Siete hábitos que creías normales pero alimentan tu ansiedad cada día según la psicología

Creías que eran hábitos normales, pero resulta que tienen un efecto en ti mayor del que imaginabas y que afecta a tu salud mental

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Anabel Palomares

Editor

A veces pensamos que la ansiedad sólo aparece cuando la vida se nos pone cuesta arriba. Tenemos que recoger a los niños de las extraescolares y el tiempo nos come, discutimos con nuestra pareja, nos cae un marrón en el trabajo, las horas no nos dan para todo lo que tenemos que hacer en el día... Pero la verdad es que, según la psicología, hay pequeñas cosas del día a día que también pueden encender esa incómoda ansiedad. Y lo curioso es que casi nunca las vemos venir.

No comer lo suficiente

No sé la cantidad de veces que he dejado de comer porque estaba demasiado ocupada con la ansiedad que me provocaba el trabajo. Error: la ansiedad puede aparecer como un efecto indirecto de no ingerir suficientes alimentos o nutrientes. Cuando los niveles de glucosa en sangre bajan demasiado (hipoglucemia), el cuerpo lo percibe como una situación de “emergencia”. Por eso, cuando alguien no come suficiente puede experimentar ansiedad, irritabilidad o dificultad para concentrarse, como efecto del cortisol y la adrenalina liberados por el sistema nervioso simpático.

Pasar demasiado tiempo viendo pantallas

Aunque en un primer momento obtengamos dopamina rápida, esta no es duradera y puede generar que tengamos una adicción a la dopamina de redes sociales. Esa adicción a las redes sociales está detrás del 55% de los síntomas de ansiedad en España. Además de que la exposición constante cambia nuestro cerebro, la hiperconexión estimula el sistema nervioso de forma excesiva. El uso intensivo de pantallas puede aumentar nuestro FOMO, elevando los niveles de estrés y ansiedad. 

Dejar de hacer cosas que te gustan por estar ocupada

Cuando estamos estresados o con sobrecarga de tareas, el cerebro prioriza lo “urgente” sobre lo “importante”. Lo primero que eliminas es el ocio, el tiempo con amigos, el autocuidado… Te pongo un ejemplo, cuando estoy estresada, dejo de ir al gimnasio pero he comprobado de primera mano que ir, es una de las mejores herramientas para reducir mis niveles de ansiedad. Son estas actividades que percibimos como prescindibles las que actúan como reguladores de energía y emociones, justo lo que nos permitiría rendir mejor en lo demás.

Hacer cambios (aunque sean positivos)

Cuando las cosas cambian y nos enfrentamos a algo nuevo y desconocido, es natural experimentar un aumento en los niveles de ansiedad. La ansiedad por sí sola y sin que sea cronificada, es una emoción como cualquier otra y una nueva actividad para aumentar sus niveles, lo que no tiene por qué ser algo malo como explicaba el experto de Harvard Arthur C. Brooks.

Reprimir emociones

Las emociones reprimidas, no procesadas y no sentidas tienden a volver en forma de tensión, pánico, ansiedad o irritabilidad. No sirve de nada tratar de obviar las emociones porque no desaparecen. Lo verdaderamente importante es aprender a gestionarlas y para eso, hay que reconocerlas, expresarlas y procesarlas. 

Obsesionarnos con los síntomas de ansiedad

En psicología se conoce como hipervigilancia interoceptiva, cuando prestamos demasiada atención a las sensaciones del cuerpo. Y aunque parece contraintuitivo pero obsesionarnos con vigilar nuestro cuerpo en busca de signos de ansiedad puede contribuir a aumentar los niveles de ansiedad, ya que el cuerpo “aprende” a reaccionar con miedo a la ansiedad misma, lo que se conoce como ansiedad anticipatoria. La ansiedad en sí no es peligrosa si no existe una cronificación de la misma. La ansiedad, como el estrés, puede ser positiva en pequeñas dosis.  

Fotos | energepic.com, MART PRODUCTION

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