La psicóloga Silvia Álava explica el preocupante comportamiento del espejo retrovisor que afecta cada vez a más personas

Cómo la mirada constante hacia el pasado te impide prestar atención al presente

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Nos pasa a menudo, vivimos rumiando ciertos recuerdos del pasado, deformándolos hasta una perfección casi onírica o en su defecto, ensuciándolos hasta la hipérbole. Se entremezclan con el resto de nuestros pensamientos diarios y los eclipsan. Como si de un retrovisor se tratase, mantenemos la mirada fija en ese espejo que nos devuelve la vista de lo que hay detrás y como ocurre en la carretera, no podemos fijar la mirada al frente si seguimos con las pupilas puestas en el pasado.

El comportamiento del espejo retrovisor, como explica Silvia Álava, Doctora en psicología clínica y de la salud: "no se trata de ningún tipo de trastorno. Los profesionales de la salud mental trabajamos con el manual de los trastornos psiquiátricos (DSM) y en ningún sitio hablamos de este concepto, si bien es cierto que es una conducta que podría hacer que perdamos el bienestar emocional, porque hay personas que viven muy ancladas en el pasado en lugar de vivir en el presente."

Como indica la psicóloga: "no podemos hablar de un síndrome, sino de un tipo de comportamiento que debemos intentar evitar porque puede poner en compromiso nuestra salud mental." No solo revivimos y recordamos una y otra vez nuestro pasado, sino que también moldeamos de forma errónea, casi siempre martirizándonos, quienes éramos meses o años atrás, distorsionando en consecuencia quienes somos en la actualidad. "Esto conlleva a veces muchas emociones desagradables como por ejemplo la culpa", advierte Silvia Álava. Difuminamos el potencial de nuestro presente aferrados siempre a las ideas ya vividas, incapaces de pasar página.

Bien es cierto que aunque la frase de que "aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo", se aplica a los aprendizajes y tropiezos de las vidas personales, los pensamientos obsesivos pueden llegar a inhabilitarnos. Y es que las personas que sufren este tipo de comportamientos se hallan inmersas en espirales de culpabilidad y presentan una baja autoestima, así como un alto nivel de autocrítica. Un cóctel que influye negativamente y compromete su bienestar emocional.

¿Cómo podemos saber si estamos sufriendo el comportamiento del espejo retrovisor?

Lo primero que debemos hacer es generar un nivel de autoconsciencia, y preguntarnos si generalmente estamos más presentes en el día a día o nuestra cabeza está continuamente recordándonos situaciones del pasado. Es imposible dar marcha atrás al tiempo y cambiar las cosas que sucedieron, por ello es importante reconocer esos pensamientos circulares y reconciliarnos con el pasado para poder decidir cómo va a ser nuestro futuro.

"Puede darse que existan situaciones traumáticas no resueltas, como abusos, acosos o situaciones especialmente complicadas, pero otras veces son pequeñas situaciones del día a día las que no hemos sabido digerir bien, ya que no hemos construido una buena narrativa sobre lo que nos ha ocurrido", advierte  Silvia Álava.

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¿Cómo podemos tratar este comportamiento?

Según el último informe del Sistema Nacional de Salud, en España la prevalencia de ansiedad ha aumentado un 34% en los últimos dos años, y es que detrás de los síntomas de este comportamiento del espejo retrovisor pueden encontrarse ciertos casos nos resueltos de ansiedad o depresiones. Como indica la psiccóloga: "cuando hablamos de depresión es sobretodo que nos hemos quedado anclados en situaciones del pasado, que en ocasiones no nos han gustado o no hemos sabido muy bien como procesar, mientras que cuando hablamos de ansiedad, muchas veces lo que está pasando es que estamos pensando que el presente va a ir mal."

Según Silvia Álava: "es muy importante trabajar la capacidad de autoconocimiento y sobretodo el metaconocimiento, es decir, conocernos bien a nosotros mismos, saber muy bien de donde venimos, hacia donde vamos y cómo funcionan nuestras emociones. Esto puede tener un efecto beneficioso para integrar las cosas que nos pasan, establecer una narrativa coherente que nos permita analizar aquello que nos ha pasado, pero siempre con el objetivo de seguir adelante, sobretodo teniendo la mirada puesta en el futuro."

Ante el continuo traqueteo de los pensamientos girando en bucle en nuestra cabeza, la psicóloga insiste: "tu no puedes juzgar lo que hiciste en el pasado desde el presente porque hoy eres una persona completamente diferente y además tienes un conocimiento que antes no tenías." Y es que en ocasiones apostamos por decisiones que no son las mejores porque carecemos de la información que tenemos en el presente. Lejos de martirizarnos por esas acciones que llevamos a cabo en el pasado, la clave está en poder aceptarlas.

Fotos | Instagram, Andrew Neel en Pexels

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