Decimos entre 7.000 y 14.000 palabras al día y se nos olvida el poder de nuestras palabras, especialmente si hablamos con niños, estamos con la paciencia bajo mínimos y el agotamiento se ha adueñado de nuestro cuerpo. En muchas ocasiones, al hablar con nuestros hijos, ni siquiera somos conscientes de que decimos frases podrían impactar de forma negativa en aspectos como la confianza o la autoestima. Algunas nos parecen positivas como “lo harás bien” que puede, como explicaba la psicoterapeuta Amy Morin, provocar la frustración del niño. Otras están tan normalizadas a pesar de ser dañinas, que las pasamos por alto. Analizamos algunas de las frases más dañinas según los expertos, que podríamos estar usando con nuestros hijos.
“No tengas miedo”
¿Cómo es posible que esta frase que unos padres dicen a sus hijos para ayudarles sea negativa? Porque estamos señalando algunas de las emociones que el niño siente como negativas. Con esto conseguimos que identifique esas emociones desagradables como algo a evitar, cuando lo correcto sería ayudarle a que aprendiera a gestionarlas correctamente.
Blanca Torres, psicóloga infantil, explicaba en el curso ‘Miedo en la infancia’, que para empezar a comprender los miedos, “lo primero que tenemos que hacer es dejar de negarlos”. Es mucho mejor que validemos esa emoción para que el niño normalice que existe un amplio rango de emociones y que está bien sentirlas, solo hay que aprender a manejarlas.
“Me haces enfadar”
La psicóloga y experta en crianza Amy Morin explicaba en su libro ‘13 Things Mentally Strong Parents Don't Do’ que los padres deben de aprender a regular sus propias emociones para dar ejemplo a sus hijos y que así estos desarrollen fuerza mental. Pero culpar a tus hijos por tus emociones mal gestionadas produce el efecto contrario.
La experta explicaba en la CNBC, que en lugar de actuar con rabia por algo que hizo tu hijo y decirle que te hace enfadar, una respuesta más sana sería decirle que no te gusta que haga eso y explicarle después por qué está mal. “Es importante que los niños comprendan cómo su comportamiento puede afectar a los demás”, asegura Morin, pero “al mantener la calma, le enseñas a tu hijo que todos tenemos la capacidad de controlar nuestros sentimientos y que está en nuestras manos gestionarlos de forma saludable”.
"¿Por qué no eres como tu hermano?"
Lo primero que hay que pensar es que aunque sean hermanos, es imposible que sean iguales. La pedagoga Mariana Martínez afirma que al pedirle que actúe como su hermano, no lo estamos aceptando como es. “Más bien le estamos pidiendo, indirectamente, que sea “otra persona” a la que valoramos más”. Con ello, el niño ”pierde la noción de su valor intrínseco, aquel que tiene por ser él mismo. Se sentirá inseguro, incapaz, inútil y, desde luego, menos amado”.
“¿Eres tonto o qué te pasa?”
Las críticas de los padres afectan la forma en que el cerebro de los niños responde a la información emocional. Según las investigaciones, los niños con un padre crítico son más propensos a usar estrategias de afrontamiento evitativas cuando están angustiados que los niños sin un padre crítico. La Dra. Jazmine McCoy, psicóloga clínica, asegura también que la forma en que les hablamos a nuestros hijos se convierte en su voz interior. “Si les decimos que son tontos o cualquier otra crítica, nos creerán”, y aunque estemos enfadados y cansados, deberíamos elegir las palabras con mucho cuidado porque “los niños no olvidan lo que decimos”.
“Deja de llorar” o ”Cálmate”
La psicóloga clínica Martha Deiros Collado dijo al HuffPost que estas dos frases son contraproducentes cuando una persona se siente abrumada, sea un niño o un adulto. “No se puede reprimir una emoción que necesita ser liberada”, y pedirlo, “solo aumenta la probabilidad de un arrebato explosivo. Antes de la calma, la emoción necesita salir, y lo que intenta comunicar debe ser escuchado”. Aunque desde tu perspectiva adulta creas que no tiene importancia o que ya es suficiente, para tus hijos no ocurre igual.
“Porque lo digo yo”
Puede que esta sea una de las más usadas y responde a una pérdida de la paciencia de los padres. Puede que el niño haya cuestionado tantas veces todo, que estamos agotados y sólo queremos que nos haga caso. Sin embargo, y tal y como explica la psicóloga Cindy T. Graham, escuchar esta frase cuando estás buscando una respuesta es, cuanto menos, frustrante porque “carece de explicación para una decisión sobre algo significativo para la persona que pregunta”. Y los niños también necesitan esa explicación para entenderlo, aunque hay que adaptarla a su edad. “Si el niño sigue preguntando, en lugar de decir: "Porque lo digo yo", valido sus sentimientos”, asegura la experta. Puedes hacerlo con un "Sé que querías X, pero ya te expliqué por qué tiene que ser Y, así que no hablaré más de esto".
Antes de terminar, quiero hacerte un recordatorio y es que ningún padre es perfecto y pretenderlo es imposible. Puede que ahora que sabes el efecto que algunas frases tienen sobre un niño, te descubras diciéndolas de nuevo, pero el cambio es un proceso que necesita tiempo y esfuerzo. Si son frases negativas y te das cuenta de que las has dicho, no tengas miedo a disculparte con tu hijo. Aprenderá mucho más de lo que imaginas.
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