Nervios, risas, ilusión, lágrimas y trabajo, mucho trabajo. La Mercedes Benz Fashion Week es una de las pruebas de fuego que los alumnos del Grado de Diseño de Moda de ESNE, la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología de Madrid, tienen que afrontar como parte de su preparación universitaria. Y es un auténtico crisol de emociones que hemos tenido la suerte de vivir con ellos.
Después de cuatro años de esfuerzo y trabajo llega uno de los momentos más intensos en el Grado: el desfile que los alumnos de ESNE tienen en la MBFWMADRID. La Escuela es la única universidad con este privilegio, que termina convirtiéndose en uno de los hitos más importantes de la carrera de los alumnos como diseñadores de moda, sobre todo ahora que comienzan en este mundo.
Lo que más se respira en los momentos previos al desfile es ilusión, un sentimiento que nos atrapa de forma irremediable y que resulta absolutamente embriagador. “Los alumnos llevan más de un año trabajando en este proyecto”, nos explica Maruca García, directora del área de Moda y docente encargada de la confección de la colección. Junto a ella, Víctor Gimeno, graduado en Diseño de Moda en ESNE y ahora docente en el propio centro, nos recibe y nos muestra cómo se trabaja en ESNE.
El trabajo de los alumnos de ESNE para la MBFW
Desde la escuela se les da una idea para que la creatividad de los alumnos comience a trabajar. Este año el concepto es “Desnudo” y, partiendo solo de una palabra, los alumnos preparan una colección de la que escogen tres looks que son los que desfilarán después. Ese concepto, que puede parecer sencillo, es modificado, adaptado y customizado para cada uno de los alumnos, que tirando de su inspiración más pura trabajan con el diseño hasta darle forma y encajarlo en ese hilo conductor que es el punto de salida.
Durante el fitting se respiran nervios y en una mañana vivimos con ellos todas las emociones posibles, empezando por la alegría al comprobar que el vestido le queda como un guante a la modelo y pasando por la frustración al descubrir que ese tejido no se mueve como pensaban, o la ilusión al cerrar la cremallera de ese abrigo en el que han invertido tanto tiempo, sudor y lágrimas.
Con el móvil en la mano, como buena generación Z, el grupo de alumnos hace fotos de sus trabajos, se felicitan y apoyan y nos demuestran que el compañerismo es una seña de identidad en la escuela. “Tras cuatro años juntos, les vemos como mucho más que alumnos. Somos una pequeña familia”, asegura Maruca. Y se nota. Esa cercanía se palpa en cada gesto, tanto de los profesores como de los alumnos con sus propios compañeros.
Para cada pieza, los alumnos tienen libertad absoluta para decidir tejidos, que pueden transformar a su antojo, por ejemplo, con diferentes técnicas de tintado, diseños y confección de las prendas. Cada alumno realiza las tres piezas que desfilarán en un prototipo para que el resultado final sea lo más pulido y preciso posible.
“En una misma colección nos encontramos piezas hechas con materiales de diferentes rangos de precio y todas pueden ser igual de espectaculares”
Trabajan con sus propios patrones, creándolos desde cero, y ellos mismos eligen y compran los materiales que usarán para la pieza final. “En una misma colección nos encontramos piezas hechas con materiales de diferentes rangos de precio y todas pueden ser igual de espectaculares”, explica Víctor. “Lo que prima siempre es la creatividad y el trabajo”.
De hecho, esa es una de las características de la colección final en la que participan los alumnos, un crisol de colores, formas e interpretaciones en la que cada uno muestra su personalidad con tejidos, materiales y técnicas tan diferentes como ellos mismos. Para todos ellos, la MBFW es una meta que están deseando alcanzar y un sueño cumplido que por fin se hace realidad.
Irene, de 24 años y natural de un pueblecito de Extremadura, es una de las alumnas participantes del desfile. Sus trabajos destilan volúmenes y juegan con el “Desnudo” de una forma mucho más espiritual de lo que podríamos esperar. Ella ha buscado expresar algo que en plena pandemia ha estado más que presente y que le ha tocado de cerca: la ansiedad. Ha buscado “desnudar” esta enfermedad y expresar la diferencia de cómo se vive en Oriente y Occidente. “He aplicado una exteriorización del kintsugi en uno de mis looks, una técnica de cerámica japonesa”.
