Todo lo que hacemos con nuestros hijos, desde la forma en que hablamos con ellos hasta la relación familiar que como padres tenemos con nuestros padres, influye en el desarrollo infantil. Es más, podríamos incluso afirmar que les moldea. De hecho, sin darnos cuenta podemos tener conductas que provocan de alguna forma que nuestros hijos se conviertan en unos niños malcriados y que crean que tienen derecho a todo.
En ocasiones esos rasgos que tenemos como padres son fruto de la propia crianza que recibimos siendo niños, y aunque son hábitos sutiles, pueden afectar de forma negativa en el desarrollo de los niños según los psicólogos, dificultando que desarrolle habilidades como la tolerancia a la frustración o la resiliencia. Estos comportamientos que tienes como padre pueden estar criando a un niño malcriado según la psicología, sin que te estés dando ni cuenta.
No haces cumplir las consecuencias de sus actos
Sin coherencia, el niño estará tan perdido como nosotros. Piensa en cómo funcionamos como sociedad y verás que cuando somos adultos, debemos afrontar las consecuencias de nuestros actos. La coherencia en la crianza es importante porque le enseña al niño algo fundamental: sus acciones tienen consecuencias. Esto no implica un castigo, sino más bien una consecuencia. Desde Unicef nos explican que en la disciplina positiva, por ejemplo, en lugar de centrarse en el castigo y en lo que no se debe hacer, pone el énfasis en generar una relación saludable con tu hijo y en fijar expectativas referidas al comportamiento. Eso no significa que no vaya a haber consecuencias cuando los niños se comportan de forma inapropiada.
La psicóloga infantil Katia Aranzabal explica que las consecuencias naturales forman parte de un proceso de educación desde el respeto. “Esto quiere decir que cuando hay una conducta inadecuada, el niño/a debe vivir la consecuencia natural de dicha conducta para que haya una coherencia”.

Solucionas siempre sus problemas
Evidentemente tienes un impulso que nace de muy dentro y que te empuja querer proteger a tus hijos a toda costa, pero es vital que los niños aprendan habilidades para resolver problemas por sí solos. Si siempre solventas todos los problemas que surgen, desde encontrar el juguete que ha perdido hasta resolver un ejercicio de matemáticas o intervenir cuando discute con un compañero de clase, estás negándole la oportunidad de desarrollar resiliencia e independencia. Además, pueden llegar a hacerse dependientes o a creer que no pueden enfrentarse a nada solos.
Das demasiada importancia a las posesiones materiales
¿Crees que eres mejor padre porque en su cumpleaños le colmas de regalos como hacían con el primo de Harry Potter? Dudley Dursley recibía decenas de regalos y todos sabemos cómo era…
En tu deseo de dar lo mejor a tus hijos le concedes ropa que no necesita, juguetes con los que juega una vez, y un sin fin de regalos materiales que puede llegar a generar en el niño un sentimiento de tener derecho a todo. Desde Mentes Abiertas Psicología nos confirman que regalar pocos juguetes a los niños puede ser una decisión beneficiosa para su desarrollo emocional, cognitivo y social. Los niños que reciben constantemente cosas nuevas pueden empezar a ver estos regalos como derechos en lugar de privilegios y llevarlos a desarrollar una relación poco saludable con las posesiones materiales y una falta de aprecio por lo que tienen. Enseñar a los niños que la auténtica felicidad no está en lo que tienen, es también importante para evitar este tipo de comportamiento, así como fomentar actividades que fomenten la creatividad, la empatía y la resiliencia en lugar de que todo sea materialismo.
Evitas hacer críticas constructivas y poner límites
Criar en positivo no significa decirle a un niño solo lo que hace bien. La motivación y la crítica adecuada crean una sana autoestima y es importante entender que una crítica constructiva es esencial para el crecimiento y el aprendizaje personal porque les ayuda a comprender sus errores, a aprender y a mejorar. Como explica el experto Álvaro Bilbao, podemos usar un enfoque más colaborativo entre padres e hijos, donde se fomenta la participación activa y se promueve el diálogo abierto, pero es imprescindible poner límites. “Los niños necesitan límites para desarrollar un sentido de seguridad y comprender qué comportamientos son aceptables”, explica el neuropsicólogo, y añade que “establecer límites claros y consistentes les proporciona estructura y los ayuda a entender las consecuencias de sus acciones. Es importante comunicar los límites de manera firme pero amorosa, explicando las razones detrás de ellos”.
Cuando protegemos a nuestros hijos de las críticas y evitamos ponerles límites, no los estamos preparando para el mundo real, ni podrán aprender qué es el respeto y el autocontrol. Sin límites, los niños pueden llegar a pensar que el mundo gira en torno a sus deseos y tener así dificultades para respetar los derechos y las necesidades de los demás, es decir, les costará desarrollar su inteligencia emocional.
No dejas que fracasen
Los padres nórdicos saben que los niños resilientes son más capaces de regular sus emociones, recuperarse de los fracasos y perdonarse por cometer errores, algo que les ayudará también en su vida adulta. Por eso cuando fracasan, dejan que lo hagan porque será una fuente de aprendizaje. Los errores y el fracaso son una parte fundamental del crecimiento y los padres que fomentan la resiliencia en sus hijos no eliminan sus factores estresantes, sino que les enseñan a afrontarlos. Les demuestran que pueden levantarse, aprender de sus errores y seguir adelante sin que un fracaso defina su vida o sea el fin del mundo, lo que les prepara para gestionar mejor la frustración cuando sean adultos.
Fotos | Harry Potter
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