Nuestra generación, o al menos la mía, fue engañada para pensar que el centro de nuestra vida es el trabajo y en ese engaño una palabra se repite sin cesar, productividad. Tenemos que ser más productivos no solo en el trabajo, sino en la vida misma. Perseguimos la productividad como si fuera el secreto de una vida mejor, pero como explicaba Justin Welsh en X, “tu objetivo no es la productividad: es el control”. Este emprendedor daba justo en el clavo.
Justin Welsh ayudó a construir dos empresas cuya valoración superó los mil millones de dólares y recaudó más de 300 millones de dólares en capital de riesgo. Se quemó y ahora, dirige una empresa unipersonal que lucha con la falsa creencia de que ser productivos nos hace libres. Sabe de lo que habla y afirma que perseguimos herramientas, probamos trucos y nos convencemos que seremos más productivos haciendo más en menos tiempo. Esa productividad opera bajo un espejismo y se nos olvida que la autonomía y el control sobre nuestro propio tiempo es la auténtica llave del éxito. “Haz menos cosas, con más intención, hasta que todo lo que hagas sea exactamente lo que quieres”, aseguraba en X, y sus palabras resuenan como solo las verdades más absolutas pueden hacerlo.
Hacer menos, pero con un propósito
“La norma aceptada hoy en día es que, para tener éxito, debemos sistematizar implacablemente todo nuestro día”, como hacen los mal llamados hombres de alto valor y según Welsh “esta búsqueda incesante de la eficiencia conduce al agotamiento, a una disminución de la creatividad e incluso a la pérdida de conexión con lo que realmente importa”. Volver a ser dueños de nuestro tiempo, en la medida en que nuestros trabajos nos lo permitan, es el verdadero control.
Pensar que “la vida no se mide en tareas completadas, sino en decisiones tomadas de forma consciente”, como explican nuestros compañeros de Xataka, es la verdadera clave. Para ello, en lugar de buscar constantemente trucos para ser más productivos, es más efectivo centrarse en estrategias que nos permitan gestionar nuestro tiempo de manera consciente y que se alinee con nuestras prioridades, con nuestro propósito. Cuando eso que hacemos tiene un verdadero propósito que nos hace sentir plenos nos acercamos a la felicidad. Por ejemplo, la Matriz de Eisenhower nos ayuda a distinguir tareas urgentes e importantes para evitar caer en la trampa de estar constantemente ocupado sin avanzar hacia tus objetivos reales.

Como explica el libro 'Esencialismo' del experto en productividad Greg McKeown, “si no decidimos por nosotros mismos lo que es importante, alguien más lo hará”, y no todo tiene la misma importancia. Si hacemos caso al Principio de Pareto, de forma general el 80% de los resultados provienen del 20% de las acciones. McKeown propone en su libro algo en esta línea porque no todo tiene la misma importancia y hacer menos cosas pero con más intención conduce a mejores resultados y una vida más significativa como explica el experto en productividad.
La libertad surge así de la disciplina de decir "no" de la que McKeown también habla en su libro, y no de seguir una agenda imposible. “Decir “sí” a todo nos hace reactivos y nos aleja de lo verdaderamente importante”, explica, así que aprender a decir que “no” en el trabajo, podría ser un paso para volver a tener control sobre nuestro tiempo y que una agenda imposible y estresante deje de ser dueña de nuestra vida y volvamos a tener control sobre nuestro tiempo.
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Fotos | Remy_Loz en Unsplash, Matt Ragland en Unsplash, Justin Welsh en X
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