Los 5 momentos "tierra, trágame" y fuertecitos que puedes vivir durante el sexo (y cómo sobrevivir a ellos)

Los 5 momentos "tierra, trágame" y fuertecitos que puedes vivir durante el sexo (y cómo sobrevivir a ellos)
3 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Aunque el sexo es una de las experiencias más sensuales e íntimas que podemos compartir con otra persona, a veces se dan situaciones en la cama tan embarazosas que pueden sacarnos de la escena, arruinar una noche de pasión y dejarnos con la miel en los labios antes de alcanzar un fabuloso orgasmo.

Y no hablamos del clásico gatillazo, ni de padres (o hijos fisgones) abriendo la puerta del dormitorio en plena batalla sexual o de descubrir "in situ" que tus bragas podrían combinar con todo el armario de Carmen de Mairena, pero se dan de patadas con tu sujetador.

Créeme, existen otras situaciones infinitamente más bochornosas y divertidas que responden a una explicación puramente biológica, pero que vividas con un amante recién estrenado le entran ganas a una de inmolarse en pleno acto.

He aquí un listado y algunos consejos prácticos para que no tengas que decir nunca ¡TIEEERRA, TRÁAAAGAME!

Tironmuscular El agarrotamiento del dedo gordo del pie es uno de los percances más comunes durante el orgasmo.

1.Flatulencias vaginales (o cuando tu vagina decide marcarse un beatboxing sin consultarte).

No es broma. Esto puede ocurrir y con más frecuencia de lo que una podría esperar. Estás relamiéndote de placer, gimiendo cual gatita, vuestras miradas clavadas el uno en el otro y tu vagina decide convertirse en la caja de los truenos. Horror.

Causas. La explicación es muy sencilla: a tu vagina le ha entrado aire. Oxígeno, nitrógeno y argón, como diría Mecano. No son gases generados por sí misma ni tienen nada que ver con tu dieta. Tampoco significa que estés excesivamente dilatada durante la penetración y/o que tu pareja no vaya a sentir placer con la fricción. Los "sonidos vaginales" pueden hacer acto de presencia cuando el coito se prolonga en el tiempo, durante maratones sexuales o si lo practicas durante la menstruación.

Solución. No existe ningún método infalible. De hecho, lo mejor que podrías hacer es restarle importancia y echarte a reír. Pero si te sucede con demasiada frecuencia hasta el punto de incomodaros a ti y a tu pareja, lo ideal es que practiques los ejercicios de Kegel a diario (contraer y relajar la vagina) para mejorar el tono de tu suelo pélvico. También intenta evitar posturas en cuadrupedia (‘a perrito’), donde es más fácil que entre aire durante la penetración.

2. Tirones musculares (o cuando los gritos de placer se convierten en aullidos de dolor).

Aunque no lo creas, el sexo es una actividad física intensa para el organismo. No en el mismo nivel del spinning, por suerte. Pero nuestro cuerpo responde de una manera muy semejante a la del ejercicio físico: tensión muscular, vasodilatación, aumento de frecuencia cardiaca, etc. Si un atleta puede sufrir un espasmo muscular en plena competición ¿por qué no nos podría pasar a nosotras en una noche de pasión?

Causas. La falta de ejercicio físico o, por el contrario, el exceso de este puede desencadenar calambres musculares fuera y dentro de la cama. También desafiar a nuestra natura y querer convertirnos en contorsionistas sexuales propician estos pequeños accidentes. Pero lo más habitual es que se deba simple y llanamente al desarrollo de la respuesta orgásmica. Cuando alcanzamos el clímax sexual no se contrae solamente nuestra área genital, también el resto de la musculatura del cuerpo, especialmente glúteos, piernas y dedos de los pies. Las contracciones son rítmicas (en intervalos de 0.6 y 0.8 segundos) y bruscas. Imagínate, nuestros músculos pasan de una tensión extrema a una relajación casi total; por lo tanto no es extraño que los gemelos se te suban a la corva o que notes chasquidos en los dedos de los pies.

