Anabel Palomares
EditorDicen que las bicicletas son para el verano, y también los tomates y los calabacines, aunque ahora los encontramos todo el año en nuestros supermercados. Eso sí, su mejor época y en la que tienen más sabor es ahora, por eso no paro de probar nuevas recetas con las que aprovechar todas sus propiedades. Una de las últimas la he visto en las redes sociales de Marta Verona, nutricionista conocida por ser la ganadora de MasterChef 6. Se trata de una adictiva ensalada de calabacín que se prepara en cinco minutos.
Verona explica que el calabacín contiene un tipo de fibra soluble llamada mucílago “que es nuestra aliada contra el estreñimiento” y que también encontramos en otros alimentos como la okra o las semillas de lino o linaza. Esta receta es, por lo tanto, una fuente de fibra en la que no falta el sabor a Italia, porque se acompaña de una de sus salsas más clásicas.
La receta consiste en hacer un pesto rosso pero al que esta vez no lo acompañará pasta, sino unas tiras de calabacín. Para dos personas necesitamos dos calabacines medianos y firmes (es importante que no estén pasados porque vamos a consumirlos en crudo), cuatro tomates secos en aceite de oliva, unos 40 gramos de piñones, dos ramilletes de albahaca, 40 gramos de queso parmesano y un poco de aceite de oliva virgen extra.
Como no soy rica y el precio de los piñones están por las nubes, cuando he preparado la receta he cambiado este fruto seco por anacardos. Con nueces estoy convencida de que también quedaría muy bien porque ya me ha funcionado con esta salsa pesto de calabacín. Podríamos optar también por unos pistachos que ahora están muy de moda, aunque personalmente el anacardo, en este caso concreto, es el que mejor le va si como yo no puedes permitirte los piñones.
Comenzamos preparando el pesto. Lo mejor es que puedes hacerlo todo en un bote en el que luego lo mezclarás con la verdura, así que escoge uno grande en el que te entre la batidora bien y que luego tenga espacio para el calabacín. Metemos las hojas de albahaca lavadas y secas, los tomates en aceite, el parmesano, los anacardos (o piñones si te sientes generosa ese día), el aceite de oliva y un poco de sal. No te pases con la sal porque los tomates secos son potentes de sabor. Es mejor rectificar después. Batimos todo bien hasta que se haya formado una pasta. Si está demasiado espesa, puedes añadir un par de cucharaditas de agua bien fría hasta conseguir la consistencia de salsa que más te guste.
Ahora vamos a lavar muy bien los calabacines y a secarlos después. No vamos a pelarlos, sino a hacer tiras con ayuda de un pelador de verduras. Solo tienes que pasar el pelador por el calabacín longitudinalmente para hacer unas cintas con la verdura. Si están frescos y firmes, quedarán con una textura crujiente. Los metemos en el bote, asegurándonos de que no estén a presión para que se mezclen con la salsa, cerramos el bote y movemos bien, como si estuviéramos poseídas por el ritmo ragatanga de Las Ketchup. Queremos que todo el calabacín se empape de la salsa.
Servimos en un plato y añadimos una burrata fresca para aportarle esa proteína que harán de esta receta, una comida nutricionalmente completa pero lo más importante: deliciosa. Cuando la pruebes, repetirás seguro.
Fotos | Instagram @martamchef6
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