La historia de Las chicas del cable: así son las mujeres en que se inspira la serie de Netflix

Netflix acaba de estrenar la cuarta temporada de Las chicas del cable, una serie de ficción española que no solo tiene un vestuario que nos enamora, sino que narra la historia de unas mujeres cuya amistad y lucha por la igualdad está marcando toda la historia en la serie.

Blanca Suárez, Ana Fernández, Nadia de Santiago, Ana Polvorosa y Maggie Civantos son las protagonistas indiscutibles de una serie que comenzó con en una empresa de telefonía, la primera de Madrid, y unas mujeres que se encargaban de la centralita, pero ¿cuál es la historia detrás de la que se inspiró?

Los comienzos de la telefonía

La primera llamada telefónica de la historia fue la de Alexander Graham Bell en 1876, según nos ha explicado el operador de comunicaciones Masvoz, y muy poco tiempo después, las centralitas que podemos ver en la serie española de Netflix se pusieron en marcha. 

En un primer momento los operadores fueron hombres, pero pronto esta profesión se convirtió en fundamentalmente femenina. Las operadoras conectaban de forma manual las llamadas introduciendo las tomas en las clavijas para poner en contacto a los interlocutores, exactamente igual a como hacían en la primera temporada una y otra vez Lidia, Carlota, Marga o Ángeles. 

Las chicas del cable, comenzó su andadura en el año 1928, pero en España se habla de que en 1886 ya existían operadoras en el servicio telefónico de Madrid, y en Cuba, territorio español en esa época, en 1877. 

Las verdaderas chicas del cable

Durante todo el siglo XX, España contó con centralitas manuales hasta 1988. En ellas se podía ver a mujeres trabajando y poniendo en contacto a personas de toda España y hasta de otros países, como cuando Ava Gadner hablaba con EEUU en el Madrid de los años 60 en Arde Madrid

La Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), fundada en 1924, fue la culpable de que muchas mujeres españolas pudieran acceder a un puesto de trabajo que les daba la oportunidad de trabajar fuera de las tareas del hogar.

Las chicas del cable de Netflix comenzaban su andadura el año en que Alfonso XIII realizó la primera llamada transoceánica desde el Edificio Telefónica de la Gran Vía madrileña, tal y como se puede ver en la serie. 

Las verdaderas chicas del cable de la época, necesitaban cumplir varios requisitos para presentarse a las oposiciones, como ser soltera, tener entre 18 y 27 años, no utilizar gafas, ser capaz de separar los brazos 1,55 metros. Además, realizaban varias pruebas de aptitud como dictados o una prueba con los auriculares. 

Ellas también eran un ejemplo de feminismo

Las telefonistas de esa época también eran un ejemplo de feminismo, como son las protagonistas de la serie. Mujeres que salían de los estándares que durante años se les había impuesto, que gozaban de una libertad envidiable y que permitió a muchas de ellas incorporarse al mercado laboral que, en esa época, no era lugar para mujeres.

Estaban preparadas, eran competentes, responsables y trabajadoras, y marcaron un antes y un después en el mundo laboral de la mujer

Es cierto que ciertos conceptos no se corresponden con la realidad que las telefonistas vivían en aquella época, pero son licencias que la ficción se toma para conseguir una historia que consiga enganchar aún más. Por ejemplo, las mujeres no podían trabajar una vez que estuvieran casadas, premisa que no se cumple con Marga en la serie.

Pero a pesar de que la ficción nunca supera a la realidad que vivieron todas esas mujeres, Las chicas del cable son un bonito reflejo de un trabajo que supuso un paso más del feminismo en España. Un paso que fue el precursor de una igualdad ahora mucho más palpable.

Foto | Las chicas del cable (Netflix)

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