No hace falta que tengamos un objetivo tremendamente ambicioso, puede ser desde aprender a tocar la guitarra hasta conseguir un aumento de sueldo, un ascenso o mejores condiciones laborales, pero está demostrado que tener un propósito es imprescindible para lograr el éxito.
Farah Harris es psicóloga, experta en bienestar laboral y autora del bestseller “The Color of Emotional Intelligence: Elevating Our Self and Social Awareness to Address Inequities”. Es ella quien ha afirmado que existen dos habilidades con las que conseguir nuestros objetivos. Con ellas conseguimos mejorar nuestra inteligencia emocional y la autoconciencia, algo que todas las personas con los pies en la tierra tienen muy desarrollado, lo que puede ayudarnos “a hacer realidad nuestras aspiraciones, sin importar quién sea o qué esté tratando de lograr”, explica Harris.
Antes de ponernos manos a la obra es importante que sepamos identificar nuestras emociones porque durante el proceso, surgirán muchas de ellas y de no hacerlo, no conseguiremos avanzar en absoluto. El motivo es que emociones como la motivación, la felicidad o el miedo, nos irán haciendo de guía y ayudarán a dar forma a tus objetivos y a crear un plan que los tenga en cuenta.
Reflexiona sobre el porqué de tus objetivos
Tal y como explicaba Harris a la CNBC, puedes fomentar la inteligencia emocional y la autoconciencia empezando por analizar muy a fondo lo que quieres lograr y específicamente, por qué quieres lograrlo. Pongamos un ejemplo para entenderlo algo mejor. Cuando comenzó 2024 me propuse leer más. Si nos quedamos única y exclusivamente con el objetivo en sí, “leer más”, lo que parece que estoy haciendo es dar una orden a mi cerebro, y no solo no me comprometeré con el objetivo, sino que es muy probable que lo abandone.
La idea es formularlas dándole a nuestro cerebro al menos una razón para trabajar en ese objetivo y es imprescindible que la incluyamos en la redacción del objetivo (algo que puedes hacer con un bullet journal). “Es necesario poder tener algún tipo de vínculo emocional con el objetivo, de lo contrario terminará siendo fugaz”, explicaba Harris. En mi caso, por ejemplo, quiero leer más porque leer libera mi carga mental, me ayuda a aprender cosas nuevas y además, me aporta calma en los momentos estresantes del día.
Analiza el porqué de tus objetivos y reformula la idea y añade ese motivo por el que quieres conseguirlo. Quiero ir más al gimnasio porque me encontraré mejor, más ligera y dormiré mejor por las noches. Quiero conseguir un horario flexible de entrada en el trabajo porque por las mañanas me gusta pasar tiempo con mis hijos y llevarles al colegio. Quiero priorizar mi salud mental en el trabajo porque eso hará que sea más productiva.
Separa tu trabajo de tu identidad
Esta capacidad, que en mi caso he aprendido gracias a la generación Z, es tan vital que te cambiará la vida. En el momento en el que entendemos que no somos nuestro trabajo, todo cambia. Es más, podemos repetirlo como un mantra diario: “No soy mi trabajo”. Y también reservar bloques de tiempo no solo para el trabajo, también para aquellas cosas que nos hacen felices.
Con estos dos trucos trabajamos la autoconciencia, una habilidad que nos ayuda a ser más creativos en el trabajo, a tomar mejores decisiones y a construir relaciones personales y profesionales más sólidas según la neurocientífica formada en Harvard Juliette Han.
Harris explica que “se trata de lo que hago en el trabajo, no de quién soy”. Si un día no entrego un proyecto, no significa que sea una mala trabajadora. “El ser y el hacer deben estar separados para que podamos centrarnos en las áreas en las que necesitamos mejorar”, asegura la experta. Puede que no haya entregado un proyecto porque no estoy haciendo una gestión de mi tiempo eficaz y lo que necesito es trabajar en ello.
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