la realidad que tan bien expone Murillo: “No todo el mundo llega para quedarse pero todos llegan para enseñarte algo”. Con el paso del tiempo, cambiamos y puede que lo que antes nos unía, ahora nos separe. Como explica la experta, si nos aferramos a la idea del amor de tu vida, vamos a “quedarnos atrapadas llorando por un personaje que ya no encaja en tu película”.
La psicóloga Celia Betrián nos contaba que “aferrarse a este mito romántico hace que relaciones tóxicas o relaciones en las que ya no hay amor continúen bajo el lema debemos estar juntos para siempre". Pensar que solo existe un amor, EL AMOR, es una de las creencias más limitantes que puedes tener en las relaciones. Te hace creer que es un tren que pasó y que no volverá, pero estás en la estación de Atocha y pasan trenes cada dos minutos. La clave quizá esté “en dejar de alimentar la idea de que aquello fue lo más grande que te va a pasar. Porque idealizar lo que ya no está sólo hace que te quedes atascado ahí. Esa relación ya no existe y, por mucho que la recuerdes con cariño, no volverá. No porque no fuera importante, sino porque ya fue. Y también está bien que así sea”, explica en otros de sus vídeos.
Y te lo dice alguien que habitaba ese pensamiento y ahora ha cambiado de parecer al entender que ese amor solo fue uno que me atreví a vivir, y aunque saliera mal, aprendí mucho de mí misma. Como bien dice Murillo, "el amor romántico no te salva. El amor propio sí", así que piensa menos en Romeo y Julieta y más en cómo Elsa de Frozen se salvó a sí misma.
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