Amancio Ortega es una rara avis en España que ha conseguido llegar a ser el quinto hombre más rico del mundo, tal y como acabamos de conocer en la última edición de Forbes. Amancio Ortega es un hombre que se ha hecho así mismo, que rehuye constantemente las apariciones públicas, la prensa rosa y el flash de las cámaras.
Inditex, su imperio y su marca insigne Zara, no existía hace 40 años. Su imperio se ha levantado desde cero, con la combinación de muchas luces y sombras en una trayectoria que ha colocado a Zara, su marca insigne en todo el mundo y que va sobre los hombros de más de 90.000 trabajadores, como una de las principales en un sector maduro y muy competitivo.
La mejor motivación, una bofetada de realidad
En plena posguerra, cuando Ortega tenía doce años, asistió a un hecho muy habitual en la época. La tienda de barrio de toda la vida dejaba a su madre sin crédito y sin poder realizar la compra. Esta es la bofetada más dura que te puede dar la vida con doce años, ver cómo tu propia madre no es capaz de conseguir poner el pan en la mesa por la dureza de la posguerra y la crisis económica. Aquí es dónde la madera y afán de superación te hacer apretar los dientes, cerrar los puños y jurar que nadie de los tuyos volverá a pasar por una situación similar nunca.
A partir de aquí, Amancio Ortega supo que tenía que trabajar duro desde aquel preciso instante y arrimar el hombro en su familia, al igual que hicieron muchos otros españoles que abandonaban el colegio siendo casi niños para comenzar la dureza de la vida laboral. La camisería Gala en A Coruña fue su primer empleo, destacando por ser el chico para todo y multitarea. Desde limpiar los cristales, a atender el mostrador le dieron el sello de eficiencia y responsabilidad necesario para saltar a tiendas de más y mejores sueldos con 17 años.
Con el cambio de empleo a la tienda de La Maja, Amancio Ortega comenzó a aportar ideas en serio y los dueños a escucharlo, tanto a él como a sus hermanos. Y en este punto, es dónde se diferencian los emprendedores del resto de las personas, porque la sangre te hierve, la cabeza te bulle y tu cerebro no para de explorar nuevas expectativas e iniciativas a explorar. Amancio Ortega no quería entregar ese activo y esa sangre a otros para que lo aprovecharan y con 23 años, en 1963, decide independizarse por su cuenta y dar el gran salto al mundo empresarial.
El arranque de las batas de boatiné y la España del seiscientos
Amancio Ortega había aprovechado sus diez años como empleado para hacerse una verdadera red de contactos. En su paso por las dos tiendas, había conseguido conocer a los fabricantes catalanes, los sistemas de distribución y hacerse un nombre entre el comercio textil gallego. A este cóctel se le suma un buen carácter comercial y el emprendedor tiene las dosis necesarias para establecerse por su cuenta. ¿Cón qué producto? Con las batas de boatiné y con una empresa familiar de cuadro típico de los años 60.
Los años 60 fueron los años de la apertura exterior del país, la emigración expulsaba a muchos fuera de nuestras fronteras y otros, como Ortega, decidían arriesgar contra viento y marea para quedarse en el país. Amancio Ortega, su primera mujer, Rosalia Mera, su hermano Antonio y su cuñada, se establecen por su cuenta.
El modelo de negocio era muy sencillo. Confeccionar batas de boatiné fundamentalmente, subcontratar mucha mano de obra y arrancar la producción con costureras domésticas que usaban la costura como empleo en casa para apoyar a los gastos de los hogares españoles de los años 60. Este modelo de negocio fue copiado en otros muchos sitios de España, pero sólo Ortega fue capaz de triunfar en el sector textil. ¿Cómo se explica su éxito?
Situémonos en los años 60 y la España del 600, en la vida doméstica, en la ausencia de calefacciones de manera mayoritaria en los hogares y en los altos costes de la energía que soportamos en España a finales de los 60 y 70. Calentarse es una cuestión vital y la bata de boatiné era la solución doméstica más usada en todos los hogares. Las ventas estaban aseguradas y el crecimiento de la empresa familiar fue imparable.
Zara en 1975, un modelo vertical en España
Amancio Ortega innovaba desde la primera prenda, hacía cosas diferentes, cambiaba tejidos, diseños, cortes y amplió las líneas de productos más allá de las batas de boatiné. Industrias GOA fue la empresa que creó varios años antes para aglutinar un modelo de implantación vertical en un producto textil que no existía aún en España. ¿Qué le faltaba a su producto? Marca, que la forjó a partir de la apertura de su primera tienda en 1975 en A Coruña.
Bajo la marca Zara y con esta apertura, cerró el círculo de la distribución textil y a partir de aquí, el modelo de negocio consistía en consolidar marca, abrir más tiendas y controlar mejor el proceso de integración vertical. En 1979 agrupa todas las líneas de negocio en Inditex y siguió replicando el modelo de éxito agilizando mucho el proceso de diseño de prendas. Hasta ese momento, las grandes cadenas de distribución funcionaban con plazos mínimos de un año para cada temporada. Inditex había conseguido desde sus orígenes reducir este plazo a varias semanas con una rotación de stock completa en menos de dos meses.
Inditex, la empresa por delante del mercado
Esta rotación facilita la venta de prendas constante en el tiempo y este modelo de negocio, se adelantó a las preferencias de consumo de la nueva España democrática. En los años 80, las economías domésticas no permitían comprar prendas de ropa con la frecuencia que se hace en el siglo XXI. Pero Ortega supo que vendrían tiempos mejores y supo anticipar a Inditex y su modelo de negocio a la demanda del mercado.
Este cóctel con un gran trabajo por parte de todos, ha situado a Inditex como una de las principales distribuidoras textiles del mundo y a su alma matter como el 5 hombre más rico del mundo. Amancio Ortega es la excepción, el rara avis que ha sabido aprovechar todas sus oportunidades y que ha estado en el lugar adecuado en el momento justo.
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