Dicen que la edad solo es un número. La realidad es que a medida que cumplimos años, cuesta creer del todo esa afirmación. Sobre todo si empezamos a sufrir achaques típicos como dolores en las articulaciones y pequeños (o grandes) despistes. Aunque por suerte, al menos la memoria no siempre se desvanece con la edad, lo que sí pasa es que se vuelve un pelín más selectiva.
Por ejemplo, puede que no recuerde lo que cené ayer, pero no soy capaz de borrar de mi memoria la letra enterita de Se fue de Laura Pausini. Es imposible, vive rent free en mi cabeza (y eso que cumplí 40 hace unos meses). Pues vamos más lejos aún: si ya soplas al rededor de 70 velas, atento porque recordar nítidamente estos momentos de hace décadas puede ser un buen síntoma. Son diez señales dicen que tu memoria todavía funciona mucho mejor que la de la mayoría de tu generación.
Cuando el lechero repartía a domicilio con botellas de cristal
Si todavía tienes en tu cabeza el sonido de las botellas de cristal tintineando entre ellas y recibir al lechero en la puerta de tu casa cada semana, enhorabuena, significa que a tus 70s eres capaz de recordar acontecimientos de hace más de 6 décadas. Pero no solo eso, también puedes regodearte un poquito en la nostalgia de la buena (sin caer en la tristeza claro) con un momento cotidiano de la infancia.
Cuando la gasolina se pagaba a peseta y media el litro
Esto más que nostalgia y recuerdo, parece utópico, una historia de ciencia ficción. Pero sí, allá por los 50s o 60s la gasolina se pagaba a poco más de una peseta el litro. Eso sí, no todo el mundo tenía coche. Si es tu caso y lo recuerdas, enhorabuena, los recuerdos están grabados en piedra en tu cabeza.
La primera vez que viste la televisión en color
Mi madre lo recuerda perfectamente y lo cuenta muy a menudo, será que como aficionada al cine antiguo he visto con ella muchísimas películas ''coloreadas'' de la época (el Mago de Oz es de nuestras favoritas). Ese momento en el que la vida pasó de ser en blanco y negro es un recuerdo súper claro de su adolescencia, imposible olvidarlo.
Ver el alunizaje en la tele en tiempo real
Un hecho histórico que no todos tuvieron la suerte de presenciar y menos aquí en España. Mi madre recuerda perfectamente que tuvieron que irse a casa de la vecina (la única que tenía tele) para verlo. Por supuesto, no ha olvidado esa sensación con el paso de los años.
Cuando los teléfonos eran de disco y el cable siempre se quedaba corto
He de confesar que a mis 40 años recuerdo perfectamente esa sensación y no se diluye con los años. En mi casa solo tuvimos uno de estos, era antiguo y quedó relegado a la cocina (los digitales ocuparon lugares preferentes en el salón o el despacho de mi padre), estaba colgado en la pared y casi no llegaba a la ruleta, jamás olvidaré lo que me costaba marcar el número (y la de veces que me equivoqué en consecuencia). Si tú también lo recuerdas a los 70, enhorabuena, tu cabeza es toda una hemeroteca.
Cuando tenías que esperar a revelar el carrete para ver las fotos
Otra experiencia que no olvido y que mi padre tampoco, es más, este año he retomado la fotografía analógica por la nostalgia que me produce (y porque vuelve a estar de moda): revelar un carrete de fotos. Antes, tocaba esperar días -incluso semanas si vivías en un pueblo pequeño como yo- para ver las fotografías. Si recuerdas ese nerviosismo antes de abrir el sobre y la decepción cuando te dabas cuenta de que habías tapado el objetivo con el dedo, tu cabeza está a pleno rendimiento.
Tu primer tocadiscos y el primer álbum que compraste
Hace poco mi madre me contaba que en mi pueblo a los guateques se les llamaba picú. Ya había oído esa expresión antes pero no terminamos de entender el por qué de ese nombre hasta que me comentó que venía de la marca del tocadiscos. Esta no era otra que Pick Up (porque eran pequeños y portátiles) y el invento era consecuencia de una cosa muy típica del sur, especialmente en la zona de Huelva, donde se instalaron colonias inglesas: un tierno y divertido ''inglés inventado'' mezclado con el andaluz.
Si como mi progenitora recuerdas perfectamente escuchar música en el tocadiscos, el primer álbum que compraste -en su caso fue Serrat- o incluso los bailes de adolescencia, estás en buena forma
Hacer cola para comprar la entrada del cine
Sin compras online, ni elección de asiento en la app del cine. Solo una fila larguísima, un par de pesetillas en el bolsillo y nervios al pensar que probablemente, no quedarían entradas suficientes. Así era ir al cine antes. Toda una aventura. Si recuerdas los carteles antiguos, el olor de las palomitas de maíz o el tacto del ticket en el bolsillo, tu cabeza es toda una cápsula del tiempo.
La notas de clase escritas a mano y borradores de pizarra
Parece mentira que hace años las notas se entregaban en papel, escritas a puño y letra por el maestro. Las pizarras no eran digitales y los borradores de tiza eran un bien preciadísimo en clase. Si recuerdas la frustración al no poder borrar del todo lo escrito y dejar un borrón blanco en la pizarra, confirmamos que tu memoria está sanísima.
Cuando coleccionar sellos o monedas era el mejor entretenimiento
Mi padre aún conserva ambas colecciones: la de sellos y la de monedas. No tienen más valor que el sentimental pero de vez en cuando le gusta ponerse nostálgico revisándolas. A la vez, son un recuerdo súper claro de mi infancia, en la era pre-internet, cuando tenía que entretenerme con cualquier cosa, me pasaba horas mirándolas.
Fotos | Pexels
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