Anabel Palomares
EditorSalones lujosos, jerarquías frágiles y diálogos en los que en muchas ocasiones ni siquiera hacen falta palabras. Estamos en Nueva York, en 1882, en medio de una sociedad de ricos de cuna que se encuentra teniendo que abrir la puerta a nuevos ricos. Pero lo mejor es cómo se refleja esto en pantalla. Visualmente la serie es una joya.
Los trajes, con esas faldas inmensas y bordados, las mansiones llenas de detalles, los peinados, el maquillaje… Todo parece salido de un cuadro de John Singer Sargent, pero pensado por Julian Fellowes que ya en ‘Downton Abbey’ demostró que tenía una habilidad innata para crear personajes femeninos que fueran tan complejos como lo es un ser humano de carne y hueso. Con ‘La edad dorada' repite la magia. Acaba de estrenar su tercera temporada en HBO Max y ya es una de las series más vistas de la plataforma.
Fellowes juega de nuevo la carta de mostrar la vida de la época desde los diferentes estratos sociales. Nos asomamos a las ambiciones feroces de los millonarios, pero también observamos el ajetreo silencioso del personal de servicio, lo que aporta a la serie mucha más humanidad, aunque para ser justos, la serie necesita en algunos momentos algo más de garra al explorar esas desigualdades que se insinúan.
Pero lo más disfrutable de esta serie es una Carrie Coon magnética como Bertha Russell, y una perfecta e irónica Christine Baranski como Agnes van Rhijn. Solo ellas serían capaces de sostener la serie entera, pero cuentan con ayuda porque en el reparto también encontramos a Cynthia Nixon, Morgan Spector, Louisa Jacobson, Taissa Farmiga, Denée Benton, Harry Richardson, Blake Ritson, Audra McDonald, Nathan Lane o Jeanne Tripplehorn, entre otros.
Lo cierto es que, si te fascinan los dramas históricos con vestidos que ocupan medio pasillo y miradas que valen más que mil palabras, ‘La edad dorada’ es para ti. Es sofisticada, pausada y ambiciosa, como los neoyorquinos que la protagonizan. Y es tan bonito de ver, que habrá momentos en que solo te fijes en los looks o las habitación y que te olvides hasta de escuchar el diálogo.
Raquel Peláez afirma en su libro ‘Quiero y no puedo: una historia de los ojos en España’ que series como ‘Succession’, ‘The White Lotus’ o ‘La edad dorada’ es que “generan con sus imágenes la seductora fantasía de lo que las clases medias consideran que hacen las ociosas”, refiriéndose con las segundas a las clases altas o como ella denomina pijas. Lo cierto es que ‘La edad dorada’ es justo eso, como quedarte mirando un escaparate de una tienda carísima en la que sueñas entrar algún día. Nos gusta ver a los pijos neoyorquinos hasta cuando son de otro siglo.
Fotos | La edad dorada (HBO Max)
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