270 calorías menos al día durmiendo una hora más: un estudio arroja datos sorprendentes en la relación entre sueño y obesidad

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Para perder peso es indispensable provocar un déficit calórico. Es decir, que quememos más de lo que comemos. Por el contrario, algo que parece que sí tiene que haber en abundancia es buen sueño. Según nos explican los expertos de Vitónica, se sabe que dormir mal puede afectar a las hormonas de la leptina y la grenila (la leptina desciende y la grenila aumenta). Esto afecta a nuestra sensación de saciedad, por lo que la percepción del hambre puede aumentar de manera importante. Ahora un estudio ha demostrado que, al prolongar la duración del sueño y sin hacer ningún otro cambio en el estilo de vida, se puede reducir la ingesta de calorías en una media de 270 al día.

La revista JAMA Internal Medicine publica esta semana los resultados de un estudio clínico realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chicago y la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos, con el objetivo de entender las causas de la obesidad y cómo prevenirla. Porque, tal y como apunta Esra Tasali, autora del artículo, el incremento de casos de esta enfermedad se explica sobre todo por el aumento de la ingesta de calorías, más que por la falta de ejercicio.

En su ensayo clínico aleatorio, que duró cuatro semanas, participaron 80 adultos con sobrepeso que dormían habitualmente menos de 6,5 horas por noche y que fueron capaces de aumentar la duración una media de 1,2 horas tras recibir una sesión personalizada sobre higiene del sueño. El objetivo era ampliar la duración de su tiempo en la cama a 8,5 horas al día.

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En líneas generales, los individuos que aumentaron la duración del sueño redujeron su ingesta de calorías en una media de 270 kcal al día (aunque algunos llegaron a las 500), lo que se traduciría en una pérdida de peso de unos 12 kg después de tres años si los efectos se mantuvieran a largo plazo.

Los dos puntos más importantes de este estudio, que lo desmcarcan de otros previos es que no examina únicamente los efectos sobre la ingesta calórica de prolongar el sueño sino que lo hace en un entorno real, sin cambios ni control en la dieta y el nivel de ejercicio de los participantes, que durmieron en sus propias camas y siguieron con su estilo de vida normal.

Aunque otro aspecto sorprendente fue el impacto de una intervención tan sencilla y es que, tras una sola sesión de asesoramiento sobre el sueño, los participantes pudieron cambiar sus hábitos como para conseguir aumentar la duración del sueño, tal y como apunta el estudio.

Además, a pesar de que no fue un estudio de pérdida de peso, en solo dos semanas, las pruebas mostraron una disminución de la ingesta calórica y un balance energético negativo. Es decir, que la ingesta calórica estaba siendo menor que las calorías quemadas.

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