Mayim Bialik reacciona al escándalo de Weinstein: una feminista que da una de cal y otra de arena

Mayim Bialik reacciona al escándalo de Weinstein: una feminista que da una de cal y otra de arena

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Mayim Bialik reacciona al escándalo de Weinstein: una feminista que da una de cal y otra de arena

El escándalo de Harvey Weinstein sigue dando mucho de que hablar. Las celebrities han dado la cara por una buena causa, su mujer se enfrenta a todo un boicot sobre su firma Marchesa y ahora Mayim Bialik, mejor conocida como Blossom o Amy Farrah Fowler, reacciona a este despropósito. Como feminista consumada, mujer y actriz sus palabras están, una vez más, llenas de sabiduría.

No es la primera vez que Mayin Bialik habla abiertamente sobre temas controvertidos. Ya lo hizo en su canal de Youtube en múltiples ocasiones. Imposible olvidar esa importante diferenciación entre el uso de las palabras "chica" y "mujer". Y ahora, con toda la polémica del productor americano candente, la actriz y científica ha querido escribir una carta abierta a The New York Times dejando claro lo que es ser una feminista en un mundo dominado por los Harveys Weinstein de Hollywood.

"Entré en la maquinaria de Hollywood en 1986 como una niña de 11 años judía, rara, friki y con nariz enorme. Básicamente, una versión más delgada de la persona que soy hoy. Por aquel entonces no teníamos Internet, redes sociales o reality shows, pero no necesitaba nada de eso para entender que yo no tenía el aspecto o la forma de ser de otras chicas de mi industria, y que me estaba introduciendo en un negocio que premiaba la belleza física y la sensualidad por encima de todo.

Nada ha sido un recuerdo tan doloroso de que trabajo en una industria que se beneficia de la explotación de la mujer (no solo en pantalla) como las acusaciones de Harvey Weinstein como acosador sexual, particularmente con jóvenes aspirantes a actrices. Aunque estoy sorprendida y asqueada por el alcance de sus supuestos abusos, el hecho de que pueda haber abusado de su posición de poder no me sorprende en absoluto.

Siempre he tenido una relación incómoda con esto de trabajar en una industria que se beneficia de la objetivación de la mujer. Aunque la presión de "ser como las chicas guapas" comenzó mucho antes de que entrara en Hollywood, rápidamente aprendí como actriz pre-adolescente que las chicas jóvenes con ojos de ciervo y labios carnosos que hablan con mejores maneras eran favorecidas para papeles por los hombres poderosos que tomaban esas decisiones.

Crecí siendo siempre criticada por mi aspecto, incluso por miembros de mi familia: mi nariz y mi barbilla eran un tema recurrente de discusión. Como adolescente me obsesioné con la posibilidad de operarme la nariz para parecerme más a Danica McKellar, con una operación de barbilla para lograr el equilibrio. Pronto comencé a preguntarme si necesitaría operarme el pecho para ser como Christina Applegate, que conseguía tanta atención con sus curvas. Constantemente me sentía como un trol en comparación con el resto de mis contemporáneas. Un crítico de televisión me describió en una review del episodio piloto de Blossom como "una persona con cara en forma de escudo y rasgos asimétricos". Nunca me recuperé de verme de esa forma.

Como actriz joven, siempre tomé decisiones conservativas, bien informada por mis padres americanos que tenían muchas reservas sobre esta industria en general. "Este negocio te usará y te tirará como un pañuelo sucio", decían. De los hombres en el cine en particular: "solo quieren una cosa". Mi madre no me dejaba maquillarme o pintarme las uñas. Ella me animaba a ser yo misma en las audiciones y yo seguí el fuerte ejemplo de mi madre y no dejé que nadie me llamara "nena" o me pidiera abrazos en el set. Siempre estaba al tanto de que estaba fuera del tiesto en cuanto a lo que se espera del comportamiento de las mujeres y chicas en Hollywood.