Solución. Toma alimentos que lleven magnesio y potasio (por ejemplo, el plátano) y sustituye el ascensor de tu edificio por las escaleras. Una buena forma física mejora nuestro rendimiento en la cama.

Zac Efron Toilet Si a tu pareja le encanta improvisar con posturas difíciles para seres inarticulados, ¡rellena la matrícula del gimnasio hoy mismo!

3. Dolor mandibular durante la felación (o cuando se te congela la sonrisa).

Por mucho que parezca una escena sacada de comedia de adolescentes, hay mujeres que se quejan de bloqueo maxilar y calambres cuando practican sexo oral a su pareja.

Causas. Salvo casos serios de tensión temporo-mandibular donde es recomendable acudir al médico, normalmente las punzadas de dolor o tirones en la mandíbula se deben a una mala técnica o postura durante la felación.

Solución. Elige siempre una postura cómoda, que te permita relajar el cuello (sentada o de rodillas, por ejemplo). Cuando notes cansancio, cambia de ritmo y movimientos con tu lengua y labios o ayúdate de las manos durante la estimulación oral del pene.

4. Olores no identificados.

Son muchas las mujeres que acuden a las consultas ginecológicas preocupadas porque sus vaginas, de repente, despiden un aroma muy fuerte durante el coito. Pues bien, nos guste o no, el sexo tiene su propia fragancia y aunque no sea un olor desagradable, a veces es tan poco sutil que lo asociamos a una falta de higiene.

Causas. salvo en los casos de infección vaginal, las únicas culpables son nuestras hormonas. Las muy canallas (o astutas, según como se mire) anuncian al señor copulador de que aquí estamos, húmedas, excitadas y preparadas para darlo todo en la cama. Sí, todo muy primitivo. Pero lo curioso es que son muchos los hombres que prefieren el aroma natural de una mujer al jabón con olor a coco.

Solución. Para olores íntimos intensos la base es una buena higiene, pero ¡ojo!, no son recomendables los geles con fragancia porque alteran la flora vaginal y el efecto sería justamente el contrario. Elige jabones neutros, no te excedas en lavados y sé muy persistente en el secado. Puedes probar también con productos antibacterianos.

5. Entre jadeo y jadeo, un ataque de estornudos.

Se puede padecer alergia al látex, al espermicida o a los ácaros de las sábanas si no se han cambiado en un año, ¿pero al sexo? Imposible. Sin embargo, es un hecho constatado que podemos sufrir ataques de estornudos generados por la propia respuesta sexual o (alucina) con el mero hecho de fantasear con ella. Resulta cómico, algo surrealista, pero (como en casi todo lo relacionado con el sexo) también tiene una explicación científica.

Causas. El otorrino Mahmood Bhutta y el psiquiatra Harold Maxwell, tras estudiar este tema motivados por su peculiaridad, llegaron a la conclusión de que los 'sex-tornudos' se deben a un pequeño cortocircuito que sufre nuestro Sistema Nervioso Autónomo. El SNA es el responsable de la excitación sexual, pero también de respuestas involuntarias como el latido cardiaco, la dilatación de la pupila y del dichoso ¡achís! Según esta teoría si te pones a estornudar en pleno orgasmo es debido a que tu centralita cerebral se ha colapsado y estás sufriendo algo parecido a un cruce de líneas. Lo que deberían ser sensuales suspiritos se convierten en explosiones de viento liberadas por la nariz.

Solución. Lamentablemente, no existe método alguno para detener una explosión de estornudos. Para salir "airosa" de esta situación solo te queda recurrir al ingenio y al sentido del humor. ("Lo siento, soy alérgica al gato… ¡Ah!, ¿que no tienes mascotas? Entonces debe ser tú, cariño, que eres tan fiero como un león.").

Como has podido comprobar, el sexo es toda una aventura. Un viaje donde puedes vivir momentos gloriosos o terriblemente catastróficos. Pero todos y cada uno de ellos son los ingredientes básicos para conseguir esa complicidad especial con tu pareja que convierte vuestras relaciones sexuales en algo excepcional.

En Trendencias| El otro calentamiento global: la verdadera revolución femenina está siendo ahora.

Comentarios cerrados
Inicio