Anabel Palomares
EditorAunque muchos piensen que la psicología positiva es siempre estar de buen humor, lo cierto es que nada tiene que ver con eso, sino más bien, y como explica la UNIR, la psicología positiva se centra en investigar y conocer los recursos y fortalezas de las personas para incrementarlos o potenciarlos. “Podría definirse como el estudio científico de la felicidad sin abandonar aquello que nos hace infelices”. Es decir, no se trata de que guardemos dentro de un cajón lo malo o que obviemos las emociones negativas, sino que aprendamos a vivir con ellas.
Es lo mismo que defiende el famoso conferenciante Víctor Küppers, que afirma que “hay que aprender a vivir de forma razonable con la frustración” y aceptar que las cosas no siempre salen como pensamos. Hacerlo es la diferencia entre ser o no felices.
Aceptar la frustración para ser más felices
Aceptar la frustración no es nada fácil porque como bien asegura el experto, “nos gusta que todo vaya bien”, pero “hay que aprender a vivir con cosas que no nos gustan”. ¿Significa eso que tenemos que poner buena cara hasta en los malos momentos? Según Küppers, no. De hecho defiende el derecho a estar cabreado de la misma forma que nosotras defendemos el derecho a estar tristes, porque ambas son emociones de la misma forma en que lo son la alegría, el amor o la esperanza.
De la misma manera en que compartimos las alegrías, podemos compartir las penas y los enfados, pero con medida. “Existe el derecho al cabreo, afortunadamente, y cuando algo no nos gusta, el desahogo es muy sano, muy necesario y absolutamente recomendable”, pero también “hay que saber ponerle un límite en el tiempo”, explica Küppers.
La frustración surge cuando hay un deseo bloqueado (no puedo conseguir algo que quiero) o una expectativa incumplida (la realidad no coincide con lo que imaginaba). Esa frustración es una de las emociones más comunes pero también una de las más difíciles de manejar, y puede derivar en desmotivación, enfado o ansiedad fácilmente. Desde la psicología, la gestión de cualquier emoción no pasa por eliminarla, sino por aprender a convivir con ella de forma adaptativa. Es decir, no hay que evitarla sino gestionarla.
Cómo gestionar la frustración usando la psicología
Para conseguirlo podemos desahogarnos pero reconociendo que la frustración es parte inevitable de la vida. No debemos negarla ni dramatizarla, sino asumirla con serenidad y humildad. Esa es la base del bienestar realista (“la vida tiene dificultades y puedo afrontarlas”), y aplicando la aceptación emocional no luchamos contra la emoción, sino que la reconocemos. Una vez reconocida y validada esa emoción, podemos buscar el aprendizaje o propósito detrás de la situación e incluso preguntarnos qué puedo aprender o qué fortaleza puedo desarrollar de lo que está pasando, lo que se vincula con el crecimiento post-adversidad. Küppers añade que “el secreto no está en evitar la frustración, sino en aprender a gestionarla, y cuando lo haces, recuperas la energía para seguir adelante con ilusión”.
Recuperar el foco en lo que sí depende de ti y puedes controlar, tras aceptar esa frustración, cultiva la autoeficacia y optimismo, claves en el bienestar duradero. Küppers afirma que tras desahogarte, “respira y pasa pantalla". La forma de hacerlo es preguntarse, ¿Yo qué puedo hacer? Es una pregunta muy simple, pero te enfocas suele empezar sus charlas con una serie de preguntas que lanza al público: “¿Qué hay en tu vida que no te gusta? ¿Qué hay en tu vida que cambiarías? A partir de aquí, pregúntate. ¿Qué puedo hacer para mejorar las cosas?”, que enlazan con ese pensamiento de centrarnos en aquello que sí es controlable por nosotros.
Fotos | Mentes Expertas, Víctor Küppers
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