Finalmente dejé el negocio cuando tenía 19 años para dedicarme a un doctorado en neurociencias en la Universidad de California, en Los Ángeles. Quería estar con gente que me valorara más por lo que hay dentro de mi cerebro que lo que hay dentro de mi sujetador. Después de 12 años alejada de Hollywood volví a actuar, mayormente porque no tenía seguro médico y echaba de menos actuar y hacer reír a la gente.

Como una mujer con aspecto poco tradicional, volví a una industria que me tenía haciendo audiciones para papeles como "la amiga desaliñada" o "la secretaria regordeta". Finalmente aterricé en un papel que me ha otorgado cuatro nominaciones a los Emmy, pero ¿es una sorpresa que yo haga de chica andrógina, rara y tardía?

Estoy agradecida de dar vida a Amy Farrah Fowler en la comedia número uno de América. Me siento honorada de representar a una feminista que dice lo que piensa, que adora la ciencia y a sus amigos y que algunas veces desea poder ser una chica sexy.

Puedo comprenderla. Yo también lo deseé.

Y a pesar de todo también he experimentado la parte buena de no ser la "adolescente perfecta". Como orgullosa feminista con ninguna gana de hacer dieta, someterse a cirugía estética o contratar un entrenador personal, apenas tengo experiencia personal con hombres pidiéndome que me reúna con ellos en habitaciones de hotel. Todos los que en Hollywood no representamos un estándar de belleza imposible tenemos el "lujo" de pasar desapercibidos y, en muchos casos, ignorados por hombres con poder al menos que podamos hacerles ganar dinero.

Aún tomo decisiones cada día, como una actriz de 41 años, que considero que me protegen y demuestran sabiduría. He decidido que mi yo sexual está mejor guardado para situaciones privadas con aquellos con los que soy íntima. Visto modestamente. No flirteo con hombres como política.

Soy totalmente consciente de que este tipo de decisiones pueden parecer opresivas para muchas jóvenes feministas. Las mujeres deberían poder vestirse como quieran. Deberían poder flirtear como quieran y con quien quieran. ¿Por qué somos nosotras las que tenemos que controlar nuestro comportamiento?

En un mundo perfecto las mujeres deberían ser libres para actuar como ellas quieran. Pero nuestro mundo no es perfecto. Nada, absolutamente nada, excusa a los hombres por asaltar o abusar de mujeres. Pero tampoco podemos ser inocentes sobre la cultura en la que vivimos.

Creo que podemos cambiar nuestra cultura, pero no será algo que pase de la noche a la mañana. Vivimos en una sociedad que ha tratado a las mujeres como compañeras de usar y tirar durante mucho más tiempo del que el Señor Weinstein ha estado reuniéndose con ingenuas en lujosas habitaciones de hotel.

Un punto brillante a tener en cuenta: estamos viendo cada vez más mujeres tomando papeles prominentes detrás de las cámaras. Mujeres como Jenji Kohan y Jill Soloway están mostrando los diferentes tipos de protagonistas femeninos en sus programas que todos conocemos en la vida real pero nunca vemos en televisión. Y más hombres y mujeres están despertando para reconocer que depende de todos hacer sonar la alarma sobre conductas inaceptables".

Mayim Bialik weinstein

De esta forma, la actriz favorita de muchos muestra todo lo que se sufre al crecer en una industria competitiva como la de Hollywood, y todo lo que se crece para bien o para mal. Una historia inspiradora digna de una auténtica feminista, como ya ha demostrado en múltiples ocasiones. Un llamamiento a las nuevas generaciones: cultivar vuestro interior tanto como vuestro exterior, lo que tenéis en la cabeza es igual de importante.

Fotos | Gtres.

En Trendencias | ¿Llamas "chicas" a las mujeres de tu vida? Mayim Bialik tiene algo que decirte con lo que, posiblemente, cambies el chip.

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