La gastronomía nipona se ha hecho un espacio mayúsculo en la capital. Desde spots especializados en ramen hasta lugares que ofertan gyozas de todo tipo. Eso sí, nuestra debilidad sigue siendo el sushi y Madrid tiene infinidad de restaurantes donde sentarse a degustar nigiris, uromakis o makis de una calidad superlativa. Nosotras hemos hecho una selección de nuestros favoritos, cinco espacios donde la tradición y los toques de autor se funden para que se multiplique tu experiencia culinaria. ¡Toma nota!
Ikigai: nigiris de autor
En pleno corazón de la ciudad, en la calle Velázquez 136, se encuentra uno de los restaurantes que fusiona la esencia japonesa y el ambiente cosmopolita de Nueva York de los años 80. Aquí la propuesta gastronómica corre de la mano de joven chef Yong Wu Nagahira, con platos cargados de personalidad, donde es imprescindible pedir los niguiris de corte clásico como el de lubina con beurre blanc y polvo de cecina de León o el de vieira con foie, salsa de anguila, sal Maldon y aderezo de yema de huevo.

El producto de Ikigai es de alta calidad y los platos te sorprenden, pero es que el ambiente también acompaña. Una sala donde conviven lo retro y lo elegante, creando una atmósfera de lo más chic. Perfecto para disfrutar una noche con amigas o sorprender a tu cita con una velada a base de sabores inolvidables.

Ichikani: el nuevo place to be
El concepto "handroll bar" los ha llevado a convertirse en el nuevo templo de sushi de la ciudad, y no es de extrañar. Cuando visité este lugar con mis amigas en la calle Velazquez 31 el pasado mes de febrero, inmediatamente supe que sería un sitio al que querría volver. La autenticidad y la vanguardia van de la mano y eso se nota tanto en sus productos de una calidad exquisita, así como en una atmósfera de lo más íntima.

El menú de Ichikani es obra del chef Alejandro Pérez, donde la cocina japonesa es la protagonista, pero con un ligero twist asiático. Entre sus platos estrella se encuentran el Ichikani tower o el hand roll de pez limón con aguacate, burbujas de tempura, mayo spicy y salsa de anguila. Todo ello puedes maridarlo con cócteles muy originales, y es que en una cena de tal calibre merece la pena algún que otro sonoro "chi-chin".

Ponja Nikkei: fusión de sabores
Jamás ninguna aleación nos pareció tan perfecta como la que nos ofrece la cocina Nikkei, donde la gastronomía japonesa y la peruana sacan su mejor versión. Pues en pleno Barrio de Salesas, en la calle Santa Teresa 16, se encuentra el restaurante más deseado para disfrutar de piezas de sushi de calidad mientras bebes pisco. ¿Existe un mix mejor? La respuesta es: no.

Con un ambiente tenue y acogedor que invita a pasarse horas y horas hablando con tu círculo, las propuestas del chef de cocina Jeremías Urrutia no dejan de sorprender bocado tras bocado. No te puedes ir de Ponja Nikkei sin probar el maki Navaja Brava u opciones súper frescas como sus sashimis y tiraditos. Una opción gourmet perfecta para acompañar con un pisco sour de maracuyá.

Kuikku: experiencia en barra
La razón por la que te engancharás a comer con palillos tiene un nombre y es Kuikku. Aquí la cocina japonesa tiene un toque mexicano, pero mantiene el alma de un local de Tokyo gracias a su propuesta en barra con una cocina abierta donde vas viendo cómo te preparan los platos.

Se encuentra en la calle Velázquez 55, un spot donde los hand rolls tiene mucho protagonismo, pero los niguiris y los makis también son un espectáculo. Entre mis favoritos están el niguiri de atún y el rib eye con foie gras. Eso sí, deja hueco para los postres porque los mochis te van a dejar sin palabras.

Santoku: menú omakase
Lo raro sería que este restaurante no te haya salido en redes, y es que su viralidad está más que justificada. En Santoku el menú es cerrado, a gusto del chef Gabriel Suárez, con productos de temporada. Seis pases en los que el pescado crudo está muy presente, pero nada de desvelar los platos, lo mejor es ir a disfrutarlos a ciegas.

Está ubicado en la calle Lope de Rueda 6 y parece un pequeño escenario extirpado de una película japonesa. Solo entran entre ocho y trece comensales, algo que ha desatado una fiebre colectiva por querer probar su oferta gastronómica. En consecuencia, la lista de espera puede alargarse hasta los seis meses, pero merece la pena, y es que al tratarse de un lugar tan exclusivo, la experiencia de multiplica, como si estuvieses cenando en la propia casa del chef. Una vivencia compartida con otras personas que se sublima en cada plato.
Fotos | Santoku, Kuikku, Ponja Nikkei, Ichikani, Ikigai
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