Cada vez más líderes están dispuestos a renunciar a sus cargos, pero no para irse a otra empresa, sino para trabajar más en donde están

El futuro del trabajo para los altos ejecutivos es, paradójicamente, bajar de nivel en sus puestos

Cada Vez Mas Lideres Estan Dispuestos A Renunciar A Sus Cargos Pero No Para Irse A Otra Empresa Sino Para Trabajar Mas En Donde Estan
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Joel Calata

Editor

Cada vez con más frecuencia estamos viendo un fenómeno sorprendente en las empresas: líderes que están dispuestos a renunciar a sus cargos, no para irse a otra compañía, sino para reenfocarse en trabajar mejor en el lugar donde ya están. En lugar de cambiar de empresa o escalar en la jerarquía, algunos directivos prefieren soltar el título para reconectar con lo que de verdad les motiva: la colaboración real, la creatividad, la sensación de impacto y el compromiso genuino con su equipo.

Según un estudio reciente del plataforma de aprendizaje Kahoot!, el 46% de los líderes encuestados afirmaron que estarían dispuestos a renunciar a su rol de alto nivel si eso les permitiera sentirse más comprometidos con su trabajo.

A su vez, ese mismo informe también revela que solo el 47 % de los mandos sienten que están "completamente involucrados" en su labor diaria, afirmando también que se han sentido fatigados por el trabajo (burnout) de manera frecuente, y más de un tercio reporta esa fatiga emocional casi a diario.

¿Qué está pasando para que dirigentes de alto nivel consideren prescindir de sus títulos? Hay varios factores que se entrelazan. Primero, muchos sienten que el título ya no representa lo que más valoran: reconocimiento, sentido de pertenencia, autonomía, y conexión con la labor misma. 

Al escalar posiciones, la carga burocrática, las reuniones interminables y las distracciones estratégicas suelen absorber la energía creativa. Segundo, algunos líderes admiten que ya no han recibido entrenamiento adecuado para mantener la motivación de sus equipos o para liderar en entornos híbridos/remotos, y eso les deja atrapados entre expectativas y poca capacidad de maniobra, además, la desconexión entre los mandos superiores y su propio equipo puede generar un efecto dominó: si quien dirige pierde el vínculo con la operación, es más difícil que el resto del equipo se mantenga motivado.

Más que una renuncia, un cambio simbólico

Dejar su cargo no significa necesariamente abdicar responsabilidades por completo. En muchos casos es más un cambio de enfoque en el que prefieren actuar como "facilitadores" o "coordinadores" más que como jefes autoritarios. De ese modo, pueden pasar más tiempo participando en proyectos, apoyando directamente al personal de base o impulsando iniciativas creativas. Al liberar parte de las "presiones de la posición", estos líderes esperan recuperar la energía y la cercanía con lo que originalmente los impulsó a liderar.

Este giro apunta también a un cambio cultural mayor: la jerarquía rígida está siendo cuestionada. En muchas empresas modernas, el valor ya no recae tanto en quién es el jefe, sino en quién aporta ideas, quién ayuda a que el equipo avance o quién actúa como puente. Un título puede volverse pesado cuando te aleja del propósito central de tu rol: hacer que las cosas sucedan con tu equipo, no sobre él.

Lo que este fenómeno revela es que muchos líderes ya no aspiran solo a cargos más altos, sino a trabajos más reales. Prefieren sacrificar jerarquía si eso significa recuperar sentido, energía y conexión con su labor y su gente. Y para las empresas, este movimiento es una señal de alerta o de oportunidad: si los que están en la cima pierden compromiso, ¿Qué puede esperar el resto?

Foto de Armin Narimani en Unsplash

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