Hemingway tenía razón según la psicología: “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”

El escritor nos dejó algunas citas sobre la comunicación que esconden un significado psicológico mucho mayor del que parece

Como Se Conecta El Silencio Con La Psicologia Y Ernerst Hemingway
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Anabel Palomares

Editor

Ernest Hemingway fue y sigue siendo uno de los autores más importantes de la historia. Referente de la literatura norteamericana gracias a libros como ‘El viejo y el mar’, se hizo con un Pulitzer y con el Premio Nobel de Literatura. Afirmaba que le gustaba escuchar porque “aprendí mucho escuchando atentamente. La mayoría de la gente nunca escucha”, y es sobre aprender a escuchar sobre lo que voy a hablar hoy.

Matt Abrahams, profesor en la Escuela de Negocios de Stanford y experto en comunicación efectiva, aseguraba que decir “cuéntame más”, consigue aumentar la conexión con la otra persona casi de inmediato, porque mostraremos interés y empatía y nos permite además aprender, como bien aseguraba Hemingway. Pero el silencio parece que nos asusta porque en algunos casos lo conectamos con la soledad. Sin embargo, aprender a callar y usarlo, es una herramienta de comunicación muy poderosa.

“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”, afirmaba Ernest Hemingway y es algo que conecta de forma directa con la psicología. La frase en sí funciona como una metáfora que nos hace ver que, en general, hablar y ser escuchado es algo que aprendemos pronto, pero el arte de callar y elegir cuándo no hablar es más complicado y nos puede llevar toda la vida aprenderlo.

Aprender a hablar es algo natural. Los niños balbucean, repiten palabras y juegan con ellas. Es un aprendizaje rápido y casi inevitable. Pero callar es un arte que se aprende con el tiempo. Podríamos incluso decir que hablar es el primer paso hacia los demás y callar, el regreso hacia uno mismo. En la vida cotidiana, el silencio nos protege del exceso de información y cuando callamos, ganamos perspectiva. Sin embargo, parece que no podemos callarnos nunca, como si el silencio nos asustara

Desde el punto de vista filosófico, el silencio ha sido visto menos como ausencia y más como presencia pura. Para los estoicos, por ejemplo, callar es una forma de sabiduría. Utilizan el silencio para calmar la mente, practicar la autoconciencia, escuchar a los demás y responder con calma y racionalidad en lugar de con impulsividad. El budismo, asegura que el silencio es una puerta a la claridad: solo en el silencio la mente deja de crear ruido y puede ver las cosas tal como son.

Cómo se conecta el silencio con la psicología hoy en día 

En términos muy generales, la psicología va de comprendernos y convivir con los otros, y la cita de Hemingway toca varios hilos de ese tejido, todos relacionados con la inteligencia emocional. De hecho el silencio es una parte fundamental de la comunicación efectiva porque no es necesario llenar todos los espacios aparentemente vacíos. En terapia, por ejemplo, los silencios son casi tan importantes como las palabras porque se convierten en un espacio donde surgen pensamientos y emociones. En las relaciones ocurre lo mismo, el silencio es poderoso. No el silencio castigador, sino el silencio como medio de escucha.

El silencio para entender

Si hablamos del silencio en una conversación, entendiéndolo como una forma de escuchar, lo que hacemos es dejar espacio para que el otro se exprese sin sentirse juzgado. Cuando callamos para escuchar a otros usando una escucha activa, según Abrahams “demuestras que te importa, demuestras empatía, demuestras que estás dispuesto a aprender y, en algunos casos, a admitir que no lo sabes todo”. Y aunque parezca fácil, escuchar bien exige dejar de pensar en lo que queremos decir y atender con todos nuestros sentidos a quien tenemos delante.

El silencio como herramienta de autocontrol

La reflexión de Hemingway también habla del autoconocimiento, el autocontrol y la regulación emocional. Cuando aprendemos a callar lo que hacemos es no reaccionar automáticamente con una emoción como podría ser la ansiedad o la rabia. Aprender a callar implica detenerse un segundo, respirar y reconocer lo que sentimos antes de actuar, es decir, regular nuestras emociones. En el momento en que eliges no responder un mensaje que te hace daño, o cuando decides escuchar en lugar de defenderte estás poniendo en práctica el autocontrol y ese tipo de silencio no es pasividad, es un dominio de las emociones.

El silencio como ejemplo de madurez emocional

El hecho de que Hemingway hable en su cita de que se necesitan sesenta años para aprender a callar, hace alusión de una forma implícita a la madurez emocional. Las personas maduras entienden que callar no es perder, sino elegir qué merece nuestra energía y qué no. Esa distancia es fruto de mucho aprendizaje, de tropezar, hablar de más y arrepentirse mil veces de lo dicho. La teoría del desarrollo psicosocial de Erik Erikson sugiere que a medida que envejecemos y si los conflictos se resuelven de forma sana, aparece una mayor sabiduría vital: entendemos mejor los límites y aceptamos el silencio como parte de la comunicación.

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Fotos | Andreas Fenix en Pexels 

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