De quedarse sin trabajo a los 59 a convertirse en su propio jefe: así se reinventó

Bob Major fue despedido a los 59 de la empresa en la que trabajaba. Y ante la imposibilidad de encontrar un nuevo trabajo, decidió apostar por el autoempleo

Hombre despedido que monta su empresa al no poder jubilarse
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Nacho Viñau

Editor

Bob Major tiene 66 años, fue despedido a los 59 y vive en Nueva Jersey. Su historia podría ser la de tantas personas que superan los 50 y que tras una larga vida laboral, son despedidos de repente teniendo que afrontar una situación de desconcierto y con la lacra del edadismo

Para muchos, perder el trabajo a esa edad en la que la jubilación está cerca es un auténtico problema por la dificultad de volver a encontrar trabajo en un mundo que prefiere a la gente joven antes que la experiencia de toda una vida de trabajo. En España, según el INE, el 30% de los casi tres millones de desempleados superan los 50 años. Y si hablamos de desempleo de larga duración, son casi la mitad de los mayores de 50 años, un 42% del total. 

Despedido a los 59

Bob Major fue despedido cuando iba a cumplir los 60 de una empresa dedicada a los servicios financieros en la que llevaba toda la vida. “Sabía que se avecinaban despidos, pero todavía no sabía qué hacer después de que todo mi equipo y yo fuéramos despedidos en junio de 2018. Había estado trabajando durante décadas en un gran servicio financiero cuando nuestro departamento cerró”, explicaba en una entrevista en Business Insider.

El problema era que aún no tenía los años cotizados necesarios para poder jubilarse. Así que jubilarse o quedarse esperando a que llegara un empleo no era una opción: necesitaba seguir trabajando. Tras casi un año buscando trabajo, decidió dar un paso al frente y plantearse abrir su propio negocio. Algo que por otro lado, siempre había querido hacer. 

Según explicaba en la entrevista, “Estamos a merced de las grandes empresas, y una vez que desaparecen, es extremadamente difícil encontrar trabajo para las personas mayores".  A medida que se envejece, afirma, uno se vuelve más prescindible: se tiene más experiencia, sí, pero también sales más caro que los trabajadores más jóvenes.

Un negocio para hacer reparaciones en casa

Dado que se le daban bien los pequeños arreglos y que tenía el garaje lleno de herramientas, decidió montar un servicio "de manitas" para hacer reparaciones en las casas de sus clientes. Y dicho y hecho.

Para comenzar pidió una licencia de contratista por cien dólares (unos 86 euros al cambio), formó una sociedad limitada para acotar la responsabilidad personal y contrató un seguro de responsabilidad civil por si había accidentes. En mayo de 2019 su pequeña empresa de chapuzas estaba funcionando. 

Manitas

Usó las redes sociales para publicitarse, y al poco recibió la llamada de un cliente que necesitaba cambiar la tapa del inodoro. Por ese servicio cobró 35 dólares. Y su primer cliente le dejó buenas reseñas en internet. 

Y a partir de ese momento, el trabajo comenzó a crecer, con encargos que iban desde montar una estantería a colgar un cuadro o un televisor o instalar buzones. Pequeñas chapuzas que para gente como yo que somos poco habilidosas manejando un taladro son un mundo, pero que para alguien con un poco de maña son pan comido. Así, en unas pocas semanas tenía entre cinco y seis trabajos al día, seis días a la semana. 

En la entrevista, señala que muchos de sus clientes le explican que le llaman porque su pareja no tiene ni idea de cómo hacer esos pequeños arreglos, o que trabajan muchas horas y que tienen tiempo de hacer esas reparaciones o esos pequeños cambios que sus casas necesitan.

Cuando comenzó con los primeros encargos, Bob reconoce que cobraba muy poco dinero. Una política comercial que todos los que hemos creado una empresa, conocemos bien por el desconocimiento del sector y para intentar atraer clientes y hacernos un hueco en el mercado. Pero tras investigar en internet cuánto cobraban los contratistas, y al ver que su trabaja aumentaba, incrementó los precios hasta una tarifa razonable.

Ahora tiene más calidad de vida

Frente a la vida estresante que llevaba cuando trabajaba en la empresa de la que fue despedido, Bob disfruta ahora de más calidad de vida. De entrada, ha reducido los días de trabajo, ya que cinco años después de montar el negocio decidió rebajar el ritmo y trabajar solo cuatro días a la semana. 

Pero además, sus clientes son todos locales, por lo que no tiene que viajar. Algo importante para él, ya que mientras trabajaba en la empresa de servicios financieros de la que fue despedido, tenía que viajar tres horas cada día desde su casa hasta Nueva York, donde estaba su oficina. 

Fotografías | Wavebreakmedia_micro, Freepik

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