Tener éxito es un desafío, pero sentirse realmente exitoso es otro. Existe de hecho una brecha que a menudo se abre entre nuestros propios logros y la percepción de nuestro éxito. Lo normal sería que al cumplir un objetivo sintiéramos orgullo, pero en ocasiones lo que sentimos es alivio por no haber fracaso o alivio por haber conseguido hacer algo lo suficientemente bueno. En lugar de sentirnos bien, sentimos que hemos completado una tarea pendiente.
A la periodista Anna Codrea-Rado le ocurre lo mismo. En Refinery hacía una reflexión sobre su propia situación:
“Siempre que me preguntan sobre mi trabajo, evado la pregunta. A principios de este año publiqué mi primer libro y cada vez que alguien comenta lo orgullosa que debo estar, me invade una profunda vergüenza porque, bueno, simplemente no lo estoy. Para intentar librarme de ese sentimiento, hago más. Trabajo más duro. Me esfuerzo por ser más productivo”.
Esto se relaciona con lo que en psicología se conoce como “dismorfia de la productividad”, una alteración en la percepción de nuestra productividad y éxito que genera una disonancia entre lo que se logra y el sentimiento de logro. Si sentir orgullo por lo que has conseguido se relaciona con una mejor autorregulación, mayor autoestima y percepción de competencia, y una mejor salud mental, no apreciar nuestros logros se asocia a la infelicidad y la insatisfacción crónicas, como asegura a The Guardian la psicóloga Chu Hui Cha.
El miedo al fracaso como culpable
Para Cha, esa incapacidad de sentir orgullo y cambiarlo por una sensación de alivio, tiene mucho que ver con nuestra relación con el fracaso. Si nuestra autoestima está ligada a nuestros logros, cuando estos se producen sentimos que hemos evitado el temido fracaso. Ese miedo a fracasar hace que durante el proceso de alcanzar ese objetivo, estemos más tensos y que el proceso en sí, nos genere “ansiedad o mucha presión”. Pasar de la presión, la ansiedad y el miedo a sentirse orgulloso o bien con nosotros mismos es, según la experta, complicado.
Ese miedo al fracaso es un hijo que puede tener muchos padres, desde el perfeccionismo poco saludable (nunca nos podemos sentir orgullosos si siempre pensamos que podría estar mejor), una crianza crítica (triunfar es la única forma de evitar las críticas familiares) o la ansiedad crónica, son algunos de los motivos que pueden provocar que tengamos miedo a fracasar. La inseguridad, las expectativas sociales, la constante comparación con los éxitos de los demás, nuestras malas experiencias en el paso o el estigma que existe sobre fracaso, son otras razones que refuerzan ese miedo. Por eso cuando la tarea se completa lo que sentimos es alivio.
Cómo vencer el miedo al fracaso
Lo primero que recomienda Cha es que pensemos que nuestro valor no viene de lo que hacemos sino de lo que somos. Reflexiona sobre tu percepción del éxito y el fracaso, porque puede que explorar las raíces de tus creencias, te de alguna clave. Desde Therapyside nos recomiendan hacer un “diario de éxitos” en que cada día apuntar “tres cosas que has conseguido ese día, sin importar si son pequeños logros. Esto te ayudará a valorar tus éxitos y a desarrollar una mentalidad positiva”.
Además, podemos celebrar los pasos que damos hacia el objetivo en lugar de centrarnos en el objetivo en sí y aunque no lo creas, felicítate en voz alta y usando la tercera persona. Cuando lo hacemos y usamos el ileísmo, conseguimos una sensación de desapego que “nos permite ver el panorama general, en lugar de quedar atrapados en nuestros propios sentimientos”, como explican en la BBC. Por último, si el miedo al fracaso está impidiéndote ser feliz, busca apoyo de un profesional de la salud mental para que te de las herramientas que veas ese talento que tienes y todas las cosas bonitas que has logrado en tu vida con mucha más perspectiva.
Fotos | Rowan Freeman en Unsplash,
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