La autoconversación es, según la psicología positiva, una de las herramientas más potentes con las que contamos. Si es positiva, contribuye a la autorregulación y al bienestar, mientras que la negativa está relacionada con la ansiedad y la rumiación mental. Además, cuando mantenemos una autoconversación positiva mantenida en el tiempo, reducimos los niveles de estrés, aumenta nuestra resiliencia, y también mejora nuestra autoestima y capacidad de resolución de problemas. Parece cosa de magia, pero es ciencia, o mejor dicho inteligencia emocional porque según Justin Bariso, conferenciante, consultor experto en inteligencia emocional y autor del libro ‘Inteligencia emocional para la vida cotidiana’, afirma además que son una forma de controlar nuestras emociones.
Antes de seguir, voy a hacer un apunte y es que ninguna emoción es buena o mala. Todas las emociones son válidas, y la clave no es eliminar las emociones sino encontrar un equilibrio entre las emociones y el pensamiento racional, como explicaba Bariso en Inc. Para conseguirlo, vamos a usar la autoconversación positiva, concretamente cinco frases que propone el experto y que marcarán la diferencia.
¿Qué consejo le daría a mi mejor amiga?
Tendemos a ser mejores con nuestros amigos que con nosotros mismos. Por ejemplo, este estudio descubrió que muchas personas son más compasivas con los demás que consigo mismas. Por eso cuando te enfrentas a un desafío, es muy útil preguntarte qué le dirías a un amigo que estuviera en tu lugar. “Cuando enfrentas una situación cargada de emociones, es fácil que las emociones nublen tu juicio y te hagan decir o hacer algo de lo que luego te arrepientas”, explica Bariso, pero si te preguntas qué consejo le daría a alguien en esta situación, “piensas con más claridad y equilibrio”. Eso sí, responde con completa sinceridad para que tu compasión también pueda ser autocompasión.
Los errores son parte del proceso
No voy a contarte eso de que el fracaso es el primer paso hacia el éxito porque ya nos explicaron los compañeros de Xataka que científicamente, no. Pero lo que sí es cierto es que los errores son humanos, parte de la vida y necesarios para el aprendizaje. “Cuando consideras los errores como parte del proceso de aprendizaje, gestionas las expectativas y ayudas a otros a aprovecharlos”, asegura Bariso. Recordar que los errores son parte humana del proceso, nos ayuda a tener una visión más amplia no solo a nosotros, sino a quienes nos rodean.
Sé el cambio que quieres ver
Esta frase aparecía por primera vez en un capítulo de un libro escrito por un profesor de secundaria de Brooklyn. Según Bariso, “cuando te recuerdas a ti mismo que debes ser el cambio, te concentras en lo que puedes controlar (tu propio comportamiento) en lugar de frustrarte por aquello sobre lo que no tienes control (las acciones de los demás)”. Es decir, es un recordatorio de que no podemos controlarlo todo, pero sí podemos controlar quiénes somos y cómo actuamos.
Experiencias por encima de cosas
“No compres más cosas. Haz más cosas”, sentencia Bariso. Se ha demostrado que la gente reporta mayor felicidad gastar dinero en experiencias como viajes o conciertos, que en bienes materiales como ropa. Y si hacemos caso a la Universidad de Harvard y su conocidísimo estudio de la felicidad, lo que verdaderamente nos llena son las relaciones con otros. Sumemos ambas y tendremos lo que el experto en inteligencia emocional afirma.
Es cierto que necesitamos el dinero, pero no es este el que da la felicidad, sino cómo lo invertimos como explicaba Arthur C. Brooks, el famoso profesor de Harvard experto en felicidad. Para Bariso, “las experiencias se convierten en parte de ti porque creas recuerdos que cambian tu forma de pensar, tu forma de actuar y las decisiones que tomas”. Y también nos hacen más felices.
Ataca el problema, no a la persona
Lidiar con sentimientos negativos como la frustración o la decepción puede provocar que en ocasiones nos comportemos de forma errónea, especialmente en pareja. Los psicólogos John y Julie Gottman, expertos en relaciones de pareja, hablan de que al discutir hay quien busca ganar cuando lo importante es mostrarnos abiertos a resolver un problema. “Esta frase me recuerda que mi comportamiento no está ayudando a la situación; peor aún, está dañando mi relación”, explica Bariso. Si nos concentramos en atacar el problema y no a la persona con la que tenemos el problema, actuaremos como un equipo y podremos expresar nuestras emociones de una forma mucho más inteligente.
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