Caitlin Slavens es psicóloga especializada en trauma infantil, adolescente y de adultos. Es madre y experta en crianza y tiene más de 10 años de experiencia en psicología clínica. Y como profesional tiene claro que la ira es una emoción que en ocasiones es importante. También para los niños.
Como nos explicaba mi jefa Iria Reguera, psicóloga y directora de Trendencias, que ha sido la persona que nos ha recomendado a Slavens, las emociones en realidad no son negativas ni positivas buenas. Simplemente son. Y en lugar de preocuparnos por etiquetarlas en buenas o malas, lo que deberíamos hacer es aprender a gestionarlas y enseñar a los niños a hacerlo también.
Es algo que podemos observar claramente en la rabieta de un niño. Los padres con inteligencia emocional, saben que el enfado, la ira o la frustración que sienten los niños a veces es tan normal como el enfado, la ira o la frustración que como adultos sentimos de vez en cuando. Piensa, por ejemplo, en el momento en que pierdes un vuelo. No creo que esa situación te alegre. O cuando se intentan colar en el super o cuando un compañero trata de llevarse el mérito por un trabajo que hemos hecho nosotros. Todas esas situaciones generan emociones en nosotros como el enfado o la ira.
Cuando el niño tiene una rabieta, se enfada o muestra ira, no es bueno frenar o demonizar esa emoción en el niño, sino enseñarle a autorregularse, como nos explicaba la psicóloga Aliza Pressman. En la misma línea, la también psicóloga (y madre) Caitlin Slavens explica a la CNBC, que hay tres frases que son las que los padres deberían decir en ese momento.
“¿Cómo de enfadado te sientes ahora mismo?”
Esta simple pregunta es la forma que un padre tiene para que su hijo aprenda a expresar sus emociones. Si pensamos en lo que decíamos antes, que algunas emociones son percibidas como negativas, es posible que el niño tenga aún más dificultades para externalizar sus emociones y admitir que sienten enfado. “Cuando puedan salir de sí mismos y observar la emoción que sienten, estarán capacitados para tomar el control y trabajar para reducir la emoción”, explica Slavens.
Pero ojo, porque si los niños no ven que nosotros lo hacemos, es poco probable que ellos lo hagan. Si como adultos reprimimos nuestras emociones y evitamos que los niños nos vean frustrados, tristes o enfadados, los niños no aprenderán a gestionar esas emociones.
“Veo que te has enfadado por “x” y puedo entender por qué”
Piensa en lo bien que te sientes cuando alguien te dice que te entiende de manera genuina. Te sientes acompañado, escuchado, comprendido y sientes que tus emociones cuentan y son valiosas. Cuando sentimos cualquier emoción, también la ira. Para tu hijo sentir ira puede ser algo inabarcable. “Para los niños puede parecer enorme, abrumador e injusto. Por eso necesitan saber que los escuchamos y vemos”, afirma la experta en crianza.
De esta manera, mostrándonos además calmados, ayudamos a la autorregulación de nuestros hijos, y cuando ellos sientan que les entendemos y estamos a su lado, gestionar sus emociones no se les hará un mundo.
“Me importa cómo te sientes y voy a ayudarte. ¿Qué podemos hacer ahora?”
Con esta frase la experta afirma que transmitimos a nuestro hijo que somos un equipo y que estamos aquí para ayudarle a superar todas aquellas emociones que ahora le resultan tan grandes y confusas. Cuando les preguntamos qué podemos hacer, les invitamos a que busquen formas de expresar su enfado y de gestionarlo. Tal vez dibujando, jugando a la pelota o con un abrazo. Cualquier opción es válida.
Fotos | Eye for Ebony en Unsplash, Jimmy Dean en Unsplash y Caroline Hernandez en Unsplash
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