Jorge, de 23 años, es de Segovia y ha encontrado en la moda una manera de expresar su yo más artístico. Para él, su “Desnudo” ha sido un desnudo social, interno. “He cogido todas esas cosas que oprimían y no permitían la desnudez de la persona y las he exteriorizado con volúmenes y crinolina”. Cuando nos cuentan cómo han llegado a esos looks, nos impresiona la investigación previa con la que trabajan, no solo a nivel de concepto sino de materiales y hasta de formas de confección. “Todo el primer cuatrimestre lo dedicamos a creación conceptual, inspiración, referencias, investigación…”. Y todo eso se refleja en cada una de las piezas.
Y aunque la frustración ha rondado la cabeza de los alumnos, el orgullo gana por goleada. “Uno de mis mayores logros en este proyecto es que me propuse hacer una cosa y he conseguido materializar ese diseño”, explica Irene. Para llegar a este punto y vencer la posible frustración, la ayuda de los compañeros ha sido imprescindible. Y ese sentimiento de compañerismo es visible durante el fitting, cuando se felicitan de forma sincera e ilusionados los unos a los otros cuando ven por fin sobre los modelos sus trabajos.
Ahora solo les falta ese esprint final que finaliza con el desfile y que les hace sentir un “nervio eufórico” en palabras de Jorge, que nos asegura que la MBFW es una de las metas que tenía en su vida desde que supo que se dedicaría a la moda.
“Si no tienes una red social trabajada es más difícil acceder a la gente”
Aunque no fue un desfile normal —solo pudieron disfrutarlo en vivo 100 personas—, se pudo seguir a través de la cuenta de Instagram de ESNE, que lo retransmitió en directo, algo que para los alumnos no es un inconveniente. Esta generación sabe el poder de las redes sociales y su importancia. “Si no tienes una red social trabajada, es más difícil acceder a la gente”, tal y como nos explica Irene.
El resultado final, un desfile lleno de vida y color
Jugando con volúmenes, colores y con diferentes tejidos, el desfile de ESNE en la MBFW, que tuvo lugar el 8 de abril en Green Patio, fue una deliciosa combinación de las personalidades de los diferentes jóvenes diseñadores. Cada uno mostró su propia visión de “Nudes” (“Desnudos”) en que se basaba el proyecto.
La colección construye su propio universo intimista generando temáticas fluctuantes entre la visibilización de temas sociales con la visión propia de quien desnuda la realidad.
La paleta de color evoluciona desde los tonos neutros hasta la inclusión de colores saturados como el rosa blush o el amarillo biscotti. Y en cuanto a los tejidos, se contraponen algunos más pesados, como el paño de lana o los guateados, con tejidos ligeros que aportan fluidez y formas corpóreas, como el tul o la batista de algodón.
Con propuestas tanto femeninas como masculinas, el desfile se vivió con la misma ilusión que vivimos junto a los alumnos durante nuestra visita a la escuela.
Como parte destacable, una chaqueta desestructurada con volúmenes en tonos maquillaje que nos apeteció desde el primer momento en que la vimos y unos pantalones wide leg súper urbanos con contraste de volantes que nos parecieron muy innovadores. Además, brillaron un traje dos piezas cut out con detalles metálicos en tonos neutros y varias prendas que mostraron un manejo espectacular de los volantes que abrieron el desfile.
La transversalidad de ESNE y su manera de enseñar
A Irene le llamó la atención ya en una visita que hizo antes de matricularse. “Nunca me lo pintaron como algo bohemio o como una carrera chill en la que fuéramos a estar tranquilos. Desde el principio me dijeron que, si realmente quería meterme en moda, pensara que iba a ser duro y que es una carrera con mucho trabajo detrás”. Y aunque hay mucha creatividad, hay muchísima técnica y práctica. “Te enseñan todos los procesos”, asegura Jorge, algo que les sirve para el TFG con el que están ahora.
Se trabajan todas las áreas que forman parte de la moda y que van desde el diseño al corte y confección, patronaje, o tejidos y materiales. Eso sin olvidar una parte vital como es el marketing y la comunicación. De una forma transversal, todos los departamentos de la escuela trabajan para que la enseñanza sea lo más completa posible y permita a los alumnos contar con una versatilidad que les permita no solo trabajar como diseñadores, sino en diferentes roles dentro del sector textil, como patronistas o en comunicación. “Ahora, además, tenemos un nuevo Grado en Gestión y Comunicación de la Moda que podrá cursarse como doble titulación”, nos informa Maruca.
De una forma transversal todos los departamentos de la escuela trabajan para que la enseñanza sea lo más completa posible
En el caso del Grado de Diseño de Moda y de la colección que los alumnos de ESNE realizan para la MBFW, se refleja en qué departamentos, como el de Diseño, el de Tecnología textil y el de Confección, por ejemplo, trabajan al unísono unificando procesos para conseguir que los alumnos no solo encuentren menos dificultades en el proceso, sino que comprendan lo que después vivirán en cualquier empresa. “Es una forma de que entiendan cómo funciona el mundo de la moda”, nos explica Víctor.
