'Soy Georgina': siete momentos que podrían pasar a la historia de la televisión de este reality de Netflix

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Ha sido nuestro planazo de este fin de semana: ver uno tras otro (mejor en compañía de amigas y de una generosa copa de vino) los seis capítulos que configuran el reality de Netflix, 'Soy Georgina'. Esta "ficción", porque aunque sea un teórico "docu" todo parece ensayado y organizado, es un guilty pleasure en toda regla. Para muchas de nosotras Georgina era "la mujer de Cristiano", pero ahora es Gio en mayúsculas. Nos ha quedado clarísimo: ya no necesita al futbolista para ser una estrella en el universo de los famosos.

Georgina se presenta como una mujer que ha pasado del cero al cien: "Sé lo que es no tener nada y sé lo que es tener todo". Desde su nacimiento en Argentina hasta su infancia en Jaca pasando por su etapa en Lleida y en Madrid, cada experiencia es relatada hasta llegar a su nueva vida de multimillonaria.

Siempre acompañada, sea de familiares o  de amigos, Gio se define como una "persona muy normal" y defiende no haber perdido su esencia pese a su "ascenso" en el escalafón social. Además, se muestra muy agradecida en todo momento. Este reality nos ha regalado momentazos que merece la pena recordar (aunque sí, aquí hay algún que otro spoiler).

Antes de pasar a un análisis exhaustivo de las escenas más brillantes de este reality (que no se presentan cronológicamente, solo como han aparecido en nuestra mente) queremos matizar algo: 'Soy Georgina' son casi seis horas de puro amor-odio. Gio se ha ganado nuestros corazones gracias a la ternura que desprende en ciertas escenas, pero no podemos olvidar que lo forzadas que están ciertas situaciones logran que la credibilidad pierda mucha fuelle. Y todas lo sabemos: si una docuserie es inverosímil se encienden todas las alarmas.

Cuando narra su paso del autobús al Bugatti

No podíamos empezar este recop de otra forma. "Yo llegaba al trabajo en autobús y me iba en Bugatti" es uno los highlights más potentes. ¿A qué hace referencia? Al inicio del documental Georgina explica los primeros pasos de su relación con Cristiano.

Ella era dependienta de la tienda Gucci de Serrano y él un asiduo (y riquísimo) cliente. Como si cupido hubiese hecho de las suyas, ambos se enamoraron al cruzarse en la tienda. Y sí, a partir de ese momento Gio iba al trabajo en autobús (como todas las mortales) y volvía a casa en Bugatti (o en cualquier otro cochazo de CR7). Cosas de la vida, vaya.

Cada uno de los minutos en pantalla en su "jet"

Seguimos hablando de medios de transporte. En este caso, de su querido "jet". Porque sí queridas, Gio no va en Ryanair (ni se vuelve loca para que su maleta no pase de los 10 kg), va en su "jet" privado. "El jet me facilita mucho la vida. Si tuviera que estar tres horas en un aeropuerto con Cris me volvería loca, preferiría no viajar", expone literalmente.

Un avión en el que viaja con todo su equipo y donde se torna evidente su amor por los ibéricos y la tortilla de patatas. Ya lo dice ella non stop: es una mujer "muy normal".

Ver comer a Georgina es un placer

Si hay algo que nos ha gustado especialmente de esta serie es la relación de Georgiona con la comida. Lejos de matarse de hambre e ingerir solo caldo de pollo, Gio se declara amante de los ibéricos (confesión que comparte con el mismísimo Bertín Osborne en un encuentro épico) y la vemos comer tortilla de patata y otros platos típicos de la gastronomía española. En este aspecto, le otorgamos un diez a Gio.

El dilema con el Jean Paul Gualtier

Suponemos que ser una celeb y tener que escoger un vestido para pisar la alfombra roja del 'Festival de Cannes' no debe ser coser y cantar, pero Gio vive un drama que igual está dimensionado al extremo. En resumen, Rodríguez tiene dos posibilidades: un vestido marrón chocolate de Gaultier (el ganador de la batalla) y un modelo verde esmeralda confeccionado en exclusiva para ella.

La "tensión" sobre la elección parece durar horas y saca el genio de su agente. Aunque al final opta por el Gaultier, luce el vestido verde de Ali Karoui posteriormente en la gala 'Starlite' (que, por cierto, le sienta como un guante).

Las frases "Señor, quíteme la mosca" y "Soy ciudadana del mundo"

"Todo" es muy normal (nótese la ironía) hasta la escena en la que Gio le pide a un camarero que le quite una mosca de la mesa. Tal cual lo contamos. Rodríguez está con sus amigos y familiares en la cena de celebración del embarazo de su hermana. De repente, una mosca se posa al lado de Georgina y ella no duda en pedirle al camarero que la espante.

Otro de los eslóganes maravillosos de Gio afirma que se siente "ciudadana del mundo". Ni argentina, ni española, ni italiana. Su reinado no conoce límites.

Confundir aristocracia con burocracia y tener poderes de adivinación

Esto nos pasa a todas a diario: nos equivocamos al hablar y mezclamos términos sin sentido. Y sí, no pasa absolutamente nada. Por este motivo, cuando Gio confunde aristocracia con burocracia (porque comenta que aristocracia le recuerda a 'Aristocrazy'), la mujer de CR7 se convierte en una amiga más de nuestra pandilla.

Aunque Gio pueda cometer erratas al hablar, defiende tener "poderes de adivinación". Conocida como "Georgiología", Rodríguez acierta el sexo del bebé de su hermana en un alarde de conexión con un mundo no palpable. No vamos a negar que (casi) todas hemos vivido una experiencia similar.

El encuentro con Beatrice Borromeo y Pierre Casiraghi

Otro de los momentos dorados de Gio tiene lugar durante el campeonato de Fórmula 1 en Mónaco. Rodríguez visita al jefazo de Ferrari (con toda la equipación de fan colocada, por supuesto) y en este instante vive un acontecimiento mágico: aparecen Beatrice Borromeo y su marido, Pierre Casiraghi.

Ser una mujer "mundana" y cruzarse con la realeza genera anécdotas. "¿Él es príncipe o algo así, no?", comenta con sus amigos tras el encontronazo. La inocencia de Georgina en algunas circunstancias logra "bajarla" al mundo de los humanos.

Fotografías | Netflix

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