En el año 2011, Carly Rae Jepsen triunfaba con su canción ‘Call me maybe’. Traducida, la letra dice algo así como “aquí está mi número, así que llámame si quieres”. Casi 15 años más tarde, si la canción hubiera salido ahora, la cantante no pediría que la llamara sino que la whatsappeara, porque existe una creciente tendencia de la Generación Z y de los millennials a no hablar por teléfono. Escribimos, mandamos audios, enviamos stickers, hacemos pebbling, pero llamar nos cuesta horrores. La pregunta es qué hay detrás de este comportamiento, psicológicamente hablando.
Como explicaba la psicóloga Elena Touroni a la BBC, los jóvenes no han desarrollado el hábito de hablar por teléfono y para la psicoterapeuta Eloise Skinner, esa telenofobia o ansiedad por llamar, responde a que los jóvenes lo han “asociado con algo malo; una sensación de un mal presagio o temor". Personalmente me incomoda que me llamen, y también tener que llamar, no me escondo.
Los mensajes dan un tiempo que las llamadas no
Aunque la psicología sugiere que podría estar relacionado con ciertos rasgos de personalidad como la introversión, para la psicóloga y coach Olga Albaladejo no responde a un único rasgo, sino que es “una conducta que puede tener múltiples lecturas” y refleja “una forma de comunicarse más selectiva y controlada”. Lo que explica en una entrevista a Cuídate Plus es que escribir un WhatsApp “les permite gestionar mejor su tiempo, su energía y su estado emocional”, además de “pausar, pensar, ordenar las ideas y contestar cuando uno se siente preparado”.
Esos mensajes nos dan control y pueden llegar a reducir la presión emocional que se asociaría a una interacción verbal. Una llamada, sin embargo, es un acto más improvisado y arriesgado, porque no tenemos tiempo para pensar en qué contestar.Las llamadas “exigen una presencia inmediata y obliga a responder “en directo”, lo que puede vivirse como invasivo o abrumador”, explicaba Albaladejo.
A esto hay que sumarle que, según la experta, las generaciones más jóvenes han crecido en un entorno digital y en ese entorno predomina el mensaje escrito o los audios, no las llamadas. “El teléfono, en cambio, puede percibirse como una herramienta anticuada, invasiva o emocionalmente exigente”, asegura.
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La ansiedad y la timidez de hablar por teléfono
Es posible, además, que exista un componente relacionado con la timidez y la ansiedad social. Cuando tenemos que responder una llamada, sin margen para pensar, esa situación puede volverse estresante. El psicólogo José Martín del Pliego comentaba en CuerpoMente que una interacción social requiere ciertas habilidades y “resulta un poco más sencilla si tengo información no verbal de la otra persona que está delante”, es decir, un mensaje. Los mensajes de texto te permiten establecer una distancia emocional que, además te da tiempo para pensar.
Para muchos, las llamadas de teléfono son una forma de comunicación más compleja porque, como explica Martín “al tener menos información del otro, nos vemos obligados a tener más energía para poder comunicarnos de forma eficaz”. Es decir, emocionalmente son más exigentes. A largo plazo, puede desarrollarse una ansiedad anticipatoria porque no sabemos lo que van a decirnos, así que evitamos cogerlo. El hábito se repite e instaura y de algo puntual pasa a ser una costumbre.
Albaladejo comenta que aunque podría estar relacionado con nuestra seguridad, no coger llamadas de teléfono puede ser, simple y llanamente, una cuestión de preferencias. “Hay personas que no se sienten cómodas con los matices de voz, los silencios o la gestión emocional que requiere una llamada. Pero también hay quienes simplemente se han acostumbrado a un estilo comunicativo más escrito que oral. Lo importante es ver si esa elección es flexible o si se convierte en una evitación constante”, explicaba en Semana.
“La comunicación siempre será más completa cuantos más canales utilice”, explicaba el psicólogo Fernando Pena a la Asociación Española de Psicología Sanitaria, pero “usar una vía de comunicación que resulta amenazante para otra persona hace que esa persona participe en la comunicación con inseguridad o miedo”. La inmediatez de las llamadas, puede generar una presión social a la otra persona y que con el tiempo, se termine generando una telefonofobia, que según el estudio ‘Generation mute, millenials phone call statistics’, no es exclusiva de los zetas porque el 81% de los millennials la tiene. Ahora la pregunta es si siempre evitas coger las llamadas por miedo, o no.
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