Se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Mallorca porque es uno de los más bonitos de toda España. Ubicado en el corazón de la Sierra de Tramontana, Fornalutx ("Fornaluch" en español) es un pequeño pueblo de montaña construido en piedra y destino de oro de una excursión con mucho encanto para senderistas y ciclistas que quieran explorar esta cordillera siguiendo alguna de las muchas rutas que existen. Y es que, además de ser un paraje natural excepcional, tiene una historia que se remonta 1.000 años atrás.
Al norte de la isla de Mallorca se extiende una sierra declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en 2011, la de Tramontana, famosa por su orografía sinuosa y carreteras zigzagueantes. Es aquí, al noroeste, donde se encuentra uno de los pueblos de montaña más auténticos, bien cuidados y bellos de Mallorca. De hecho, ha recibido varios premios por su conservación.
Fornalutx, sobre el valle de Sóller, se abre paso rodeado de bancales de limoneros y naranjos, con sus estrechas calles empedradas (a veces empinadas) que invitan a perderse en ella y curiosos edificios de piedra. Además, su habitantes se esfuerzan por mantener el estilo y el ambiente de antaño. Eso sí, acceder al pueblo puede resultar complicado debido a que las calles son estrechas y en algunos momentos puede haber bastante tráfico.
Entre los principales lugares de interés del pueblo destaca la antigua almazara de Can Xoroi, donde hay una exposición permanente de tejas pintadas que ilustra la costumbre de ornamentar los voladizos con arte popular. Esto es algo que se extendió durante el siglo XVI, siendo Fornalutx uno de los puntos donde se conserva el mayor número de edificios con tejas pintadas. Estas se pintaban a pie de obra, con dibujos geométricos, motivos vegetales, escenas religiosas o de la vida cotidiana y figuras zoomórficas.
No obstante, es la Plaza de España el núcleo principal del pueblo y de su vida social. Aquí se encuentran numerosos bares, restaurantes y cafeterías con terraza. También hay que acercarse a conocer el Ayuntamiento con su torre de defensa del siglo XVII y la iglesia originaria del siglo XIII que combina los estilos gótico y barroco.
Aunque, en realidad, los orígenes de este pueblo se remontan a más de mil años atrás, cuando comenzó como pequeño asentamiento árabe en forma de granja. Actualmente, tiene menos de 20 kilómetros cuadrados de superficie y poco más de 700 habitantes, habiendo conseguido conservar su identidad medieval. Un imprescindible de la geografía mediterránea.
Fotos | Agència d’Estratègia Turística de les Illes Balears
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