En cuanto a la tecnología, un ejemplo con el que entender cómo funciona el centro. Además de aulas de patronaje y confección con máquinas de coser industriales y remalladoras o impresoras 3D con las que trabajar con nuevos tejidos y materiales, ESNE dispone de una Shima Seiki, un sistema japonés de diseño y programación de tejido de punto que permite dar rienda suelta a su creatividad gracias a la tecnología más puntera.
La escuela, además, cuenta con prácticas profesionales curriculares en empresas españolas que van desde talleres de costura a marcas de moda de lujo, showrooms o marcas tan conocidas como Adolfo Domínguez, El Corte Inglés o Inditex.
La pandemia: pros y contras de vivir una situación excepcional
Durante la cuarentena, tal y como explican profesores y alumnos, tuvieron clases online, pero ya había comenzado el proceso de elaboración de la colección que desfilaría en la MBFW y el proyecto se complicó mucho. “Tuvimos que reinventarnos para que la enseñanza no se viera comprometida y los alumnos pudieran continuar con la confección de sus looks”, nos explica Maruca.
“Roberto y Maruca —profesores de patronaje y confección, respectivamente— son los que más han sufrido con nosotros. Pero nunca nos han dejado solos y siempre nos han ayudado y apoyado”, asegura Irene. Tirando de imaginación y trabajando más duro aún si cabe, los alumnos convirtieron una desventaja en un aprendizaje extra. “Encontrar los materiales durante la cuarentena fue todo un reto, porque lo pasé en la sierra y no tenía acceso a nada”, afirma Jorge. “Por ejemplo, mis patrones comenzaron siendo un patchwork porque no tenía papel para patronar y tuve que trabajar con folios y hasta servilletas al principio”.
Este trabajo, más duro y complicado, “nos ha hecho aprender a trabajar con lo que tienes y lo que encuentras, porque en el mundo del diseño no siempre tienes los medios ni la financiación para conseguir lo que quieres”. La pandemia les ha regalado autonomía y seguridad, según nos explica Jorge. Y aunque les ha cambiado los planes a ambos, él cree “que lo hemos hecho en el momento adecuado y de la forma adecuada, porque hemos aprendido a trabajar con dificultades extra”.
La sostenibilidad en ESNE, una prioridad para los diseñadores del futuro
Jorge tiene claro lo complicado que es ser sostenible al 100%, pero asegura que está en nuestra mano ser lo más sostenibles posible. “Dentro de nuestro trabajo, debemos intentar tener el menor impacto medioambiental. Por eso, en mi caso trabajo mucho con la calidad de las prendas para que duren más en el tiempo”.
“Son los propios alumnos los que demandan ese contenido”, asegura Víctor Gimeno. “En sus propios procesos creativos siempre buscan la forma de ser más sostenibles”. La manera de integrarlo en el programa educativo es incluir charlas y conferencias como las de Ecoalf o de Aletheia, una marca de tintes naturales.
“Desde la escuela nos ayudan a ser más conscientes de cómo son las marcas. Nosotros que somos estudiantes de moda tenemos que ser críticos con eso y saber qué marcas son sostenibles y por qué para poder explicárselo por ejemplo a mi entorno”, afirma Irene. Lo mismo ocurre con conceptos vinculados con la sostenibilidad como la slow fashion, el zero waste o las colecciones de stock cero. Según asegura, lo mejor para difundir el mensaje es “conocerlo y comprenderlo”.
Jorge añade una reflexión como consumidor y no solo como diseñador de moda. Y es que “la forma de solucionar los problemas de sostenibilidad y responsabilidad social es que como consumidores demandemos ese cambio”.
La mañana termina con carreras y puntadas de última hora, cortando hilos y eligiendo el estilismo completo con el que acompañarán los looks elegidos para desfilar. Y termina también con una maravillosa sensación, una bocanada de aire fresco. Este grupo de jóvenes nos inspira y nos recuerda que la moda es arte, es vida y es ilusión.
El talento de esta nueva generación de diseñadores se transmite no solo con sus palabras, sino con el trabajo con el que con tanta ilusión se han presentado en el mundo de la moda en la prestigiosa MBFW de Madrid. Un escaparate en el que pudimos ver todo lo bueno que le espera a la moda española y que está representado por este grupo de estudiantes de ESNE.