Cuando era pequeña iba a comprar con mis padres los sábados. Mi madre llevaba una lista de la compra en la mano, y el carro se iba llenando para dar de comer a los cinco que éramos en casa. Es lo más típico, hacer la compra con una lista.
Normalmente al ir a comprar hacemos una lista con las cosas que nos faltan. Por ejemplo, en mi caso tengo una aplicación en el móvil en la que voy apuntando cuando me quedo sin detergente, yogures, huevos o cualquier básico de cocina que voy gastando. Ajo en polvo, mayonesa, leche, atún en lata… cualquier cosa que voy gastando, la apuntaba en el momento siguiendo la regla de los dos minutos. Así, cuando iba a la compra parte de la lista ya estaba hecha.
Pero a pesar de ser el método más tradicional, lo cierto es que lo estaba haciendo mal. No es dramatismo, es que existe otro sistema más lógico para hacer la compra que además puede hacernos ahorrar tiempo y dinero: la compra inversa. Desde que la he descubierto no lo hago de otra manera porque he conseguido tirar menos comida, tener menos cosas y más ordenadas y ahorrar dinero. Y eso siempre me gusta, el ahorro.
En qué consiste la compra inversa
Si en la compra normal lo que hacemos es una lista con lo que nos falta, en la compra inversa hacemos lo contrario: apuntar lo que tenemos. Lo que haremos es una especie de “inventario” con todo lo que tenemos o solemos tener siempre en la despensa, nevera y congelador.
Es verdad que la primera vez es tedioso, pero he trabajado durante muchos años en una tienda de ropa y eso de inventariar no supone un problema para mí. Es además una forma de tener conciencia de la cantidad de cosas que compro y no utilizo, y de lo que realmente se cocina en mi casa.
Cómo empezar con la lista de la compra inversa
Apunta todo lo que tienes. La primera vez te darás cuenta de que a tu cocina le falta un buen repaso a lo Marie Kondo y verás que te sobran cosas que ni siquiera usas. Cuando hayan pasado un par de meses te darás cuenta de que la lista se ha reducido considerablemente y todo será mucho más fácil porque tendrás más control sobre lo que tienes, y un inventario mucho menor.
Lo que haremos en esa lista es anotar además aquellos productos a punto de caducar o cuya fecha de consumo está muy cerca (puedes ponerle un asterisco, por ejemplo) y además añadir aquello que se ha gastado y necesitas, como por ejemplo sal, aceite de oliva o harina. Cosas que sabes que usas habitualmente. Hay que apuntar toda la comida que hay y será mucho, así que mejor agruparlo por categorías para que te resulte más cómodo: especias, conservas, cereales y pastas, legumbres, frutas, bebidas…
Te pongo un ejemplo, en mi despensa siempre tengo latas de conservas que para mí son imprescindibles, por ejemplo garbanzos cocidos, tomate triturado, pimientos de piquillo y caballa en aceite de oliva. Todas las semanas, sin excepción, consumo estos productos. En mi congelador siempre hay verduras congeladas, desde setas hasta coliflor o espinacas. Y en mi nevera, no pueden faltarme huevos, queso y verduras frescas. Así que todo esto va a lista también.
Ahora tienes un inventario de todo lo que hay en tu cocina en el que además has apuntado aquello que está a punto de caducar, así que puedes pensar el menú que vas a hacer esa semana para hacer el batch cooking de la semana. Y como has apuntado aquello que ya está pidiendo salida porque va a ponerse malo, te asegurarás de que ese ingrediente forme parte de algún plato y evitarás tener que tirarlo.
Ahora que tenemos todo el inventario, podemos ir a comprar lo que nos falte (recuerda que hemos apuntado aquello que usamos de forma muy habitual y no tenemos) para esa semana. Lo que conseguimos es dejar de comprar por comprar o solo porque se ha terminado algo. ¿Lo usas realmente? Si te comes un yogur todos los días y te quedan dos, es evidente que tienes que comprar, pero si se te ha acabado la canela y la usas una vez al año al hacer torrijas, no te hace falta.
Cuando estés en el supermercado sabrás lo que tienes en casa y comprarás en consecuencia. Eso sí, tendrás que añadir las compras puntuales como puede ser la carne para hacer una barbacoa o los ingredientes para hacer pad thai. Si hubiera sabido de la existencia de la compra inversa no me habría juntado con tres paquetes de azúcar y cuatro de harina que compré sin saber que ya tenía en casa. Y me pasó varias veces.
Las ventajas de la compra inversa
Dejaremos de llenar los estantes, las baldas de la nevera y los cajones del congelador hasta que rebosen, teniendo mucho más control sobre lo que entra en nuestra cocina. Cuando lo hayamos hecho varias veces nos daremos cuenta de que tenemos menos cosas en casa y de que tiramos menos comida, lo que nos hace ahorrar dinero. Además, evitaremos más las compras compulsivas y los “por si acaso” como me ocurrió con la harina y el azúcar. Tendremos sólo lo que realmente consumimos.
Ahorraremos más, desperdiciamos menos y tendremos mucho más control de nuestra cocina. Y seremos más rápidos a la hora de saber qué necesitamos porque el inventario general será el mismo una y otra vez, por lo que ahorraremos tiempo.
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