Lo he bautizado como el hummus para vagos, pero en realidad se trata de una preparación llamada musabaha que es un desayuno libanés clásico. Admito que las veces que lo he preparado no ha sido para desayunar, sino como un aperitivo para empezar una comida o cena con amigos porque sinceramente, estoy harta del hummus. Se puso de moda y hasta Mercadona tiene tres versiones top en sus lineales, pero yo me bajo de ese tren. Ahora me he obsesionado con esta versión más rústica y diferente.
Igual que con las tortillas de patatas, el musabaha es diferente según la persona que lo prepare. Mi versión es fría (la tradicional es caliente o templada), lleva comino pero muy poco, y le pongo un poco de yogur griego porque le aporta una cremosidad extra que me encanta. También le añado perejil fresco muy picado y algunos días he añadido incluso cilantro y menta que me sobraran en la nevera.
Cómo hacer musabaha
Es tan fácil que asusta, de verdad. No voy a darte cantidades exactas porque lo mejor es ir probando según lo preparas, pero para un par de personas necesitas unos 150 g de garbanzos ya cocidos y escurridos, bien lavados. El primer paso, mientras se escurren los garbanzos, es preparar una especie de aceite de hierbas. Picamos un puñado de perejil y si te va el picante, un poquito de guindilla fresca. Es importante que esté todo bien picadito. En un bol pequeño echamos las hierbas frescas picadas (puedes añadirle cilantro, menta e incluso ajo rallado si quisieras), un poco de comino en polvo (la punta de un cuchillo), sal y cubrimos con aceite de oliva, mezclando bien todo.

Para el segundo paso vamos a poner en otro bol un par de cucharadas soperas de tahini, el zumo de medio limón, sal y una cucharada colmada de yogur griego. Es opcional, puedes obviarlo pero le aporta un toque de cremosidad muy top. Añadimos también un toque de pimienta y un par de cucharadas del aceite de hierbas que hicimos antes y mezclamos todo bien hasta conseguir una salsa ligera y homogénea. Si nos ha quedado muy espesa, podemos aligerarla con un poco de agua.
Y ahora solo queda el tercer paso que es echar los garbanzos en el plato que vayamos a servir y machacarlos con un tenedor. A mí me gusta dejar algunos enteros y otros más aplastados para conseguir una textura diferente y más divertida, pero como dicen en Directo al Paladar, “los garbanzos se pueden dejar enteros, machacar ligeramente o mucho”, igual que “la salsa en la que se sumergen se puede hacer más o menos líquida”. Echamos salsa y mezclamos bien, añadiéndola poco a poco hasta que consigamos la textura que más nos guste. Una vez conseguida rematamos con un poco más del aceite de hierbas por encima y a comer.
Puedes comerlo con tradicional pan de pita que está de locos, pero yo lo he comido con cuchara y una hogaza de pan y está tremendo. Puedes añadirle frutos secos, escamas de sal y hasta huevo cocido si quieres que sea más completo.
Fotos | Directo al Paladar
En Trendencias | 24 recetas de pasta italiana con las que no aburrirte nunca
En Trendencias | 23 recetas de tartas y postres saludables para incluir en tu dieta sin miedo
Ver 0 comentarios